Madrid
Actualizado:La Federación para la Defensa de la Propiedad Intelectual, vulgo "Federación Antipiratería" (FAP), cierra silenciosamente sus puertas después de más de tres décadas de actividad como uno de los principales 'lobbies' a favor de la protección de los derechos de autor y motor de la lucha en los tribunales contra los llamados 'piratas culturales'. Un cambio de estrategia de la industria de contenidos —sobre todo, las 'majors' de Hollywood y las compañías de videojuegos— ha dejado en la calle a quienes durante años fueron la 'bestia negra' del top manta, del P2P y de las páginas de enlaces a descargas. Con la desaparición de la FAP se cierra una era en la historia de la lucha 'antipiratería' en España.
Hace más de dos meses, la industria audiovisual estadounidense (representada en la MPAA) decidió de forma sorpresiva contratar al bufete Santiago Mediano para defender sus intereses en España ante los tribunales. Mientras, el mundo de los videojuegos —aglutinado en la asociación AEVI (antigua aDeSe)— trasladará prácticamente todos sus casos al bufete Bardají & Honrado.
De esta manera, se deshace la histórica FAP al quedar sin clientes, una organización que llegó a tener en sus mejores tiempos una treintena de empleados y ahora, en el momento de su cierre, seis. La Federación desaparece, curiosamente, justo el año en el que ha tenido lugar una de las operaciones policiales de cierre de sitios web piratas más importantes de la historia de esta organización. Y justo cuando varios cambios normativos en España y Europa tienden a proteger aún más la propiedad intelectual, especialmente en la red.
"El balance tiene que ser positivo", comenta en una entrevista con Público José Manuel Tourné, hasta la fecha director de la FAP, que hace un repaso a la trayectoria de esta organización, de la que ha sido alma y cara más visible en los últimos años. "La FAP se crea en 1984, aunque hereda una labor que ya iniciaron ADICAN y Asociación Videográfica Española, desde el año 1982 y en la época de las cintas de videocasete (Beta, VHS, 2000)".
"El vídeo llegaba a un país en el que la legislación sobre propiedad intelectual tenía un siglo de vida, y la ley más moderna para proteger los derechos audiovisuales era la Ley del Cine de 1966", recuerda Tourné con nostalgia. "En aquella época ni se sabía qué era defraudar los derechos de autor y nadie se especializaba en derecho de propiedad intelectual, a diferencia de hoy en día, que hay incluso másters especializados y una ley propia".
"En aquel contexto nace la FAP con objetivos muy claros", explica. Y enumera: "Que el mercado se desenvolviera en un ambiente honesto y limpio, que hubiese una legislación adecuada, que ésta se aplicase y que el público tuviese una mínima sensibilidad de lo que era la propiedad intelectual".
Las primeras actuaciones contra la piratería se realizaban contra videoclubs. "El público era más sensible porque no le gustaba que le dieran gato por liebre, es decir, pagar por una copia pirata en vídeo de baja calidad, por lo que estas actuaciones contaban con cierta simpatía del público", comenta nostálgico Tourné, recuerda que a principios de los años 80 los casos de piratería recaían en la Audiencia Nacional, algo que fue así hasta la llegada de la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1986, que traslada estos casos a la jurisdicción ordinaria.
"La FAP siempre estuvo allí, nos llamaban para proporcionar peritos, para que ayudáramos en la investigación, e incluso para ayudar a construir la legislación gracias a nuestro conocimiento", apunta.
De repente, llegó internet
La 'revolución' digital puso patas arriba un panorama que Tourné recuerda con melancolía ("teníamos unos índices de piratería del 5%, similar al de los países nórdicos", asegura), pero esa evolución llegó paulatinamente: poco a poco se fue extendiendo el DVD —que al principio no era tan fácil de copiar— y estalla con la llegada de internet. "Prácticamente desde finales de los 90 y sobre todo a principios de este siglo nos hemos estado enfrentando a un problema muy complejo", reconoce.
Tourné reconoce que "faltó agilidad". El abogado asegura que entonces, "con la ley en la mano", cualquier usuario que grabase contenidos, como una película descargada, en el disco duro de su ordenador estaba infringiendo la ley; "por otro, las propias compañías que integraban e impulsaban la FAP dijeron que no podía ser, que el consumidor era el cliente y no se le podía perseguir", asegura. ¿Cómo luchar pues con las descargas que estaban dañando a la industria que él mismo representaba?
Alude a reuniones con gobiernos del PP y del PSOE, el nacimiento de la Comisión Antipiratería para reducir las actividades vulneradoras de la propiedad intelectual, que creó la entonces ministra de Cultura Carmen Calvo (hoy vicepresidenta del Gobierno) en diciembre de 2004. "Aquel plan constaba de una comisión llena de gente, unas 35 personas, reunidos en la Biblioteca Nacional, pero no hubo medidas concretas", lamenta.
