sevilla
Actualizado:El calvario judicial que María Salmerón sufre desde hace demasiados años por haberse decidido a escuchar a su hija, que no quería ver a su padre, condenado a 21 meses de prisión en 2008 por malos tratos, no parece que vaya a terminar nunca. La Audiencia Provincial de Sevilla, en un auto de 15 de octubre pasado, por un lado, confirma que Salmerón no tendrá que cumplir, porque ha prescrito, la pena de prisión que pesaba sobre ella -por incumplir el régimen de visitas- después de que el Tribunal Supremo hubiese revocado el mes de marzo pasado el indulto que le había concedido el Gobierno, pero, por otro, ordena que la Fiscalía investigue a Salmerón por un presunto delito de desobediencia.
Es decir, que Salmerón se libra por el momento de la cárcel, adonde quería llevarla su exmarido, pero deberá afrontar una nueva investigación de carácter penal. “¿Qué pasa? ¿Que no me van a dejar de machacar? Sí, ha prescrito la pena, pero María Salmerón es muy mala. Muy desobediente. Todo esto es muy injusto”, dice ella, en conversación con Público. El delito de desobediencia está regulado en el artículo 556.1 del Código penal y dice así: “Serán castigados con la pena de prisión de tres meses a un año o multa de seis a dieciocho meses, los que, sin estar comprendidos en el artículo 550, resistieren o desobedecieren gravemente a la autoridad o sus agentes en el ejercicio de sus funciones”.
Símbolo de la lucha por la igualdad real
Los magistrados Pedro Izquierdo, Mercedes Fernández y Rafael Díaz consideran que “el hecho de que la penada [Salmerón] no acudiera a la cita programada para la elaboración del Plan de Ejecución de la pena [previsto en la normativa para las condenas a trabajos en beneficio de la comunidad…] pudiera constituir un delito de desobediencia a la autoridad y, por ello, deben ponerse estos hechos en conocimiento del Ministerio Fiscal, a los efectos de que interese las actuaciones procedentes por presunto delito de desobediencia”.
Salmerón se ha convertido en todo un símbolo de la lucha por la igualdad real y contra la violencia machista. La lucha de Salmerón, auxiliar de clínica, que ha sido condenada e indultada varias veces por incumplir el régimen de visitas, por respetar la voluntad de su hija, ha servido, entre otras cosas, al ponerle rostro, para ubicar en el debate público la idea de que un maltratador nunca puede ser un buen padre.
En su momento, la Justicia no entendió que la condena a su exmarido supusiera un obstáculo para que pudiera ejercer como padre de la hija de Salmerón y llegó a otorgarle la custodia. María solo pudo recuperarla tras una dolorosa batalla judicial que concluyó después de que los jueces accedieran a escuchar a la hija. Ella no quería estar con su padre.
Y hoy la justicia continúa sin comprenderlo.
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