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La pandemia ha trastocado absolutamente todos los planes de todo el mundo, aunque no todo el mundo tenga los mismos recursos, y de recursos, siempre, va la cosa. Así ha sucedido en la Cañada Real, el asentamiento más grande de la Comunidad de Madrid en el que viven miles de personas y en el que se crían cientos de chavales. El empoderamiento de las familias redunda en un crecimiento personal en los más jóvenes, que encuentran en la interculturalidad una puerta que abrir para aprender unos de otros. El campamento abierto de verano y sus actividades paralelas ha sido la válvula de escape para unos 500 niños que después del confinamiento solo querían poder seguir comportándose como niños.
La particularidad de este año no ha frenado a las entidades sociales que organizan los campamentos. Partiendo del proyecto en torno a la Intervención Comunitaria Intercultural (ICI), impulsado por la Fundación La Caixa, Susana Camacho ha coordinado las actividades en las que los chavales se han evadido mientras se concienciaban de la gravedad de la situación surgida por la covid-19. Referente del Proyecto en la Cañada Real por parte de la Fundación Secretariado Gitano, lo primero que hace Camacho es agradecer a dos asociaciones culturales lideradas por dos mujeres marroquís su entrega: "El protagonismo tiene que ser para las personas que viven aquí", concreta.
En colaboración con otras entidades y con la administración local, el Proyecto ICI en la Cañada ha conseguido que el 80% de las actividades estuvieran programadas e ideadas por las propias madres. "El verano llega a la Cañada cuando se inaugura la escuela del proyecto ICI", explica Houda Akrikez, la presidenta de la Asociación Cultural Tabadol y una de las madres cuyos hijos se benefician del campamento. Ella misma narra lo erróneo que es intentar describir el asentamiento con términos ligados a lo homogéneo: "Cuando hablamos de la Cañada estamos hablando de una línea que mide 16 kilómetros dividida en seis sectores. Yo estoy en el sexto, que se encuentra bastante aislado de muchos recursos y espacios de ocio. Gracias a las iniciativas que desarrollan durante todo el año la red de entidades, los chavales pueden tener un espacio propio para pasar tiempo y distracción, y así salir de ese bucle rutinario del día a día".
Francesc Ventura, director del Proyecto a nivel nacional, comenta que desde ICI buscan los "espacios improbables de relación" para potenciarlos y que esa improbabilidad desaparezca: "Hace tiempo que vimos cómo cambiaban los flujos migratorios. La gente se empezaba a quedar en España, así que la diversidad empezaba a configurarse como algo esencial de muchos barrios y localidades. Cambiamos la perspectiva desde la migración a los propios territorios, y ahora nos enfocamos en aquellos que necesitan una pequeña intervención externa para que la población autóctona se entrelace con la migrante, y viceversa". Presentes en 36 ubicaciones a nivel nacional, entre los que se encuentran el Polígono Sur de Sevilla, Ceuta, el distrito norte de Granada, Bilbao y el Raval y Nou Barris de Barcelona, su meta es llevar a cabo actividades de ocio pero con el componente esencial de la educación en valores y convivencia.
La Cañada y el confinamiento
Akrikez habla de la disposición espacial de la Cañada de cara a superar el confinamiento: "Se agradece la estructura de las viviendas. Su posición global nos ayudó a no entrar en una crisis emocional al contar con bastantes espacios en nuestras parcelas para nuestros allegados. Otro plus que le pongo a mi barrio y que no existe en muchos otros", agrega. En este sentido, la interrelación de entidades sociales con asociaciones culturales y vecinales, así como la Administración pertinente, se configuran esenciales para desarrollar actividades que enriquecen a la comunidad. "Gracias a esta red hemos logrado ser lo que somos tras trabajar muchos años codo con codo. Por ejemplo, se han realizado traducciones de folletos informativos de la pandemia y las medidas de seguridad a diferentes idiomas que se hablan en Cañada, como el árabe, el rumano, el portugués, el inglés o el dialecto rifeño. Que haya muchas lenguas es parte de nuestra riqueza", comenta la presidenta de la asociación cultural.
El "taller antirrumores", muy ligado al contraste de las fake news, ha sido otro de los tantos que se han realizado en la Cañada: "Hay que trabajar para que los chavales propaguen la verdadera realidad de la Cañada, y no solo esa imagen estereotipada que a todo el mundo se le viene a la cabeza con solo mencionarla", añade Camacho. Otra de las actividades, que ha unido a seis territorios de España en los que está presente el proyecto ICI, ha sido la elaboración de recetas típicas del país de procedencia.
La concienciación de los niños
Respecto al estado de la chavalería y la posible alteración psicológica producida por el confinamiento, todas las personas preguntadas coinciden en que los críos se morían de ganas por salir y vivir el verano. A su vez, el respeto a las medidas de seguridad ha sido una constante en los más jóvenes. "Una cosa que ha cambiado es el contacto físico. Actividades del campamento que son de cercanía, o en las que se tienen que ayudar unos a otros, han tenido que ser diferentes. Pese a que la pandemia ha perjudicado a los niños en lo más importante de su vida en su etapa educativa, que es el colegio, en donde pasan la mayor parte de su infancia, lo tienes más asumido de lo que parece", acierta Camacho.
Si hay que encarar septiembre, que sea con la regla aprendida de las tres emes: mascarilla, metros de seguridad y manos limpias, agrega la integrante de la Fundación Secretariado Gitano. En mes y medio el alumnado volverá a llenar las aulas, aunque la forma en que se hará se encuentra repleta de incertidumbres.
Interculturalidad como riqueza
El proyecto ICI, al fin y al cabo, centra sus esfuerzos en lograr una interculturalidad real, factible, en la que todos ganen. "Si no afrontamos la interculturalidad habrá un choque de culturas, pues hay municipios que han visto incrementada su población migrante de un 4 a un 20 por ciento", en palabras de Ventura. Por ello, un trabajo holístico, que tenga en cuenta todas las miradas y prismas posibles, en el que trabajen conjuntamente todas las administraciones interpeladas, entidades sociales y una ciudadanía empoderada, terminará eclosionando en una toma de conciencia por parte de la gente para que se sienta responsable de lo que sucede en su barrio, parafraseando al director del proyecto a nivel nacional.
Tomar la diferencia como valor, a nivel intercultural, es un camino que se aprende andando. "La interculturalidad es la clave de una sociedad como la nuestra, en donde la riqueza de la diferencia se materializa en nuestra ideas y nuestra energía", agrega Akrikez. Camacho, por su parte, describe así el instante en el que habrá surtido efecto el proyecto: "Será el momento en el que todas estas actividades las sostengan las familias de la Cañada, mujeres y hombres empoderados trabajando conjuntamente con la Administración, sin mediadores".
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