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MADRID.- El presidente del Gobierno no ha decepcionado hoy a quienes esperaban de él un discurso insistiendo en su estrategia electoral, aunque más contundente en la petición de "máximo esfuerzo" a los cerca de 600 dirigentes del PP reunidos en la calle Génova, dos años después de la última reunión de la Junta Directiva Nacional, el máximo órgano entre congresos.
Mariano Rajoy ha pedido con insistencia a los suyos que no se distraigan (hasta cuatro veces ha empleado este verbo al principio de su alocución) "en cosas que sólo importan a veinticinco", en referencia, según han entendido los presentes, a la disputa interna enconada, particularmente, esta Semana Santa, por los ataques y reproches públicos del entorno de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, al vicesecretario del PP Javier Arenas y a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.
El líder conservador ha insistido en la economía porque es "la vida de la gente", incluyendo el empleo, las pensiones y, en general, los servicios públicos. "Ése es el discurso", ha advertido, al tiempo que ha pedido a sus dirigentes que no olviden que son las "siglas PP" con las que van a volver a ganar las elecciones.
"Lo único que vengo a pediros es un nuevo esfuerzo. Por nuestro partido y por España. Yo lo voy a hacer". El presidente del Gobierno y del PP afrontó hoy las críticas internas y las disputas ídem sacando pecho de la gestión económica y social ("Hemos seguido prestando los servicios públicos") y pidiendo a sus dirigentes que la utilicen como "aval" para hablar de lo que se hará en el futuro si el PP gana las próximas elecciones el 24 de mayo.
Incluso, si gana las elecciones generales, cuando, según Rajoy, si repite en La Moncloa (dejó bien claro que ni se le pasa por la cabeza desistir como candidato a la Presidencia del Gobierno), alcanzará los "20 millones de españoles empleados", esto es, tres millones más desde 2014. "Lo que quiere la gente es que haya 20 millones trabajando. ¿Qué va a querer? ¿Qué trabajen 15?", ironizó.
Rajoy hizo mención implícita a la tensión interna, que ha alcanzado cotas inéditas desde 2008, pero para rechazarla y pedir a los suyos que se sientan "orgullosos", como él, del partido y del Gobierno. Reivindicó las siglas PP, alertando entre líneas contra personalismos, y, sobre todo, elogió la figura (esta vez, explícitamente) de la secretaria general del PP, "que ha tenido que lidiar con situaciones muy duras, como todos sabéis".
Este reconocimiento del líder del PP a Dolores de Cospedal (con quien Rajoy estará mañana en Castilla-La Mancha en dos actos) ha sido interpretado por algunos conservadores como una crítica a quienes cuestionan la labor de la también presidenta autonómica, entre otros, el mismo Arenas y la vicepresidenta.
El PP pasa por su momento más delicado desde que hace siete años se cuestionó el liderazgo de Rajoy en el Congreso de Valencia, tras haber pedido por segunda vez unas elecciones generales frente al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. Sin embargo, el presidente actúa como entonces: lo que no se nombra no existe; lo que se niega desaparece. Por ello, hoy apeló a la unidad del partido asegurando que no es necesario hacerlo: "No voy a hacer un llamamiento a la unidad, porque éste es un partido unido", sentenció en medio del aplauso de sus dirigentes; los mismo que, en privado sobre todo, se cuestionan unos a otros y al líder mismo.
Al presidente del Gobierno no le faltaron aplausos durante su intervención, particularmente de la primera media hora en adelante y, sobre todo, cuando se refirió (sin citarlos, una vez más) a Ciudadanos y a Podemos; especialmente, a los primeros, donde sus votantes están viendo una alternativa al PP.
Rajoy tiró de experiencia ("la falta de experiencia no es un valor positivo cuando se habla de los intereses de 46 millones de personas") y años de existencia para contraponer el PP a los nuevos políticos. "Nosotros no somos un foro de debate ni una pandilla de amigos; no tenemos que buscar candidatos por las cafeterías", ilustró muy aplaudido por los asistentes.
Para lo que apenas tuvo tiempo (un minuto entre sesenta) el líder del PP fue para hablar de corrupción, aunque sí aseguró que su partido y su Gobierno es el que más ha hecho "contra" ella. "Les diremos que nosotros estamos tan abochornados como ellos", indicó Rajoy como respuesta a los "militantes" que les trasladen su decepción, por ejemplo, por los casos Bárcenas-Gürtel, que, por supuesto, el jefe del Ejecutivo no mencionó. Con todo, quiso recordar que "ningún partido político ha estado a salvo de esas conductas deplorables", que en el PP "no han quedado impunes".
El discurso de Rajoy no encontró réplica entre los suyos, que salieron satisfechos de la sede nacional de la calle Génova y asegurando, mayoritariamente, que Rajoy y Cospedal salen "reforzados" tras la Junta Directiva Nacional de hoy. Con esta actitud silenciosa de los dirigentes del PP, el presidente se gana, como mínimo, el blindaje de su estrategia ante una posible debacle electoral en las autonómicas y municipales de mayo. A partir de ese fecha, se verá.
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