ZARAGOZA
El teletrabajo disparó durante el confinamiento el fraude laboral y tributario de las horas extraordinarias no pagadas: la última EPA (Encuesta de Población Activa) revela cómo en el segundo trimestre de este año, que discurrió entre la fase más dura del confinamiento y el regreso a la llamada 'nueva normalidad', los asalariados españoles llegaron a trabajar gratis 3.798.700 horas semanales (49,38 millones de abril a junio) de más, sin recibir a cambio ninguna remuneración.
El fraude, que supera los 14.000 millones de euros para las arcas públicas al cabo del año, tiene tres víctimas principales: el propio trabajador, que no llega a recibir la remuneración que le correspondería por su trabajo, y la Seguridad Social y la Agencia Tributaria, que se quedan sin ingresar las cotizaciones y los tributos derivados de esa actividad.
Eso, según se calcule la jornada semanal a 35 o a 40 horas (la media de 2019 fue de 37), equivale a una horquilla de 94.967 a 108.534 empleos. Y se dio en unos meses en los que llegó a haber más de tres millones de trabajadores por cuenta ajena 'hibernados' en ERTE de los que faltan por salir más de un millón.
Ese registro es el más elevado desde la primavera de 2015, cuando se superaron los 3,9 millones de horas extra no pagadas, en un nivel que solo se había dado en otras dos ocasiones desde las vísperas de la anterior crisis, en 2008, y que resulta más escandaloso que inquietante al darse en un periodo en el que la actividad, según las estimaciones del Banco de España, se redujo entre un 16% y un 22%.
La marca, además de superar en volumen por vez primera en algo más de tres años a las prolongaciones de jornada que sí se pagan, también rebasa de largo los 2,9 millones que se estimaban cuando a mediados del año pasado fue implantado el registro de jornada para, entre otras cosas, acabar con este tipo de prácticas laborales.
El elevado peso de la enseñanza
El desglose de esas horas impagadas por ramas de actividad apunta a un importante peso del teletrabajo en el fraude, especialmente en campos como el de la enseñanza y las consultorías (actividades profesionales, científicas y técnicas), aunque también fue notable la aportación de otros de mayor presencialidad como la banca, el comercio, la industria, el transporte y, también, la sanidad y los servicios sociales.
El caso de la educación resulta llamativo: con los colegios, institutos y universidades cerrados, el ramo superó los 1,3 millones de horas extra no pagadas por semana, algo más de la tercera parte del total, cuando la media del año pasado había sido de 238.500 (casi seis veces menos) y solo había superado las 360.000 (cuatro menos) una vez en los últimos doce años.
Esas prolongaciones gratuitas de la jornada, que suponen algo más del 90% del trabajo extraordinario en ese sector en esos meses, se originaron en la atención telemática a los alumnos. Según explicaron fuentes de CGT, se concentran en el sector privado y en la escuela concertada, ya que las horas extra no existen en la pública.
La regulación del teletrabajo es una de las materias que tienen pendientes el Gobierno y la Mesa de Diálogo Social, cuyos miembros mostraron a principios de julio unas posiciones de salida irreconciliables, algo que por otra parte no deja de ser habitual en cualquier tipo de negociación, que el equipo de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, intenta acercar con nuevas propuestas.
Los técnicos soportan dos tercios del fraude
Por ocupaciones, dos tercios de ese trabajo sin remuneración se concentró en los empleos de "técnicos y profesionales científicos e intelectuales", que asumieron una media de 2,34 millones de horas. Les siguen, con 346,2, los "técnicos y profesionales de apoyo", con un impacto mucho menor en el resto del escalafón laboral.
Ese colosal volumen de trabajo fraudulento lo soportó un grupo de apenas 350.000 asalariados, ya que, según los datos de la EPA, 321.700 se ven obligados a realizan solo horas extraordinarias gratuitas y otros 32.600 las compaginaron con las remuneradas, mientras 264.900 prolongó la jornada únicamente a cambio de un pago.
Lo más habitual es que cada uno de los primeros trabajara gratis entre cuatro y seis horas a la semana, aunque 142.200 de ellos superaron la docena de manera habitual. Eso equivale a trabajar más de seis días para cobrar un máximo de cinco.
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