MADRID
Actualizado:El domingo 27 de enero de 2002, el periodista Aníbal Malvar publicó un artículo donde Nicolás Redondo, el histórico líder de UGT, explicaba: "Cuando se afilia mi hijo [Nicolás Redondo Terreros], se había pasado de la clandestinidad a la simple ilegalidad, que es muy distinto. La policía hacía más la vista gorda. Aunque todavía no era fácil. En 1976 se dan los sucesos de Vitoria, con Fraga de ministro de Gobernación, en los que se asesina a cinco obreros. No era un paseo. La militancia suponía un profundo sacrificio".
Se refería al 3 de marzo de 76. Aquel día, a las 5 de la tarde, la policía perpetró "una masacre" en Vitoria. Así lo narraron ellos mismos: "Te puedes figurar, después de tirar más de mil tiros y romper la iglesia de San Francisco. Te puedes imaginar cómo está la calle y cómo está todo. ¡Muchas gracias, eh! ¡Buen servicio! Dile a Salinas, que hemos contribuido a la paliza más grande de la historia. Aquí ha habido una masacre. Cambio. De acuerdo, de acuerdo. Pero de verdad una masacre".
El 12 de noviembre de 2014, la Interpol solicitó la detención preventiva con fines de extradición de Rodolfo Martín Villa, entonces ministro de Relaciones Sindicales, como responsable de la matanza. En aquella carnicería, mataron a cinco trabajadores en huelga —Pedro María Martínez Ocio (27 años), Francisco Aznar Clemente (17), Romualdo Barroso Chaparro (19), José Castillo García (32), Bienvenido Pereda Moral (30)— e hirieron a más de 150.
Este martes, 1 de septiembre de 2020, se ha hecho pública una carta de aquel mismo Nicolás Redondo, secretario general de UGT durante cerca de dos décadas y referente de la lucha obrera en España. En ella declara su apoyo a Martín Villa. "Los protagonistas de la legalización de los sindicatos, que se hizo firme con anterioridad a la aprobación de la Constitución del 78, fueron los trabajadores representados por UGT y CCOO principalmente; pero también fue necesario el convencimiento de los sucesivos gobiernos de Adolfo Suárez de que una democracia era incompleta sin unos sindicatos libres. Entre los ministros de aquellos gobiernos de Suárez sobresalió Martín Villa, encargado en aquel tiempo de la cartera de Relaciones Sindicales", afirma en su escrito.
Junto a él y, entre otros, todos los ex presidentes del Gobierno de España, también han enviado sus cartas de apoyo el ex secretario general de UGT Cándido Méndez y los ex secretarios generales de CCOO Antonio Gutiérrez y José María Fidalgo. Justo dos días antes de que Martín Villa declare acusado de crímenes de lesa humanidad ante la jueza María Servini, quien afirma que "los hechos de los que resulta responsable" son sancionables con las "penas de reclusión o prisión perpetua".
El paso no es en absoluto baladí. Las cartas enviadas por los que fueron durante décadas máximos representantes sindicales y permanecen en la memoria como referentes del movimiento obrero añaden un dato sustancial al retrato de la historia reciente y proporcionan la pieza que faltaba en el siniestro puzle de la Transición.
La Ley de Amnistía del 77 ha alicatado durante las últimas cuatro décadas la impunidad de los criminales de la dictadura. De nada ha servido que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el Parlamento Europeo o el Consejo de Europa exigieran a los distintos gobiernos españoles juzgar los crímenes franquistas. De ahí que resulten comprensibles las cartas de los presidentes Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy en apoyo a Martín Villa.
Sin embargo, es esta la primera vez que representantes de la clase obrera, líderes sindicales, deciden avalar públicamente dicha impunidad.
La carta de Redondo
Nicolás Redondo fue elegido secretario general de UGT el 18 de abril del 76, exactamente un mes y medio después de la masacre de Vitoria. Un año después, el 13 de junio de 1977, Rodolfo Martín Villa condecoró al torturador Antonio González Pacheco, Billy El Niño, con la Medalla de Plata al Mérito Policial, premiando con ello las bien conocidas atrocidades del sujeto. Aquel mismo día galardonó también al conocido torturador Roberto Conesa, miembro de la policía franquista desde 1939, a Manuel Gómez Sandoval, jefe de la unidad que torturaba a los estudiantes, y a los también torturadores hermanos Jesús y Miguel Ángel González Reglero.
La carta que Redondo remite a la jueza Servini, titulada Alegato a favor de D. Rodolfo Martín Villa, arranca así: "Empezaré por una reflexión de carácter general, para concluir con cuestiones concretas que muestran la determinación con la que trabajaron D. Rodolfo y muchos compañeros suyos por conseguir la libertad en España sin revoluciones, sin hacer tabla rasa de nuestra historia, sino, al contrario, buscando la reconciliación entre españoles y el denominador más amplio posible para todos los cambios que dejaban en el pasado la dictadura y abrían nuestra vida cotidiana a la esperada democracia".
Y, recordando aquellos tiempos, añade: "Pretendieron, entre ellos personas como Martín Villa, hacer de las dos a Españas una amplia, acogedora y respetuosa con los diferentes modos de sentir, de pensar, de ver la vida y el mundo".
La de Gutiérrez
A finales de febrero del 76, pocos días antes de la matanza de Vitoria, Antonio Gutiérrez fue detenido a las puertas de la factoría de Michelin en Lasarte. "En todo aquel período no fue posible negociación alguna, ni siquiera con el intento de mediación que sugirió el ministro de Relaciones Sindicales, Rodolfo Martín Villa", afirma en su carta quien fue secretario general de CCOO durante más de dos décadas, de 1987 al 2000.