La verdadera batalla: cambiar las leyes
"Todo aquello desembocó en la famosa Ley Sinde, la Ley de Economía Sostenible (LES) y su disposición adicional", rememora, "pero previamente a eso hubo algunos pasos muy negativos, como que el presidente Zapatero retirase una reforma de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI) para que la responsabilidad de los prestadores de servicios creciese un poquito". "Los usuarios se convirtieron en legisladores que no querían que se interfiriese lo más mínimo su espacio de libertad", lamenta.
Esa reforma a la que alude Tourné, la llamada Ley de Impulso a la Sociedad de las Información (LISI) de 2008, levantó en su momento ampollas entre los internautas, que veían un cierto peligro de censura administrativa, al proponer la eliminación de la figura del juez a la hora de bloquear contenidos 'online' vulneradores de la propiedad intelectual. ¿Les suena de algo? La movilización social en las redes ejerció su presión para que esta disposición no fuese entonces aprobada. Eran otros tiempos.
"A ver, es verdad que internet nació para ser un espacio de libertad muy amplio, pero no puede ser una selva, y entonces llamaba la atención que un videoclub para alquilar películas o venderlas tuviese que cumplir una serie de requisitos, que la policía o incluso un inspector de una entidad de gestión podía entrar en el local y cerrar el chiringuito si no cumplía con la legislación, y una página web que ofrecía hasta el último título recién estrenado sin control, es decir, algo no se estaba haciendo bien", afirma.
"Estaba claro que había que cambiar la legislación, y eso ha costado mucho tiempo", insiste Tourné. No obstante, este abogado rememora una época en la que "había muchos intereses en juego" que mantenían enfrentados a los sectores de los contenidos y las compañías de telecomunicaciones e internet. Y, por medio, las entidades de gestión, "que estaban haciendo su trabajo".
"Estaba claro que había que cambiar la legislación, y eso ha costado mucho tiempo"
Para Tourné, la legislación que se consiguió a raíz de la Ley Sinde (la retirada de contenidos por orden de una comisión del Ministerio de Cultura) "sirve y es útil, pero lo que ahora tiene que pasar es que en vez de que pasen 400 días desde que se notifica hasta que se retire los contenidos deberán reducirse". Y eso es lo que, precisamente, se quiere aprobar con la enésima reforma de la Ley de Propiedad Intelectual.
“Párrafos escritos enteros que hemos escrito para distintas legislaciones son ahora ley”, apunta orgulloso, como fruto de una intensa labor de 'lobby' que ha realizado durante décadas. “Y hemos participado muy activamente en la elaboración de la legislación europea, a través también de otras asociaciones”.
“Creo que podemos estar satisfechos del nivel de protección de los intereses que nos habían encomendado, y además los políticos en cuestión supieron tener en cuenta las otras perspectivas y puntos de vista para sacar las leyes que no son las que a nosotros nos hubieran gustado al 100%, pero es que si hubiese sido así no hubieran sido leyes justas”, apunta.
'Mea culpa'
Tourné recuerda con nostalgia algunos de los hijos de la FAP que, a su juicio, fueron aciertos. Como algunas campañas de sensibilización. “A mí me gusto mucho nuestra primera campaña de publicidad, que decía que ‘la piratería de hoy crea pasados mañana, y uno de ellos puedes ser tú’”. Pero reconoce que las siguientes campañas fueron “errores”. “Comparar esto con robar un bolso creo que fue un error, es mi opinión personal”, sostiene, “porque nos puso muy en contra a los consumidores”.
“Lo cierto es que se identificó el mundo de la propiedad intelectual con la SGAE, que era el bicho más odiado del mundo, pero lo cierto es que no estaba sola, habían otras ocho entidades de gestión de derechos de autor, que además hacían su trabajo, mejor o peor”, destaca, pero insiste que las campañas que comparaban bajarse una canción con robar algo “no ayudó a hacer comprender que proteger la propiedad intelectual es proteger a la sociedad”.
También cree que el sector se tenía que haber adaptado a los modelos de negocio que estaban cambiando el panorama audiovisual con la red, de manera que existieran plataformas de contenidos desde donde poder acceder legalmente a toda los contenidos. "Eso formó parte también, de alguna manera, de la estrategia de la lucha antipiratería, aunque nosotros como FAP no podíamos interferir en ese punto”, afirma.
En cuanto a los litigios, Tourné sonríe: “A toro pasado, todo son verónicas, pero sí es verdad que yo hubiese intentado con más fuerzas haber llegado a acuerdos con los prestadores de servicios, pero no dependía tanto de nosotros”. “Quizá también hemos sido a veces demasiado agresivos, quizá teníamos que haber intentado un primer paso de informar antes que denunciar, pero es que estábamos antes lo que considerábamos que era un delito”, se escuda.
