Buenos Aires
El 10 de diciembre de 2016, Paula Martínez, una joven argentina de 23 años, acudió a la fiesta de cumpleaños de su amiga Mariana Brizuela. Entonces, uno de los violadores le ofreció una copa de alcohol que, en su interior, contenía una droga; burundanga y comenzó a encontrarse mal. Fue el primo de la cumpleañera quien se ofreció a acompañarla a casa. En el camino, una furgoneta llena de hombres en su interior, les interceptó obligando a la chica a subir. Fue trasladada hasta una vivienda cercana y, entonces, abusaron de ella alrededor de tres horas. Paula fue drogada, raptada y violada por un grupo de, al menos, cinco varones a los que conocía, ya que eran sus vecinos. El pasado diciembre, cinco meses antes del inicio del juicio contra sus agresores y tras años sufriendo amenazas y hostigamiento por parte de los familiares de los imputados, Paula se suicidó. "A mi hija la mataron el día que abusaron de ella con total impunidad", afirmó Sandra Zapata, madre de Paula.
El día tan esperado para la familia de Paula ha llegado: el lunes comenzó el juicio contra los cuatro acusados de violarla en grupo en 2016. La duración del mismo será de tres días: el 4, 5, y 6 de abril. Tras cinco años de impunidad y amenazas constantes a Paula, los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal nº4 de Quilmes, Andrea Calaza, Alberto Ojeda y Pablo Pérez Marcote, escucharon el testimonio de Sandra Zapata, madre de la víctima. Sandra reconstruyó lo sucedido el 10 de diciembre de 2016, cuando su hija fue invitada al cumpleaños de la vecina que vive en frente de su casa. Poco después del brutal ataque que sufrió, fue la propia Paula quien contó en un programa de televisión argentino lo que recordó fue "el inicio de su calvario". Ella reconoció y acusó a cinco hombres, pero apuntó que había más: Gustavo Carbonel, Diego Domínguez (exguardia municipal), Gonzalo Sandoval, Guillermo Chávez y Mauro Goncálvez, el único de los cinco acusados que se encuentra en paradero desconocido.
El fiscal Claudio Pelayo detalló lo sucedido ese día en la vivienda de la calle Guardia Nacional, en la ciudad de Florencio Varela, Buenos Aires, enfrente de la casa donde vivía Paula con su madre. Guillermo Chávez, según la acusación del fiscal, le invitó a un doctor Lemon. Después de beberse cuatro o cinco copas, empezó a marearse, encontrándose en un estado de semiconsciencia y sin dominio de su cuerpo.
Después de permanecer en la fiesta hasta el amanecer, salió a la puerta del domicilio y se dirigió hacia la esquina, donde se encontró con Gonzalo Sandoval. En ese momento, apareció una furgoneta blanca en la que se encontraba Sandoval, quien subió a Paula porque ella no podía moverse. La conducía Gustavo Carbonel y Diego Domínguez iba de copiloto, y fueron los encargados de llevarla a un domicilio de la calle Derqui, próximo a la casa de Paula.
Privada ilegítamente de su libertad por otros sujetos que no pudo reconocer, fue conducida hacia una habitación, le tiraron a una cama, le quitaron la ropa y fue abusada sexualmente de forma sistemática. De acuerdo con la acusación fiscal, los responsables serían Gonzalo Sandoval, Diego Domínguez, Guillermo Chávez y Gustavo Carbonel.
Crónica de una muerte anunciada
Zapata, quien no cuenta con abogado personal, declaró que Paula le contó lo que pudo recordar de la violación grupal. "Después nunca más pudo hablar de cómo la violaron", sostuvo la madre y precisó cómo cambió la vida de su hija.
Sostiene que cada vez que su hija se acordaba de lo sucedido, rompía botellas y, con los cristales, se autolesionaba. Alega que no pudo seguir trabajando por los ataques de pánico que sufría y que estuvo internada en el centro psiquiátrico, Melchor Romero, por un intento de suicidio. Con lágrimas en los ojos, Sandra detalló que desde el día que la violaron, Paula había intentado quitarse la vida más de "50 veces". Para Zapata el suicidio de su hija fue "la crónica de una muerte anunciada" porque Paula "fue abandonada por la justicia, por el Estado, por todo el mundo" y estaba muy deprimida.
Contra Paula
En la primera jornada del juicio también declararon como testigos Ramón Zapata, Walter Zapata y Eduardo Noa, abuelo, tío y el padrastro de Paula, expareja de Sandra respectivamente.
"La mataron en vida, son asesinos, como todos los violadores, y ahora la terminaron de matar. Ellos la llevaron a esto"
Uno de los momentos más tensos se vivió cuando Roberto Damboriana, el abogado defensor de Gonzalo Sandoval, enfocó su estrategia ofensiva en descalificar a la víctima por su adicción. Damboriana le preguntó a la madre si Paula consumía estupefacientes. Zapata respondió afirmativamente, respondiendo tajante a Damboriana: "¿Y eso le daba derecho a violarla?". El prolongado e inadmisible silencio se rompió cuando el abogado defensor contestó: "seguro que no; no le da derecho a violar a nadie". Zapata confirmó que Paula consumía drogas antes del abuso y que estuvo en una clínica de desintoxicación donde también fue víctima de abusos machistas.
Gramajo, defensor de Diego Domínguez y Gustavo Carbonel, fue el otro frente encargado de desacreditar a Paula al sacar a la luz una denuncia por violación realizada en 2011. La madre de Paula aclaró que fue con su hija a los juzgados para "decir que era mentira".
Romina Doncel, especialista en violencia de género y trata de personas que coordina el equipo técnico que acompaña a la familia de la víctima, denunció que el sábado pasado la familia de Chávez, uno de los imputados, rompió la orden de alejamiento y se acercó a veinte metros de la casa de los hijos de Paula. "La situación es crítica. La familia de Paula está amenazada", advirtió Doncel en la puerta del Tribunal, donde distintos colectivos feministas, entre los que estaban las Mariposas AUGe (organización feminista argentina), se reunieron bajo la consigna "Justicia por Paula". "Queremos la mayor pena para los acusados, que se encuentren a los demás culpables y que se investigue a fondo, porque esto no fue simplemente una violación en grupo; Paula no es la única mujer que manipularon con drogas."
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