Marcelino Iglesias (Bonansa, Huesca, 1951) es el portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Senado desde el inicio de la legislatura. Entonces abandonó la política aragonesa en la que había desarrollado toda su actividad pública, especialmente como presidente de la Diputación General de Aragón entre 1999 y 2011, en un tiempo en el que otros 'barones' socialistas pasaban a la oposición. Nacido en la franja catalanoparlante -lengua que utiliza habitualmente- es un experto esquiador y conocedor del sector ganadero de alta montaña. Como político tiene fama de ser cauto, analítico y de estar en contacto con la calle.
Portavoz, ¿aquí en el Senado se es conciente del clima que hay en la calle?
Sí, sí, claro. Estamos pasando por un momento muy delicado como consecuencia de una crisis, sin duda la más dura que hemos sufrido en democracia; también somos concientes de la desafección que siente la gente hacia la política.
¿Cree que existe una falta de reacción, de sensibilidad hacia los ciudadanos?
¡Hombre, claro que hay una falta de reacción! Porque los ciudadanos han construido con su esfuerzo en los últimos 30 años un Estado moderno y, sobre todo, un Estado de bienestar que se está desmontando muy rápidamente. Para los ciudadanos es la peor noticia que les podemos dar. Cinco años después, la crisis no sólo no termina si no que se profundiza cada vez más, y eso está afectando a todos los servicios públicos que han sido el núcleo de la cohesión social.
¿Qué siente cuando oye o lee una pintada con el lema 'no nos representan'?
Pues que hemos tenido solamente 35 años de democracia en la historia de España y que eso exige una gran reflexión, porque la democracia es un sistema imperfecto, pero es el único. Y los ciudadanos deben pensarse muy bien a quién eligen. Yo les trasladaría a todos los ciudadanos que quisieran escucharme que lo que no se puede poner en duda es la democracia. Porque fuera de la democracia este país ha sido un fiasco. Con todo, ¿por qué cree que se pone en duda la validez de la representatividad?, ¿cómo se ha llegado a esa situación? Porque durante cinco años de crisis desde la política no se ha sido capaz de resolver los problemas de los ciudadanos.
¿Debido a qué?
Debido a que es una crisis muy profunda, a que hemos hecho una gran cesión de soberanía, como otros, hacia la UE, y a que una parte de los instrumentos para combatir la crisis ya no están en manos del Gobierno español, de los gobiernos nacionales. Por lo tanto, estamos sin haber consolidado el proyecto europeo y con los proyectos nacionales muy debilitados. Y en España ahora hay un gobierno que prometió resolver los problemas hace 15 meses sin disminuir los avances sociales, y ha hecho justamente lo contrario. Eso, sin duda, es un elemento fundamental para que se asiente esa percepción de los ciudadanos hacia la política. Es una gran irresponsabilidad por parte de Rajoy y del PP.
Hay quien opina, y no son pocos, hasta expertos constitucionalistas, que el Senado debería cerrarse. ¿Qué piensa al respecto?
Si en estos momentos tan críticos, con el 55% de los jóvenes sin trabajo, con un 26% absoluto de paro y con una situación económica muy delicada, se le pregunta a la ciudadanía lo más seguro es que lo cuestione todo. Es verdad que el Senado es una institución que no ha acabado de desarrollarse para lo que se pensó, que no es otra cosa que para la representación territorial. Ese objetivo lo estamos proponiendo los socialistas desde hace 10 años, una reforma a fondo para que el senado represente la realidad territorial del país.
¿Y en las dos legislaturas de Zapatero?
Zapatero era partidario de la reforma del Senado, y lo propuso. Pero no podía hacerlo solo, no tenía la mayoría suficiente, porque ni siquiera contaba con una mayoría absoluta como ahora. Una reforma del Senado exige un pacto, como mínimo, entre los dos grandes partidos, al que hay que sumar a los nacionalistas.
Usted ha sido presidente autonómico. ¿El senado actual sirve como cámara territorial?
No, no sirve. Con el sistema actual no representa suficientemente a las comunidades autónomas. Cuando se hizo el Senado no existían las comunidades autónomas. No conozco a ningún país compuesto, federal, que no tenga una cámara como el Senado. Por lo tanto, no se trata de hacer desaparecer al Senado, sino de que el Senado dé salida a muchos de los conflictos que se generan en un Estado compuesto como el nuestro.
