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El aumento de la movilidad, la reapertura del ocio nocturno y el caos judicial, los mayores riesgos para una quinta ola

El fin del estado de alarma ha llegado en un contexto que hace muy difícil predecir cómo evolucionará la curva epidémica. Las vacunaciones ya garantizan cierta protección entre la población y parece asumible que aumenten las interacciones sociales que, según cómo sean estas relaciones entre millones de personas, determinarán si cambia la tendencia o no.

Una pareja de turistas en un bar de Barcelona el pasado domingo 9 de mayo, primer día sin toque de queda.
Una pareja de turistas en un bar de Barcelona el pasado domingo 9 de mayo, primer día sin toque de queda. Enric Fontcuberta / EFE

Las imágenes de botellones en varios puntos de España el sábado pasado provocaron dudas sobre las consecuencias del fin del estado de alarma. Sin embargo, a nivel epidemiológico preocupa más la mayor movilidad e interacción social de millones de personas que casos concretos y residuales que se espera que tengan poco impacto. Y, aún teniendo en cuenta esto, no está claro el efecto que habrá en los contagios que puedan derivar en el inicio de una quinta ola. Según las predicciones del grupo de biología computacional y sistemas complejos (BIOCOMS) de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), con las vacunas se conseguirá que la posible subida de contagios no llegue a desembocar en una transmisión descontrolada

Clara Prats, física e investigadora del grupo BIOCOMS, reconoce la dificultad para hacer predicciones. "Hasta ahora teníamos bastante armado que una reapertura y una relajación grande de las medidas llevaba a una subida de contagios. Ahora es diferente gracias a que tenemos cierto nivel de protección por las vacunas. Va a depender mucho de cómo nos relacionemos", explica a Público. La física da una clave sobre el número de reproducción básico instantáneo (Rt), el número promedio de casos secundarios que cada persona infectada puede llegar a contagiar en una etapa de tiempo. Según los últimos análisis del grupo, se podría asumir una subida hasta un 1,2 y, siendo optimista o esperando unas tres semanas si la vacunación avanza según lo previsto, hasta un 1,5. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, la Rt ahora se sitúa en 0,9. 

Evolución del número reproductivo básico instantáneo (Rt).
Evolución del número reproductivo básico instantáneo (Rt). Ministerio de Sanidad

Pero lo primero, ¿se producirá ese cambio de tendencia? Ninguno de los expertos consultados lo tiene claro. Idelfonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SEPAS), y Oscar Zurriaga, vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), coinciden con Prats en la dificultad de prever la evolución. La situación actual es relativamente positiva porque la incidencia en 14 días está bajando, y la incidencia en 7 días es incluso menor. Lo complicado es saber qué pasará cuando llegue el momento en el que empiezan a tener efectos las consecuencias del fin del estado de alarma.

"Tendrán más efecto las pequeñas interacciones de millones de personas que los botellones"

Pero los botellones no tienen por qué ser determinantes o, por lo menos, lo más determinante. "Lo que hemos visto no es nada ejemplificante pero hay que tener en cuenta que, posiblemente, no es representativo de la mayoría. La repercusión no debería ser tremenda aunque hemos visto algún caso como Euskadi, donde las celebraciones con las finales de copa, provocaron el comienzo de su última ola", valora Zurriaga. 

Hernández cree que habrá más riesgo por el aumento general de la movilidad, de las interacciones sociales y de la disminución de las restricciones. "Considero que afectarán más las pequeñas interacciones de millones de personas porque ahora se pueden juntar grupos más grandes. En algunas comunidades no hay ni límite. Y habrá que ver cómo evoluciona la movilidad entre las comunidades porque las interacciones se podrán dar entre muchas más personas diferentes", explica el experto. Entre las claves que afectarán a la movilidad, Zurriaga recuerda que ahora hay muchas modificaciones y pone algunos ejemplos como el fin de los  cursos escolares y universitarios, las vacaciones o la temporada de recolección de frutas.

Pedro Gullón, epidemiólogo y profesor de la Universidad Alcalá de Henares, cree que los botellones se están "maximizando" y señala otros factores de riesgo: "Me preocupa más el desorden legislativo porque la confusión puede provocar que la gente no comprenda las medidas y, por ello, que no las cumpla. Pero también medidas como la reapertura del ocio nocturno porque las comunidades se sientan presionadas por el sector, como ya ha pasado en Andalucía. El ocio nocturno puede ser peor porque, en primer lugar, los locales se abren más días por lo que la situación se produce más veces. En segundo, porque el riesgo es más alto si los locales son cerrados y, además, se ha visto que se han incumplido las medidas muchas veces. La posibilidad de que ese sitio se convierta en discoteca es alta y, desde luego, mucho más peligrosa".