Recuerda el caso Sharemula, que fue archivado porque se consideraba que enlazar no era un acto de puesta a disposición del público, aunque Tourné insiste en que quien subía los archivos a la red eran, habitualmente, los mismos responsables de las páginas.
También menciona a los manteros: “La gente ha pensado durante mucho tiempo que comprar en la manta era un acto de caridad”, recuerda amargamente, “y luchar contra eso es muy difícil por una cuestión de imagen: cómo le explicas al público en 20 segundos, que es lo que dura un spot publicitario, que en una película pueden intervenir más de 600 personas, casi todas desconocidas pero imprescindibles, pero la gente sólo ve al actor millonario”.
Pero también reconoce que en la lucha contra el top manta no se actuó adecuadamente. “No somos expertos en inmigración”, se disculpa, “yo soy partidario de un mundo sin fronteras que todo el mundo pueda vivir en esta aldea global, pero no tengo ni idea cómo lidiar con alguien que se ha jugado la vida para llegar hasta aquí, más allá de merecer todo el respeto del mundo”. “Lo que sí que sé es que la solución no puede ser permitirle delinquir”, apunta.
"La cultura no se muere"
La abogada de la Asociación de Internautas Ofelia Tejerina conoce a Tourné desde hace muchos años. Y ha estado enfrente de él en innumerables ocasiones, defendiendo los intereses de los usuarios. Es muy crítica con el mensaje que ha imperado entre los representantes de las industrias culturales frente a la piratería: "Llevamos 20 años oyendo que la cultura se acaba por culpa de la piratería, y eso es mentira".
"Como se puede ver hoy en día, los manteros de CD y DVD apenas existen, las plataformas cada vez tienen más éxito, y hablamos de intercambio legal de contenidos a unos precios que son razonables", añade, "porque el coste de producción y distribución se recortó de forma bestial ya hace unos años, un coste que por cierto no se tradujo en el abaratamiento de los CD y DVD".
"El papel de la FAP era, en mi opinión, sobre todo crear informes 'ad-hoc' para la industria de contenidos, para determinadas campañas", sostiene. "Tenían de alguna manera que justificar su razón de ser, que no sólo era litigar en los tribunales contra los supuestos 'piratas', sino también mantenimiento del canon digital, por el que las entidades de gestión llegaron a recaudar hasta 100 millones de euros ", recuerda Tejerina.
"Llevamos 20 años oyendo que la cultura se acaba por culpa de la piratería, y eso es mentira"
Tejerina cree que la industria de contenidos ha visto que el sistema de pleitos no les sirve, y que los jueces no hacen lo que ellos querían —porque la ley no se puede aplicar a determinados casos, por una cuestión de proporcionalidad y porque hay derechos fundamentales en juego—, por lo que desde 'lobbies' como la FAP "han presionado al Legislador. Así tenemos la directiva del copyright que amenaza con extender por toda Europa la llamada 'tasa Google' (Canon AEDE), o la nueva LPI, en la que parece que "los jueces estorban a la propiedad intelectual".
"El cierre de la FAP", concluye, "parece que responde a ese giro de estrategia en el que el litigio no interesa, denunciar o demandar a la gente no da resultados (económicamente, pierden), y ahora la idea es quitar a los jueces de la ecuación". "Y lo están consiguiendo", apunta: "Los litigios no funcionan, las cifras de piratería no cuadran, todo eso es labor de la FAP, así que claramente la industria se deshace de esa federación; yo lo veo así, no tiene ningún objeto de ser".
"El trabajo más sucio"
Uno de los abogados que más ha pleiteado en asuntos de piratería en España es Carlos Sánchez Almeida, que guarda un recuerdo respetuoso de Tourné. "Ha sido el personaje con menos agresividad verbal y con más profesionalidad que ha habido en esa lucha", sostiene Almeida, "teniendo en cuenta el duro debate que ha habido durante años alrededor de la propiedad intelectual, y la tensión entre organizaciones en defensa de las libertades en internet y las diferentes entidades y asociaciones de derechos de autor". "A él le ha tocado realizar el trabajo más sucio, que es llevar a tribunales a la gente, procesarla y tratar de llevarla a la cárcel".
Este abogado, además, reconoce a Tourné el "trabajo siempre difícil de organizar una estructura en toda España para hacer frente a todos estos litigios". "Ojalá los defensores de las libertades en internet tuviésemos esa capacidad y una estructura parecida para las guerras que se nos vienen encima”, afirma.
