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Actualizado:· TODOS LOS RETOS DEL NUEVO GOBIERNO DE PEDRO SÁNCHEZ - VER ESPECIAL
Parece una tarea titánica, pero tras la caída y encarcelamiento del excomisario Villarejo; del desastre de la táctica de mano dura contra el referéndum en Catalunya, y del fracaso de la estrategia antiterrorista que quedó patente con el atentado de Las Ramblas, la limpieza de las cloacas de Interior puede resultar mucho más sencilla de lo que se teme. Siempre que al/la responsable de la higienización no le tiemble el pulso a la hora de amputar los miembros infectados.
Para empezar, el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez tendrá que acabar con los restos de la brigada política que Público sacó a la luz en su día, al difundir las grabaciones del ministro Fernández Díaz en su despacho oficial. Esto incluye poner fuera de juego a los últimos aliados del que era entonces Director Adjunto Operativo (DAO), Eugenio Pino, y del excomisario José Manuel Villarejo (hoy en prisión) que permanecen aún hoy en altos cargos de Interior.
Pero también consistirá en revertir la profunda remodelación de la estructura de Interior que ejecutó hace casi un año el ministro Zoido, "con nocturnidad y alevosía" –según denunciaron los sindicatos y las asociaciones de la Policía Nacional y la Guardia Civil– precisamente para reforzar el control político sobre las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Un jefe de la lucha antiterrorista surgido de las 'cloacas'
El más conspicuo de los altos mandos policiales que siguen en la cúpula de Interior pese a que participaron en la brigada política es José Luis Olivera Serrano, actual jefe del Centro de Inteligencia sobre Terrorismo y Crimen Organizado (CITCO), quien era el director de la UDEF (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal) en los tiempos de más auge de las cloacas: desde ese puesto, tapó la corrupción policial y protegió a los políticos del PP implicados en el escándalo del espionaje en la Comunidad de Madrid. Además, durante su mandato se filtraron los famosos informes apócrifos de la UDEF que resultaron ser montajes fabricados para destruir a los partidos rivales del PP.
Olivera también se ocupó de las grabaciones de los exconcejales de Majadahonda que destaparon el caso Gürtel y extrañamente no siguió los rastros de esos audios que conducían a Francisco Granados, que sería encarcelado casi diez años después por dirigir la trama Púnica. Asimismo, su investigación del mayor pelotazo de la trama Gürtel, en el Ayuntamiento de Arganda del Rey, ni siquiera mencionó a Ignacio González, receptor de las comisiones de Martinsa Fadesa y mucho después imputado y enviado a prisión.
Olivera subió de la mano de Cotino y se consolidó en la cúpula con Fernández Díaz y la ministra Cospedal
El ascenso de Olivera vino de la mano precisamente de Juan Cotino –cuando era director general de la Policía de Aznar–, hoy detenido en la Operación Erial que también ha enviado a prisión al exministro Zaplana, con quien hizo amistad cuando estaba destinado en Alicante y se fraguaba el gigantesco fraude de las contrataciones del PP de Valencia durante la visita de Benedicto XVI.
Su hilo directo con el PP acabó de consolidarse con la llegada de Cospedal a la secretaría general del partido. “Cada investigación que caía en la UDEF, él se encargaba de hacerla llegar a Génova y fue en ese momento cuando comenzaron los encargos políticos a esta unidad", confió a Público una fuente policial.
Pero, sobre todo, Olivera siempre fue gran amigo de Villarejo y desde la jefatura de la UDEF participó en la denominada Operación Cataluña, puesto que allí se hicieron los informes internos fantasmas contra políticos catalanes que se acabaron demostrando falsos y elaborados sin autorización judicial.
Mucho más recientemente, la imagen del jefe del CITCO quedó ensuciada por su falta de colaboración con los Mossos d'Esquadra en la lucha antiterrorista previa a los atentados yihadistas de Las Ramblas y Cambrils, así como por la sospechosa filtración del supuesto aviso previo de la CIA a la policía autonómica catalana.
Un jefe de la UDEF heredero del ex DAO Eugenio Pino
En la larga maniobra que puso en marcha Zoido para reconstruir las cloacas de Interior con hombres de la ministra Cospedal, destaca el nombramiento como jefe de la UDEF de Fernando Moré, quien curiosamente fue quien reemplazó al frente de la Comisaría de Barajas al amigo y cómplice de Villarejo –Carlos Salamanca, también imputado en Tándem– cuando tuvo que ser apartado de ese poderoso cargo a raíz de la caída de la mafia china de Gao Ping.
Moré fue antes comisario en Alcalá de Henares, donde reside el ex DAO Eugenio Pino, y ambos mantenían una estrecha relación cuando el segundo era director adjunto operativo, según fuentes policiales. Su nombramiento como jefe de la UDEF fue protestado vehementemente por los sindicatos policiales, sobre todo el SUP (Sindicato Unificado de Policía), que expresó su malestar por la "falta de transparencia" de esa designación a dedo.
