Sevilla
Algeciras apenas supera los 122.000 habitantes, pero entre ellos hay vecinos de más de 120 nacionalidades. Es una ciudad fronteriza, una triple frontera, con Marruecos, que es de otro continente, África, y con Gibraltar, apéndice de Gran Bretaña, que ya no es de la UE. Está, por tanto, muy acostumbrada a convivir con gente de otros culturas, de otros idiomas, de otras religiones, con los que van y vienen de paso a través de los barcos que cruzan el Estrecho y con los que se han quedado allí a vivir. La convivencia allí no es un problema. Nunca lo ha sido, dicen quienes conocen bien el tema.
Cerca del 9% de la población permanente de Algeciras es extranjera, la mayoría –más de un 60%– procede de Marruecos, el país vecino al que se puede llegar en menos de una hora tomando un ferry desde el puerto que tiene el mayor tráfico de pasajeros y mercancías de España. La Fundación Márgenes y Vínculos, que lleva 12 años trabajando en el ámbito de la migración en el Campo de Gibraltar, hizo en 2017 un estudio sobre la percepción que tiene la población de esa convivencia. Entonces pudo constatar la buena relación que mantienen autóctonos y foráneos en esa punta del suroeste de Europa.
La encuesta reflejó que un 30,6% de la población autóctona considera que la migrante contribuye a mejorar la vida en comunidad y un 35,4% que lo hace para mantener la convivencia, mientras que el 81% de la población extranjera expresa que siempre o casi siempre ve respetadas su cultura y sus costumbres.
Además, el 60% de los autóctonos dicen que se relacionan diariamente tanto con españoles como con extranjeros, porcentaje que sube a casi al 70% en el caso de los foráneos. Y el 64,6% de los migrantes encuestados asegura que ha sido un acierto o un gran acierto haberse ido a vivir a Algeciras, ciudad que, en su mayoría, eligieron por la proximidad a Marruecos.
Francisco Mena, presidente de Márgenes y Vínculos, dice a Público que el resultado de ese estudio refleja la "multiculturalidad" de Algeciras, donde hay barrios con un porcentaje de población migrante que llega al 15%, los barrios, precisamente, más castigados por el paro y la exclusión social que afecta por igual a unas comunidades y otras. Uno de esos barrios es el de Los Pescadores, en la parte sur de la ciudad, donde, según se reseña en el estudio, un grupo de vecinos se había agrupado en la parroquia para ayudar a los más necesitados, muchos de ellos migrantes, tanto a los que habían llegado de forma clandestina como a los que ya residían de forma legal, proporcionándoles ropa, comida y ayuda para encontrar un trabajo.
"Por el trabajo que llevamos haciendo aquí desde hace 12 años, sabemos que el nivel de convivencia es magnífico, es un modelo a imitar por otras poblaciones de España y de Europa. Prácticamente, no hay ninguna conflictividad entre unas comunidades y otras", asegura Francisco Mena. Más aún –añade-, se han dado casos también de colaboración entre ellas, como ocurrió durante la pandemia de la covid, cuando la organización cristiana de Cáritas se coordinó con los imanes de las mezquitas de la ciudad para que no hubiese una persona que estuviera recibiendo en los dos sitios las bolsas de comida que se proporcionaban a las familias más necesitadas a causa de la grave crisis.
José Chamizo, quien fue Defensor del Pueblo Andaluz durante 17 años, ejerció como sacerdote en la parroquia de La Palma de Algeciras y dirigió varias organizaciones sociales de la comarca. Conoce perfectamente el terreno y asegura también que la convivencia entre las comunidades autóctona y foránea es normal, como sucede en la mayor parte de Andalucía.
Chamizo: "Aquí nos hemos educado en el conocimiento entre comunidades"
Chamizo recuerda que solía ir a la zona del mercado de abastos, donde se concentra un gran número de confiterías, carnicerías y otros establecimientos abiertos, en su mayoría, por ciudadanos marroquíes, y que nunca observó incidentes. Esa zona se había ido degradando a causa de la dura competencia de las grandes superficies comerciales que iban dejando sin clientes a los pequeños negocios del barrio, que acabaron cerrando, hasta que otros vinieron de fuera a reabrirlos. "El espíritu emprendedor de pequeños empresarios, fundamentalmente de origen marroquí, ha proporcionado a esta zona de la ciudad una diversidad comercial que hace unas décadas era impensable", se señala en el estudio de Márgenes y Vínculos.
"Esto es un punto transfronterizo –explica Chamizo a Público–, tiene fronteras con Gibraltar y con Marruecos, y ahí nos hemos educado en el conocimiento entre diferentes comunidades, con sus problemas y sus suspicacias, como en cualquier sitio. Nada más".
Algeciras Acoge es otra de las organizaciones más importantes que trabajan en el campo de la migración en esta comarca del sur de Cádiz. Su presidenta, Mari Ángeles Benítez, ratifica que la convivencia entre la población autóctona y extranjera es "algo muy sólido, de toda la vida" en una "ciudad crisol" donde vive gente que procede de muchos países diferentes. "Somos una ciudad fronteriza y tenemos como una de nuestras riquezas la diversidad, y así lo hemos vivido siempre", subraya.
Y los problemas que tiene la población migrante en Algeciras son prácticamente los mismos que padece la autóctona, según la responsable de esta asociación de acogida: los problemas que acucian a toda la clase trabajadora con menos ingresos económicos, o sea, la carestía de la vivienda, de la luz, de los alimentos que hacen muy difícil, a veces imposible, llegar a final de mes.
Preocupación por el futuro de la convivencia
Lo que más preocupa a todas las personas consultadas es el futuro, que el asesinato de un sacristán y la brutal agresión a un sacerdote cometidos por un joven marroquí no enturbie la convivencia que hasta ahora ha sido buena en la ciudad algecireña. Mari Ángeles Benítez confía en que todo siga igual y se quede en un incidente aislado, "terrible", pero aislado de un "individuo que no representa a nadie", "fanático" y que "hace daño a la imagen" de un colectivo que convive pacíficamente con el resto de la población, recalca.
José Chamizo también confía en que todo siga igual y que se mantenga la coexistencia pacífica en Algeciras, ahora alterada por el grave suceso del miércoles. El que fue Defensor del Pueblo Andaluz señala que tanto la comunidad islámica como la cristiana de la capital del Campo de Gibraltar están preocupadas por lo que pueda suceder y esperan que no se produzca ningún episodio violento con "gente exaltada", algo a lo que, a su juicio, no contribuye en nada algunas declaraciones que se han hecho en las últimas horas carentes de toda prudencia.
La encuesta de Márgenes y Vínculos de 2017 refleja que la mayoría de los migrantes entrevistados declara que los atentados terroristas cometidos en nombre de la religión islámica han podido provocar cierto rechazo injustificado contra la población de origen musulmán. La mayoría dice haber escuchado un comentario acusatorio más de una vez, aunque sólo dos aseguran haber sido ellos mismos objeto de las acusaciones o insultos. "Algunos informantes claves aseguran que la mayoría de la población sabe distinguir entre una religión y unos terroristas y otros afirman que al día siguiente de un atentado aumenta el recelo de los autóctonos y parte de la población marroquí prefiere no salir a la calle", se señala en el estudio.
Según Francisco Mena, cuando ocurren sucesos como el asesinato del miércoles la primera "escandalizada es la propia población musulmana", que teme, además, que hechos de este tipo puedan utilizarse en su contra.
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