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MADRID.- Nació española hace cincuenta años en la Guinea Ecuatorial de Franco, en la provincia de Fernando Poo. Sobrina de un destacado político asesinado tras la independencia de la colonia, Enrique Gori, era una adolescente cuando tuvo que abandonar una de las dos orillas en las que dice que se divide su corazón. La otra, el Mediterráneo alicantino, la convirtió el pasado 20-D en la primera diputada afroespañola de la democracia.
Es auxiliar de enfermería, historiadora absorta en una tesis sobre el impacto del colonialismo europeo en África, madre, cabeza de lista de la coalición Compromis-Podemos desde el mes de noviembre y, sobrevolando tanta faceta, activista obsesionada con los derechos humanos y la igualdad.
Risueña, de palabra sosegada y tímida, Rita Bosaho se confiesa apabullada por el aluvión de titulares que se han escrito con su nombre incluso en mares desconocidos para ella: “Me están bombardeando y lo entiendo, es la novedad, pero de verdad que yo… yo soy muy normal”. Y muy prudente –“el escenario es muy complejo”, se justifica- en las respuestas que comparte a través de su cuenta tuitera: @RitaBosaho
Primera diputada negra. ¿Le molesta el apellido o es motivo de orgullo?
No me siento orgullosa ¡ni molesta! Simplemente soy la primera. En algún momento tenía que pasar.
Igual ya estábamos tardando...
Eso pienso yo también.
Licenciada en Historia, profesional de la sanidad pública, ¿cómo se mete Rita Bosaho en el lío?
He sido militante de base casi toda mi vida profesional. Desde jovencita me han interesado todas las cuestiones que tienen que ver con los derechos humanos. Allá donde he estado, he tratado de vincularme a la sociedad civil haciendo trabajo de campo.
Peleona... con genética. Cuénteme quién era su tío.
Mi tío Gori formó parte de la oposición al colonialismo español, al principio, y trabajó por la emancipación de los entonces llamados Territorios Españoles del golfo de Guinea. En todo momento se mostró contrario a la concesión de una independencia unida a los Territorios. Y los hechos demostraron, poco tiempo después, que él y quienes secundaban sus tesis tenían razón. En efecto, mi vinculación con el mundo de la política tiene relación directa con la situación de Guinea Ecuatorial y la implicación de algunas personas de mi familia.
Usted abandonó Guinea muy joven. ¿Sigue su corazón partío?
Nací en Guinea y, aunque parezca increíble, nací siendo española. Llevo más de treinta años en España y es evidente que me siento de las dos partes de la orilla. Pero tengo esa visión transversal que, de alguna manera, me enriquece respecto de otras personas. Es una gran suerte.
No le voy a preguntar por su tesis doctoral sobre “el impacto del colonialismo europeo en África”, pero sí por el papel español tras la independencia.
España tiene una deuda histórica, por lo menos. Ha consentido, voluntaria e involuntariamente, una gestión política nefasta en Guinea Ecuatorial. Y echo de menos un escenario en el que se hable más de derechos humanos y de paz social que de intereses comerciales y económicos. Sobre todo desde que apareció el petróleo en la década de los 90. Las relaciones bilaterales y multilaterales deberían estar focalizadas en la exigencia de mayores cotas de apertura democrática como condición sine qua non para la normalización de cualquier vínculo que haya con países que tienen regímenes dictatoriales.
¿Confía Rita Bosaho en poder hacer algo desde el Congreso?
Las relaciones con otros países se enmarcan siempre en cuestiones bilaterales y en la política de Estado. Pero, personalmente, espero aportar algo. Hay ilusión y ganas, como las que tenemos en Podemos. Vamos a trabajar con ilusión y responsabilidad para romper las reglas del juego, para que las cosas cambien.
Le preguntaba porque la XI tiene pinta de ser la legislatura más corta...
Tengo la esperanza que tiene la ciudadanía en el cambio y en la ruptura del bipartidismo, que eran necesarios. Tenemos que tener paciencia y esperar. Pero sí que hemos puesto una baraja encima de la mesa: la de las negociaciones, la de hablar para entenderse. El diálogo es la única vía en la que se entendería el camino iniciado con la irrupción de los nuevos partidos.
Pero confiese: ¿ha buscado ya casa en Madrid o no tiene demasiada confianza?
No, no he buscado nada. Pero eso tiene que ver con mi manera de ser. Voy haciendo las cosas conforme llegan.