En su relato sobre las huelgas de entonces, al respecto de lo sucedido en Vitoria describe: "Y al final estalló la tragedia". Y continúa: "Los disparos de la policía contra los manifestantes que salían de una asamblea en una iglesia y los cinco muertos que ocasionaron sus balas no tuvieron ni tienen justificación alguna. Pero la justicia y reparación que merecen las víctimas en este y en cualquier otro caso, nunca se logra señalando a un falso culpable".
Su misiva lleva por título, así, en mayúsculas: AHORA SÍ LE DOY LAS GRACIAS A MARTIN-VILLA. Y efectivamente se las da: "Ahora sí quiero agradecerle que siendo ministro evitase la violencia siempre que pudo y viniese de donde viniese. Un agradecimiento cargado de respeto porque si en este país nos perdemos el respeto volveremos a perderlo todo".
Como bien es sabido que todo agradecimiento tiene sus razones, aquí van las del referente sindical de CCOO: "Una forma de arruinar la memoria democrática es sustentar querellas como la que culpa de delitos tan atroces como falsos a Rodolfo Martín Villa asociados al proceso de Transición a la democracia. Convertir aquel logro colectivo en una frustración histórica solo beneficiaría a quienes alientan el resentimiento: que antes y ahora en el abono de la intolerancia y a la postre de la violencia".
La de Fidalgo
Sin duda no es tanta la profundidad del análisis de su sucesor al frente de CCOO, José María Fidalgo. Tras 8 años dirigiendo el sindicato, la carta que dirige a la jueza Servini arranca así: "Soy leonés y tengo en gran admiración a Rodolfo Martín Villa. El sentido de este testimonio es reivindicar la figura de Rodolfo Martín Villa como uno de los arquitectos de la Transición española, como trabajador por la cohesión económica y social de su país y como persona de bien". Dicho lo anterior, pasa a alabar "la tenacidad, la lucidez y la libertad de Rodolfo Martín Villa" en "temas que vincularán a muchas generaciones en el futuro".
Incluye Fidalgo además en la carta su personal descripción de quien sembró de medallas la tortura: "Es un humanista, a pesar de ser ingeniero industrial, de formación; amante de la lectura, del arte y de los amigos. Rodolfo es muy potente porque nunca estará solo".
Cabe por fin añadir un último detalle del sindicalista a modo de apreciación general de la época: "Además, la Transición española era incompatible con la eliminación del adversario político propia del genocidio y de los crímenes de lesa humanidad".
La de Méndez
El sucesor de Nicolás Redondo al frente de UGT, Cándido Méndez, aporta la más escueta de todas las misivas a la jueza María Servini.
Alaba el papel "desde el interior del régimen" en la Transición a la democracia de "los denominados jóvenes reformistas dirigidos por Adolfo Suarez, ya fallecido y entre los que se encontraba Don Rodolfo Martin Villa", para añadir que "encabezó distintos gobiernos desde el 1976, y que a partir de las elecciones generales del 15 de Junio de 1977, dichos gobiernos fueron plenamente democráticos".
Y, tras haber sido durante más de dos décadas secretario general de UGT, añade una consideración general sobre la masacre de Vitoria y los esfuerzos de ciertos dirigentes de entonces, a los que no pone nombre, en busca de la paz: "Esa alta conflictividad, pero sobre todo la incapacidad de las fuerzas de seguridad del Estado de gestionar, en términos democráticos el conflicto social tuvo consecuencias trágicas, como los terribles sucesos de Marzo de 1976 en Vitoria, año en el que hubo en España más de 18000 huelgas, hecho injustificable, se mire desde el ángulo que se mire y que exige de una total reparación, en relación con los responsables materiales o políticos. Sin embargo, esa reparación no puede extraerse imputando del delito de genocidio, o crímenes contra la humanidad, a responsables políticos que, en aquellas fechas, y en otras posteriores, estaban esforzándose, precisamente, para generar las condiciones de asentar cuanto antes una sociedad pacífica, libre y democrática, con respeto a los cauces democráticos de la libertad de expresión".
¿Por qué?
Debajo del pasmo que provoca el paso dado por los representantes sindicales, late una pregunta: ¿Por qué?
No se trata de añadir su firma a un manifiesto, algo que ya resultaría francamente sorprendente. Estos cuatro hombres han escrito sendas cartas, una cada uno, las han firmado y las han enviado a la jueza al frente de la Querella argentina, quien tomará declaración este jueves 3 de septiembre, si nada lo impide, a Rodolfo Martín Villa, acusado de crímenes de lesa humanidad y de ser responsable, entre otras cosas, de una matanza de trabajadores. Se las han enviado para manifestar su apoyo al presunto criminal. Y en ese acto, resulta inimaginable que ignoraran que su firma viaja acompañada de las siglas de los dos principales sindicatos de España.
"La cuestión es quién ha hecho la recolección", afirma Emilio Silva, al frente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). "¿Quién ha hecho el trabajo de selección y ha conseguido esas cartas?".
Sea quien sea, ha conseguido dar un paso colosal, histórico, para la comprensión de la actual democracia española: la implicación de las cúpulas del movimiento obrero en la impunidad franquista. "Es ya la radiografía perfecta de la impunidad", concluye Silva.
"Los que combatimos la dictadura franquista encontramos compañeros de aventura en personas como Rodolfo Martín Villa", remata Redondo en su carta.
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