Almeida incluso reconoce la labor de 'lobby' de Tourné y su organización. "Eso sí, hay que remarcar un asunto que es importante: mientras nosotros ganábamos en los juzgados, ellos ganaban en el Congreso", puntualiza. "Con las reglas del juego que había en este país, perdían casi siempre, pero supieron maniobrar para ganar en el Parlamento lo que perdían en los tribunales", recuerda.
"Mi abuela solía decir: 'otros vendrán que bueno te harán'", comenta con humor este jurista. "Esperemos que no tengamos que decir, como decían algunos antifranquistas, que contra Franco se vivía mejor; mucho me temo lo que nos viene por delante en lucha antipiratería".
En defensa de la industria hasta el final
Tourné realiza un balance orgulloso pero con un punto de amargura. Durante los 34 años que ha participado en la vanguardia de la lucha contra la piratería cultural, reconoce incluso que se ha llegado a "jugar la integridad física". "Especialmente recuerdo una anécdota del año 1987", evoca, "cuando acudí como perito con la policía para una intervención de material pirata, y el señor que estaba ahí esposado al que no conocía de nada me saludó por mi nombre y ante mi asombro me dijo: ‘Yo tengo la obligación de conocer a mi enemigo’”. Y todo era porque la FAP era quien impulsaba estas actuaciones.
Y finaliza la entrevista con este diario con un mensaje claro: "No debemos olvidarnos que estas industrias, integradas por compañías, que han dejado parte de sus ingresos en financiar una organización porque, aunque pagaban impuestos, las instituciones públicas no eran capaces por sí mismas de proteger suficientemente sus derechos y defenderlas de un delito: ojalá eso no siga ocurriendo".
"Cualquier sector que no se defiende a sí mismo termina sin nada, pero tener que crear una organización como FAP porque las instituciones públicas no acababan de funcionar como tenía que ser, nos debe hacer reflexionar”, añade.
¿Sugiere quizá Tourné que no ha habido apoyo suficiente desde las instituciones, desde el Ministerio de Cultura, desde los medios de comunicación que han publicado una y otra vez todas las redadas y cada uno de los informes de cifras sobre piratería digital, aun cuando son cuestionables? “Tengo muy claro que si FAP no hubiera existido, no estaríamos donde estamos”, concluye.
José Manuel Tourné en ocho citas:
1) "Se dice con frecuencia que los intercambios "peer to peer" no son delito. Y yo no estoy de acuerdo con esa afirmación. El intercambio "peer to peer" si puede ser un delito siempre y cuando lo diga un juez. Esto es igual que el fútbol, si lo dice el árbitro es que es penalti. Pero se dice que no hay ánimo de lucro. ¿Cómo que no hay ánimo de lucro? El ánimo de lucro viene definido por el Tribunal Supremo en varias sentencias como la obtención de cualquier ventaja, incluso de carácter meramente contemplativo. La ventaja de acceder a una obra cinematográfica sin pagar por ella es una ventaja interpretada por el Tribunal Supremo como ánimo de lucro". (2005)
2) "La copia privada no es un derecho que tiene el ciudadano, sino una limitación del derecho del titular de la obra. Por eso, la copia sólo puede obtenerse por una persona física, de una obra legal y sin ánimo comercial y, además, según la ley vigente, que no lesione la normal explotación de la obra o perjudique injustificadamente a su titular". (2006)
3) "España: Capital pirata". (2009)
4) "Copiar es lo contrario que crear" (2012)
¿Qué significa para ti la palabra 'COPIAR'? - José Manuel Tourné, Director General de la FAP from elegantmob on Vimeo.
5) "[...] la confrontación desmedida y el posicionamiento extremo no traen nada bueno y a ambos se puede achacar la ausencia de dicha regulación que posibilitara el desarrollo de una oferta legal compatible con el nivel de crecimiento que tiene España. Las cifras de la piratería de contenidos en nuestro país superan ampliamente a las que se dan en el resto de Europa". (2012)
6) "[...] las páginas de enlaces que se lucren de manera indebida deben responder del daño que causan, responsabilidad que no siempre ha de ser de carácter penal pero que sin duda existe y más aún cuando el titular advierte de la prohibición de copiar, comunicar públicamente o distribuir sus obras sin su autorización". (2012)
7) "De la misma manera que se desarrollaron campañas educativas para incrementar la seguridad vial o proteger el medio ambiente, es imprescindible incluir en los planes de estudio de los colegios e institutos, contenidos que muestren el valor de la propiedad intelectual e industrial y el impacto tan negativo que la piratería tiene para nuestra sociedad". (2016)
8) “Es un momento esperanzador. Se han realizado las reformas legislativas que eran necesarias y ahora estamos esperando a que se apliquen con la agilidad y contundencia precisas, porque la ley no protege los derechos si no se aplica con rigor”. (2018)
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