¿Cuánto vértigo le da el 13 de enero, la constitución de las Cortes?
Es una situación nueva que me provoca mucho respeto. Pero también ilusión y ganas por la confianza que la ciudadanía ha depositado en nosotros y nosotras. Hay que trabajar. Lo que la ciudadanía ha querido que representemos es algo muy serio.
Si no me equivoco, ese día también se convertirá en la primera diputada con rastas... ¿Qué tiene que ver eso con la nueva política?
Las rastas las llevo por comodidad. No sé si tiene que ver con el estilo de hacer política. Que valoren los demás.
¿Es usted de prometer, de jurar...? ¿Qué fórmula va a utilizar en la toma de posesión?
La que consideremos cuando lleguemos. No puedo adelantarme a nada.
Adelante quién va a ser su jefe (o jefa) ¿Tendrá Compromis-Podemos grupo propio?
Se verá también en su momento.
Cito a Bosaho antes del 20-D: "Estás elecciones no premiarán a quien tenga más votos, sino a quien sepa pactar". Haga pronóstico para la situación actual.
Es difícil hacer pronósticos en un escenario complejo. La política se tiene que lidiar desde la responsabilidad y no desde el inmovilismo. El diálogo es base fundamental para el ejercicio de cualquier actividad, más aún la política. Seguiremos dialogando. No nos vamos a cerrar al diálogo.
En Valencia funcionó.
Sí. Funcionó el Acuerdo del Botànic. Hemos funcionado como fuerza y como coalición. Y estamos gobernando, también en los ayuntamientos del cambio. En las generales, en Alicante capital tuvimos 38.000 votos; en la provincia, 200.000, un 22%, y en la comunidad, 670.000, un 25%. O sea que tenemos unos resultados impresionantes.
¿Cómo se lleva con Mónica Oltra?
Me llevo muy bien con todos los compañeros. Nos ha dado el tiempo que hemos tenido: el de la campaña electoral. Pero había muy buena química entre todos. Si no, no nos hubiéramos unido.
¿Y con Ximo Puig? ¿También le gusta?
Lo he visto de lejos, no lo conozco personalmente. Pero me gusta todo aquel que luche por los intereses, en este caso, de los valencianos. Su gobierno está en ese papel.
¿Se considera, o ha sido, Rita Bosano víctima del racismo?
Nuestras estructuras mentales están condicionadas a partir de diagramas establecidos. Y es ahí donde se crea una hegemonía contraria a establecer igualdades en la sociedad. Es una cuestión de esquemas culturales que poco a poco se deben ir derribando para crear igualdad. No haría falta empoderar a las minorías si realmente estuvieran representadas en la sociedad.
¿Cómo mujer se ha sentido prejuzgada?
Seguimos necesitando años de lucha ¡y mucha pedagogía! para que un hecho como la posible candidatura de una mujer de origen hispano-guineano al Parlamento español no resulte transcendental.
Para que no sea noticia...
Hay que naturalizar y normalizar las cuestiones que lo son a ojos de la gran mayoría.
¿Qué haría usted contra la violencia machista?
Sobre todo trabajar para erradicar las desigualdades desde su raíz. Y para desterrar las voces que se mantienen en silencio. Porque el Gobierno dice: "Las mujeres tienen que denunciar a sus maltratadores". Pero luego, en las casas de acogida, no hay medios para atenderlas.
Dice que no le gusta como lo ha hecho el PP.
Ha pretendido tutelar a las mujeres en lugar de establecer bases de diálogo con todos los agentes sociales que están implicados en el tema de la violencia machista. Las mujeres somos capaces de elegir qué futuro queremos para nuestras vidas. Vivimos en un país democrático. No se puede entender que se nos minorice en ciertas cuestiones. La lucha feminista es una lucha política.
Lucha "feminista" que no "feminazi", como le han dicho a Bosaho alguna vez. A esos ¿qué les responde?
Que hay que trabajar mucho. La pedagogía es muy costosa.
¿Y al ministro García Margallo, que le llamó "bolivariana"?
Le respondería con otra pregunta- si el Gobierno español ha tenido relaciones con el de Guinea Ecuatorial- en esa dinámica de establecer relaciones bilaterales con países que tienen dictadura.
¿Qué le dice su hijo del lío en el que se ha metido?
Tiene 23 años; es joven. Pero me apoya.
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