Entonces, de momento, ¿para qué sirve?
Actualmente sirve como cámara de segunda lectura, evidentemente, al igual que en otros muchos países. Y quiere servir como cámara de representación territorial. Tenemos en marcha una ponencia que está trabajando en esa reforma y parece ser que los dos partidos, también los nacionalistas, estamos manifestando un acuerdo para encauzar los problemas que se han generado en los últimos 30 años, con un modelo de Senado federal que dé solución a los problemas que surgen en materias que son competencia de las comunidades autónomas, que son muchas. Aquí es donde deben tener su primera lectura, desde mi punto de vista. Eso resolvería muchas de las tensiones que se generan en un Estado compuesto. Sin ese nuevo Senado es imposible que funcione un Estado autonómico, prácticamente federal, en el siglo XXI.
¿Cuáles son los cambios más urgentes para que funcione?
Hay que hacer un cambio en la Constitución. Los que queremos que la Constitución permanezca, quienes la apreciamos, queremos ponerla al día. España es el único país de Europa que no ha modificado una Constitución, y no le ha ido bien. Alemania la ha modificado más de cincuenta veces en 40 años y es un país muy estable. No se pueden asimilar cambios en la Constitución con una inestabilidad. Hay toda una generación con menos de 50 años que no votó la Constitución y que no se siente vinculada a ella. Ese 'no nos representan' al que usted hacía referencia en gran parte es el grito de esta gente, que no se siente vinculada a un texto que no votó y que con una reforma le deberíamos dar la oportunidad para que también fuera suyo. En esa reforma hay que hacer cambios en el funcionamiento del Senado y en la elección de los senadores para pasar de representar a una provincia a una comunidad autónoma. Por lo tanto: reforma de la Constitución, nuevas funciones del Senado y nuevo modelo de elección de los senadores.
¿Usted es de los que piensa que la situación actual tiene solución o de lo que piensan que no hay quien lo remedie?
Sí, tiene solución. Lo que sucede es que la vieja política de los Estados, los viejos nacionalismos estatales con muy resistentes en Europa y la nueva Europa todavía no se ha consolidado. Lo viejo está luchando con lo nuevo, que no acaba de consolidarse. El proyecto europeo es el proyecto de nuestra generación y en este momento este proyecto está pasando por momentos muy delicados, en medio de una gran crisis. Sin ese proyecto europeo consolidado yo no soy capaz de atisbar ningún tipo de futuro. Cuando Holanda y Francia votaron no al proyecto de Constitución europea se produjo un parón total; hay que retomar el impulso anterior. El próximo año hay elecciones europeas, son muy importantes: no se trata de cuestionar Europa, hay que cuestionar este funcionamiento de Europa que es poco democrático y poco europeo.
¿El PSOE está haciendo bien su trabajo de oposición?
Está haciendo el trabajo en un momento muy difícil, desde dos posiciones: primero, cuestionar el trabajo de un Gobierno que ha renunciado al 100% de su programa electoral. Hay que recordar que el programa es la legitimidad electoral. Por otro lado, estamos haciendo planteamientos alternativos. El PSOE dice que no podemos salir de esta crisis simplemente con medidas de austeridad cuando lo que hay que hacer es potenciar el crecimiento económico.
¿Es la oposición adecuada frente a un Gobierno conservador con mayoría absoluta?
Es difícil enfrentarse a un Gobierno con mayoría absoluta desde la oposición, siempre. Ahora bien, aunque no pierda esa posición lo que sí está haciendo el PP es perder a raudales el apoyo social. Creo que de eso somos conscientes todos.
¿Se siente cómodo como portavoz socialista en el Senado?
Muy cómodo. Y creo que contamos con un grupo muy preparado y con una gran experiencia.
¿Qué está pasando en el PSOE?
Es un partido como la sociedad. La sociedad está pasando por un momento difícil y el PSOE está viviendo en su propia carne esta dificultad por la que está pasando la sociedad. El PSOE no es distinto de la sociedad y, por eso, cuando la sociedad lo pasa mal el PSOE también lo pasa mal.
¿El último congreso federal se cerró en falso?