De hecho, el ascenso de Moré fue claramente arbitrario y formó parte de una estrategia de "nombramientos de libre designación, políticamente decididos para recompensar a comisarios principales recién ascendidos y fieles al PP, sin tomar en cuenta criterios profesionales, que han marcado el primer año de mandato de Zoido en Interior", explicó en su momento a Público una fuente sindical de la Policía.
Un lugarteniente de Cospedal que domina la Policía
Aunque el mando más poderoso de la Policía Nacional es Juan Carlos Ortiz Argüelles, un verdadero lugarteniente de Cospedal, de la que se hizo íntimo cuando la hoy secretaria general del PP era consejera de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid... y él era jefe de la Unidad de Coordinación Cooperativa y Territorial de Madrid.
Después, Argüelles –como se le conoce en el cuerpo– fue uno de los hombres de confianza de Cospedal durante su gobierno de la Comunidad de Castilla La Mancha, donde Ortiz era Jefe Superior de Policía.
Más tarde, recibió uno de los dos últimos nombramientos decididos por Fernández Díaz como ministro en funciones (ascendiendo a la jefatura de la Comisaría General de Extranjería y Fronteras), y finalmente obtuvo el cargo más codiciado del Cuerpo de Policía Nacional, con prácticamente todos los poderes del anterior Director Adjunto Operativo a pesar de que ese puesto fue eliminado en la restructuración policial que culminó la renovación de las cloacas de Interior.
Un estrecho control político de las fuerzas de seguridad
En julio del año pasado, Zoido anunció de sopetón una remodelación radical de las fuerzas de seguridad que acabó con las direcciones adjuntas operativas (DAO) tanto de la Policía Nacional como de la Guardia Civil. Esa reforma parecía diseñada para limpiar la imagen de la cúpula policial tras el escándalo de las cloacas de Interior –dirigidas por el anterior DAO, Eugenio Pino– desvelado por Público.
Sin embargo, en realidad supuso una "mayor politización" de las nuevas jefaturas centrales, que se pusieron bajo el mando personal del director general, en aquel momento Germán López Iglesias, un político sin formación policial, ingeniero agrónomo de formación y que sólo había tenido antes relación con los mandos y organismos policiales en su función de delegado del Gobierno del PP en Extremadura, del 2012 al 2015, porque la mayor parte de su carrera política la hizo como concejal o diputado.
"Lo lógico es que al frente de la Policía haya, además del máximo responsable político, un profesional; un comisario principal con experiencia que pueda asesorar al director general sobre los límites y las necesidades de las operaciones policiales", explicaron a este diario fuentes de Interior, tras examinar los cambios recién anunciados en la cúpula de las fuerzas de seguridad, que eliminan esa figura "profesional".
De hecho, lo que hizo el Gobierno de Rajoy fue "politizar el control jerárquico de la Policía", al poner directamente bajo el control de ese cargo político y partidista a las cuatro nuevas jefaturas centrales –una de Información, Investigación y Ciberdelincuencia; otra de Seguridad Ciudadana y Coordinación, y las dos de intendencia: Recursos Humanos y Formación, y Logística e Innovación–, que replican las funciones que tenían antiguamente las comisarías generales.
Y entre esos cuatro comisarios principales al mando de las jefaturas centrales –que despachan directamente con el director general– hay un jefe mucho más poderoso que los otros tres: el que dirige la de Información e Investigación, puesto que también controla la Policía Judicial, la Policía Científica, Extranjería y Fronteras... y la Unidad de Asuntos Internos, que vigila a todos los cuerpos policiales. Por eso Cospedal reservó ese puesto para su edecán: Ortiz Argüelles.
Una Secretaría de Estado de Seguridad clave
Ahora, la clave estará en la designación no sólo de la ministra o ministro de Interior, sino en la de su secretario/a de estado de Seguridad, ya que ese puesto es el que verdaderamente se hace cargo de la ejecución cotidiana de las directrices del Gobierno y de él/ella dependerá que se haga efectivamente una auténtica limpieza de las cloacas de Interior.
Por ello es fundamental, según indican a Público fuentes de la Seguridad del Estado, que se recupere la estructura anterior con sendas Direcciones Adjuntas Operativas de la Policía y la Guardia Civil, "aunque sin resucitar el Mando Único que se demostró ineficaz". Porque deberán ser esos DAO los que asuman los relevos y ascensos que limpien las fuerzas de Seguridad de los remanentes de las cloacas, y lo hagan siguiendo criterios profesionales y con conocimiento íntimo de los mecanismos, el funcionamiento y los mandos de las jefaturas afectadas.
No hay otro camino para higienizar Interior. Y hay que hacerlo por el atajo más corto, porque este Gobierno no tendrá mucho tiempo para arrancar las malas hierbas alimentadas en las cloacas durante un cuarto de siglo.
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