a coruña
El consejero delegado de la multinacional papelera portuguesa Altri, José Soares de Pina, admitió este lunes en Santiago que la factoría de celulosa que la firma pretende instalar en la localidad lucense de Palas de Rei emitirá a la atmósfera 0,1 toneladas de dióxido de carbono (CO2) por cada tonelada de producto que saque el mercado. El CO2 es el principal causante del calentamiento del planeta y del cambio climático que se deriva de él.
Según la memoria de impacto ambiental que Altri ha presentado a la Xunta, su planta, ubicada junto al río Ulla y al Camiño Francés de Santiago, tendrá capacidad para producir anualmente 400.000 toneladas de pasta de celulosa y otras 200.000 de tejido semisintético. Eso que significa que la huella anual de carbono de la fábrica a máximo rendimiento será de unas 60.000 toneladas de CO2.
Es decir, el equivalente al que emiten 21.500 coches de gasolina que recorran 20.000 kilómetros al año —un vehículo medio emite 140 gramos de CO2 por cada kilómetro—. Algunos expertos contrarios al proyecto alertan sin embargo de que la cifra de emisiones de la fábrica de Altri estará por encima de las 100.000 toneladas anuales de dióxido de carbono.
El consejero delegado de la empresa lusa acudió a Santiago poco más de una semana después de la multitudinaria manifestación celebrada en Palas por los colectivos ecologistas, vecinales y de mariscadoras de la ría de Arousa que se oponen al proyecto por sus elevados costes medioambientales.
"Desinformación" y "argumentos falsos"
En ese sentido, Soares de Pina, atribuyó la contestación social a la "desinformación" y los "argumentos falsos" que, en su opinión, se están publicando en los medios, y en los que a su juicio se basan buena parte de los cerca de 23.000 escritos de alegaciones contra la planta que hasta el momento ha recibido la Xunta.
Lo cierto es que de la memoria presentada por Altri se desprenden diversos efectos sobre el medio ambiente: ocupará 366 hectáreas de terreno en una zona de gran riqueza ecológica y cultural limítrofe con áreas protegidas de Red Natura, y consumirá cada día 16 millones de litros de agua del río Ulla, que desemboca en los bancos marisqueros de la ría de Arousa y a cuyo cauce devolverá otros 30 millones de litros de agua depurada, pero aún contaminada, que se verterá a 27 grados de temperatura.
Además, Altri empleará cada año en su proceso productivo 1,2 millones de toneladas de madera de eucalipto, una especie invasora que ya ocupa más de un tercio de la superficie forestal de Galicia, y emitirá a la atmósfera partículas y otros gases tóxicos —azufre, monóxido de carbono y óxidos de nitrógeno, entre otros— a través de una chimenea de 75 metros de altura ubicada a centenares de metros de varios núcleos de población.
Soares de Pina defendió sin embargo que el proyecto no tendrá consecuencias medioambientales negativas. Aseguró que las emisiones de CO2 serán 50 veces menos de las que provoca la fabricación de algodón y 120 menos que la del polyéster, y que serán "biogénicas" porque no provienen de la quema de combustibles fósiles, aunque no explicó si esa diferencia supone una ventaja ecológica.
Consumo de agua
También aseguró que el consumo de agua del Ulla de la planta de Palas será la mitad de las de otras del sector pastero, y que se invertirán 80 millones de euros en el sistema de depuración para garantizar que los vertidos al río se mantienen dentro de los límites que establece la legislación.
El consejero delegado de la multinacional recordó que la inversión que prevé la empresa, de más de 800 millones de euros, sería la mayor que ha recibido Galicia en el último medio siglo, creará 500 puestos de trabajo directo y a a ella podría seguir otra en una segunda fase para llegar a los 1.000 millones de euros. Asimismo, reiteró que es condición inexcusable para instalar la planta que el 25% de esa cantidad esté financiada con ayudas públicas.
José Soares de Pina, consejero delegado de Altri: "No hacemos inversiones donde no las quieren",
Paradójicamente, Altri quiere obtener éstas de los programas de descarbonización de los fondos europeos, pensados para sufragar iniciativas empresariales e industriales que contribuyan a reducir la emisión de gases de efecto invernadero, no a incrementarlas.
El directivo amenazó con desistir de emplazar en Galicia la fábrica de celulosa si no se resuelven en los próximos meses tanto la tramitación de la licencia ambiental por parte de la Xunta como la concesión de la subvención comunitaria. Y también si la contestación social sigue siendo un problema. "No hacemos inversiones donde no las quieren", concluyó.
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