No. Hubo dos candidatos, hubo uno que ganó y tiene toda la legitimidad democrática para desarrollar su programa y construir sus equipos, y eso es lo tiene que respetar el conjunto del partido. Esa es nuestra tradición. El primer congreso que ganó Zapatero todavía fue más ajustado y todo el mundo lo respetó.
Usted ha sido un barón del partido y secretario de Organización, ¿por qué ocurren episodios como el de Ponferrada?
Ya hemos reconocido que ha sido un error y en un partido político, como en cualquier colectivo, a veces se cometen errores. Hay que intentar cometer los menos posibles. Fue un error y lo hemos asumido como tal.
Usted es nacido en la franja catalanoparlante de Aragón. ¿Comprende mejor que Madrid a sus compañeros del PSC?
Yo tengo muchos amigos en Catalunya. Y no sé si lo comprendo mejor, pero me di cuenta cuando estuve allí en las últimas elecciones que seguramente no había medido bien la temperatura y la densidad del ambiente que se había creado en los meses anteriores a los comicios. No había detectado el ambiente tan asfixiante que habían creado los partidos nacionalistas.
¿Óscar López debería dimitir?
Óscar López se puso a disposición de la Ejecutiva federal de una manera generosa y responsable y el conjunto de la Ejecutiva le pidió que continuara. Óscar López tuvo la valentía y la dignidad, cuando vio que se había equivocado, de reconocerlo y pedir disculpas. Eso es valor.
¿Los retoques decididos por Rubalcaba en la Ejecutiva del jueves van a servir para algo? ¿Es la renovación que se esperaba?
En mi opinión, los cambios llevados a cabo por la Comisión Ejecutiva Federal servirán para reforzar los equipos de trabajo tanto en el partido como en los grupos parlamentarios del Congreso y el Senado, y dará continuidad a nuestro compromiso con la igualdad, que es una de nuestras señas de identidad. También creo que cohesionará más al conjunto del PSOE y, al mismo tiempo, aportará una bocanada de aire fresco con gente muy joven y preparada.
¿Cuándo deberían celebrarse las primarias?
Esa es una decisión que deben tomar el secretario general y la Ejecutiva. Haremos primarias abiertas para elegir a nuestro candidato, y el momento parece razonable que lo decida el secretario general.
Dice usted primarias abiertas, ¿a quienes incluye en el concepto de abiertas?
Todos nuestros militantes y las personas que consideren oportuno apuntarse a un censo. Hay que hacer todavía el reglamento, pero la voluntad del secretario general es hacer unas primarias abiertas.
Ya, ¿pero cuál debe ser el tamaño de esa apertura?
Creo que será un reglamento quien lo determine, pero seguramente una fórmula muy similar a la de nuestros vecinos franceses. Fue un éxito.
¿Usted es partidario de unas primarias abiertas para elegir también a la próxima persona que ocupe la secretaría general del partido?
Yo soy partidario de cumplir nuestras normas y las que hemos aprobado en el último congreso federal es que los secretarios generales se eligen por los delegados que acuden a los congresos. Esa es mi posición. Un partido responsable, con tanta historia y tanto trabajo detrás, debe empezar por respetar sus normas.
Sí, claro, ¿pero no existe el riesgo a convertirse en un clan al margen de la sociedad?
No necesariamente. Los secretarios generales son también equipos y no deberíamos jugar a que compitieran diferentes legitimidades.
¿Es usted optimista respecto al futuro del PSOE con la que está cayendo?
Yo, primero, soy consciente de que todo el mundo de la política en toda Europa está pasando por un momento difícil, especialmente en el sur de Europa. En este momento precisamente es obligatorio recordar lo que hace 20 años pasó en un país que es una especie de laboratorio de la política que es Italia. Los italianos, como consecuencia de una crisis política similar a la que estamos pasando nosotros ahora, desmontaron todo su sistema de partidos políticos tradicionales. Apareció una especie de populismo que es un antídoto de la democracia y han tenido 20 años a Berlusconi. Por lo tanto, pensémoslo mejor. La democracia tiene muchas cosas que mejorar, el sistema de la Constitución de 1978 tiene muchas cosas que modernizar, pero la alternativa de los populismos es muy peligrosa. No deberíamos caer en ella.
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