Por otro lado, Prats cree que la diferencia entre tener un aumento controlado o descontrolado de los contagios estará en si empiezan los eventos en grandes grupos que se consideran "de superpropagación". En una pandemia, estos eventos se consideran aquellos en los que un infectado contagia a más de seis personas y, por esto, hay investigadores que recomendaron en sus estudios que limitar las reuniones a 10 o menos personas reducía la cantidad total de infecciones. "La vacunación ahora mismo nos puede ayudar a controlar crecimientos suaves pensando en relaciones de grupos sociales, por ejemplo, de seis o diez personas y sin mezclar muchas burbujas", concreta la física. 

El rastreo de contactos, alternativa a las restricciones

Como ya se ha repetido en muchas ocasiones, el fin del estado de alarma no significa ni el fin de las restricciones ni el fin de la pandemia. Gullón y Zurriaga recuerdan el documento aprobado en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud que establece una serie de medidas que se deben llevar a cabo según el nivel de riesgo de la autonomía sigue siendo válido. "La mayoría de las medidas que vienen ahí, como límites a los horarios y aforos de los comercios, o el cierre interior de la hostelería, no necesitan estado de alarma", añade Gullón. ¿El problema? Que ese documento nunca ha sido obligatorio pese a ser aprobado por el Ministerio de Sanidad y las comunidades. Autonomías como Madrid se lo han saltado sistemáticamente a lo largo de la pandemia.

El rastreo de contactos se debería reforzar para dar paso a la relajación de restricciones

También es otro momento para recordar una de las claves para controlar la pandemia: el estudio de contactos. Hernández afirma que es "el instrumento fundamental" para controlar la transmisión, vigilar la evolución de las vacunas y las variantes. De hecho, reforzar el estudio de contactos en todo el país es muy "ágil" y podría permitir que no se dieran pasos atrás y se tuviera que volver a restricciones más duras. "Cuando se consigue tener una incidencia baja, se puede controlar la transmisión. La Comunidad Valenciana y Baleares lo han hecho bien y el resto tendrían que avanzar en esa línea", argumenta.

El portavoz de la SEE explica que los servicios de vigilancia y salud pública tienen incluso más trabajo cuando la incidencia baja pero que aún no se tienen los suficientes recursos ni humanos ni técnicos. "Los recursos son insuficientes, la tensión y el trabajo sigue siendo el mismo y el cansancio se ha incrementado mucho", advierte.

Las vacunaciones reducen las muertes e ingresos en UCI

Igualmente, parece muy difícil que se vuelva a un escenario de una ola que provoque un gran aumento de la mortalidad. Como explica Prats, en la cuarta ola ya se ha roto con la dinámica de las anteriores cuando subía la incidencia, después los ingresos y, después, los fallecidos. "Ahora vemos que la curva de fallecidos no ha subido como la de los contagios. Gracias a la vacunación, el nivel de protección relativo es de un 60%. Esto quiere decir que, respecto al escenario de no vacunación, hay 40 fallecidos de cada 100, pero no 60. Si la incidencia sube mucho, la mortalidad también, pero seguirá cierto nivel de protección", comenta sobre los datos del último informe de BIOCOMS. También comenta los datos más actualizados de Catalunya, donde la protección alcanza ya el 68% y se prevé que en tres semanas llegue al 85%. Además, señala que en otoño dos de cada tres fallecidos eran mayores de 80 años y ahora prácticamente esas dos muertes no se tienen porque ya el 100% de personas de este grupo están inmunizados.

Con la protección sobre las UCI también se va avanzando. Según los datos de BIIOCOMS, en Catalunya están protegidas en un 30%, es decir, ingresan 7 de cada 10 personas que requerían cuidados intensivos antes. En tres semanas se prevé que se alcance el 50%, algo que ya empezaría a descongestionar las UCI. Los resultados son extrapolables al conjunto de España porque se mide el ritmo de vacunación que ya es muy parecido en todas las comunidades autónomas.

Una subida de contagios: ¿cuarta o quinta ola?

Si suben los contagios, ¿se considerará quinta ola? Los expertos advierten que esto es una cuestión más relacionada con la comunicación que con lo científico. Con los datos se analiza realmente el crecimiento sostenido que, por ejemplo BIOCOMS, se valora cuando se mantiene al menos una semana. Y, más allá de eso, los expertos comparten que en el momento actual es complicado hablar de una ola a nivel estatal ya que la situación epidemiológica de cada comunidad es muy diferente porque algunas realmente seguirían en la tercera, por ejemplo, al no haber llegado nunca ni siquiera a un riesgo medio, según el semáforo de alertas de Sanidad y las comunidades autónomas. 

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