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BUNYOL (Valencia).- El pueblo valenciano de Bunyol se ha vuelto a teñir de rojo con su internacional Tomatina, en la que miles de enfervorizados e improvisados soldados de países de todo el mundo se han liado a tomatazos en esta multitudinaria batalla vegetal, más sensibilizada que nunca contra la violencia machista y homófoba. (VER FOTOGALERÍA)
Ataviados con disfraces, ropa vieja, cascos hechos con sandía, pelucas y gorros de natación, protegidos con gafas de sol y de bucear, y armados con minicámaras fotográficas y paloselfis, los guerreros han paliado la espera de los camiones cargados con los tomates bajo un intenso bochorno con el agua lanzada con cubos y mangueras desde los edificios por los que discurre el recorrido.
Minutos antes de las once, la carcasa pirotécnica ha marcado el inicio de esta particular refriega, en la que un griterío ensordecedor en varios idiomas acompañaba al incesante fuego cruzado rojo de 160.000 kilos de tomate maduro que portaban siete camiones y del que han disfrutado 22.000 participantes.
Han sido algo menos de sesenta minutos de locura colectiva y desenfreno con el particular armamento rojizo para esta incruenta batalla, que rememora la trifulca que varios jóvenes protagonizaron el último miércoles de agosto de 1945.
Setenta y un años después, las calles de Bunyol se han vuelto a teñir de la pasta rojiza que dejan los tomates en una Fiesta de Interés Turístico Internacional desde 2002 y que este año se ha convertido en reclamo de la lucha contra la violencia machista y la homofobia con un protocolo de actuación y tolerancia cero contra estas conductas.
Una gran pancarta de lucha contra la violencia machista ha presidido el recorrido en el que han ido haciendo su lenta aparición los siete camiones en el que los voluntarios han lanzado a los participantes tan refrescante arma arrojadiza con la que fastidiar a su vecino.
Convertida en munición reciclable, el tomate no solo se lanza entero y chafado para que duela menos, como marcan las reglas de la fiesta, ya que los que hay que luego recogen en sus manos el jugo que inunda la calle, para lanzarlo también a diestro y siniestro y restregarlo por la piel de otros contendientes.
Al grito de "tomate, tomate" y en plena efervescencia bélica, la gente pedía que le llegara la fruta para poder seguir cambiando a rojo el color de las protegidas fachadas del recorrido y de las vestimentas.
Tras el paso de los camiones, ha decrecido la intensidad, ha aumentado la lluvia de agua y han continuado los intentos de los más intrépidos de subir por un palo enjabonado, como ya es habitual, para coger el jamón que se encontraba en lo alto, mientras eran jaleados desde abajo, como ya lo habían intentado antes de la batalla.
El segundo disparo de pólvora ha paralizado los lanzamientos aunque ha perdurado la euforia y los participantes se han fotografiado besándose rebozados en tomate, se han lanzado al caldo rojizo del suelo, han patinado y, poco a poco, han despejado la tumultuosa calle para dirigirse a las duchas a limpiar las huellas de la Tomatina.
Ha empezado entonces el turno de los servicios de limpieza y los voluntarios, en pocas horas, dejarán el suelo y las fachadas impolutos y sin una sola señal de que se haya producido una guerra de tomates.
Más de dos mil turistas de la India, un gran aumento de visitantes rusos, y participantes de Nueva Zelanda, Australia, Japón, Reino Unido, Estados Unidos, Sri Lanka, Bangladés, Singapur, Uganda, Líbano o Pakistán han sido el ejemplo de la internacionalización de esta fiesta valenciana, a la que no le faltan imitadores por todo el mundo.
De los 22.000 participantes, 5.000 eran vecinos de la localidad, los que habían logrado una invitación, mientras que la marea internacional ha tenido que pagar para acceder al recorrido, después de que en 2013 se implantara el pago para reducir el aforo por seguridad, ya que en 2012 se superaron las 45.000 personas.
Con un 10 % de incremento en el dispositivo de seguridad, especialmente para incidir en la lucha contra la violencia machista, la Tomatina se ha desarrollado sin ninguna incidencia, según el alcalde de Bunyol, Rafael Pérez.
La fiesta valenciana ha sido también protagonista en las redes sociales ya que, con la etiqueta #Tomatina2016, la batalla del tomate se ha colado como tendencia nacional en Twitter
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