El 24,4% de los estudiantes identifica en su clase un caso de acoso escolar. Esta cifra supone un aumento con respecto al año de la pandemia, que fue del 15,2%, pero baja frente al 34,1% del año 2019. Los insultos y los motes son la forma más común de bullying (89,5%) mientras las agresiones físicas bajan del 38% en el curso de 2020-2021 al 31,8%. Además, son grupales cada vez con mayor frecuencia.

En cuanto a la motivación de los acosadores, el alumnado identifica el aspecto físico de la víctima en el 56,5% de los casos y las cosas que hace o dice en el 53,6%, según publican este martes las fundaciones Anar y Mutua Madrileña en su IV Informe sobre acoso escolar, La Opinión de los Estudiantes. Las buenas notas o la agresividad del hostigador son un argumento en el 20% de las veces.

Cambios desde la pandemia

El 51,3% de los encuestados cree que el acoso afecta solo a una persona y casi el 30% considera que lo lleva sufriendo más de un año. El 72,6% de las agresiones físicas son grupales, una tendencia al alza que contrasta frente al menos del 44% que registró el informe en el curso 2018-2019.

La percepción del acoso digital desciende 16 puntos respecto al año anterior hasta situarse en el 8,2%. WhatsApp continúa siendo el medio principal de ciberbullying (66,9%), pero entran escena Instagram (53%) y TikTok (48,6%), que no mencionaban los informes anteriores. Además, Twitch, Facebook y los juegos online son plataformas que menciona el estudiantado de primaria.

Complicidad y soluciones

El 85% de los hostigadores son compañeros del mismo centro y el 24,4% del alumnado reconoce que ha podido ser partícipe de bullying sin darse cuenta, un aumento de 2,6 puntos sobre el curso anterior. El 29% piensa que pueden comunicarlo a un adulto para solucionar la situación y en torno al 20% propone borrar y bloquear la cuenta, eliminar los mensajes o denunciarlo.

En cuanto a la respuesta del centro, más del 45% de los estudiantes considera que el docente no hace nada y casi el 62% cree que el centro no hace nada. El 46% del profesorado admite haber conocido algún caso, mayoritariamente por aviso de un estudiante, la propia víctima o su familia.