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Rajoy desata la bronca de la oposición al presumir de gestión

El presidente del Gobierno vuelve a una sesión de control en el Senado después de cinco meses en los que sólo ha pisado su hemiciclo una sola vez y recibe fuertes críticas de los nacionalistas por su falta de diálogo y de los socialistas, con gritos de "¡fuera, fuera!" y "¡dimisión, dimisión!", por sus menosprecios

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, interviene hoy en el pleno del Senado donde tiene lugar la sesión de control al Gobierno./EFE

JUAN ANTONIO BLAY

MADRID.- La de hoy ha sido una de las últimas sesiones de control de esta legislatura en la Cámara alta para Mariano Rajoy y eso se ha notado por el volumen de las broncas en cada una de las bancadas hasta el último momento.La tensión ha sido tal que el presidente del Gobierno ha abandonado el hemiciclo nada más acabar su última intervención como alma que lleva el diablo con gritos de "¡fuera, fuera"! y !¡dimisión, dimisión!" proferidos por senadores socialistas.

Claro está que, momentos antes, el presidente Rajoy ha acabado su intervención de esta guisa: "Lo que nos dejó esa bancada, lisa y llanamente, fue ruina (...) Deberían estar más, muchos más años, en la oposición para no hundir más este país". Fue el único momento en que Rajoy elevó la voz, eso sí sin llegar a perder los papeles que constantemente ha tenido en sus manos y ha leído, con aplicación, para responder a sus tres interpelantes.

La portavoz del grupo parlamentario socialista, María Victoria Chivite, ha tenido una intervención crítica - "ya sé que estoy siendo, señor Rajoy, muy dura", ha llegado a decir en su intervención - hasta el punto de recordarle que "usted es el presidente del Gobierno con peor valoración de la democracia" al tiempo que le recordaba algunas de las lindezas que han protagonizado sus ministros frente a su afirmación de que preside un Gobierno de los mejores. "Usted lo que dirige es un lobby", ha sentenciado.

"Rajoy está construyendo un Estado que renuncia a ser el de todos los catalanes"

El debate ha estado poblado de descalificativos, especialmente por parte de la portavoz socialista, pero carente de mucho nivel político. No deja de ser significativo que a la interpelante le haya sobrado algo más de un minuto para completar su intervención. Sin duda alguna se le acabó la gasolina antes de llegar al final. A Rajoy, que se ha sentido arropado por los aplausos de su bancada y también por lo abucheos que sus correligionarios le dirigían a Chivite.

En este debate, como en los dos anteriores con los portavoces Cleries, de CiU, y Bildarratz, del PNV - apellidos que Rajoy tuvo dificultades en propunciar correctamente cuando lo hizo por primera vez -, el presidente Rajoy llegó a exasperar a sus interpelantes porque reiteró, uno tras otro el manual de logros: "Cuando llegamos al Gobierno en 2011 ....., y ahora en 2015 ....".

Tan reiterado fue que ni siquiera tuvo que cambiar los papeles que traía escritos. Llegó un momento en que, tal vez consciente de la saturación de la letanía de "logros", detuvo su relato para reconocer que no seguía "para no abrumar a su señoría".El nacionalista Josep LLui Cleries fue duro hasta el punto de asegurar que Rajoy "está construyendo un Estado que renuncia a ser el de todos los catalanes". No fue la frase más agria que le dedicó: "El presidente Mas tiene al pueblo de su lado, usted tiene a los tribunales", le espetó en otro momento. Esta frase y la de que "Catalunya es una nación milenaria" soliviantó a la bancada popular.

Con el portavoz del PNV, Jokin Bildarratz, sucedió algo parecido. Este nacionalista vasco se quejó amargamente de que en esta legislatura rajoy haya perdido la oportunidad de "pactar, en lugar de encerrarse en su mayoría absoluta. ¿Por qué se empeña en alejarse en ligar de acercarse?", le ha planteado a Rajoy, a quien ha reprochado que no se haya sabido entender la nueva situación que hay en Euskadi, especialmente en lo referente al clima. A los dos les contestó con cierto desdén, actitud que fue de menosprecio cuando le llegó el turno a Chivite.

Las largas ausencias en el Senado - criticadas por los tres interpelantes de hoy cuando han iniciado sus respectivas intervenciones - no le sientan bien al presidente del Gobierno. De hecho, acude a la Cámara alta para cumplir un trámite ante el que no disimila su incomodidad. A partir de ahora, como mucho, le quedan no más de tres comparecencias hasta el final de la legislatura. Seguro que ya ha puesto ne marcha la cuenta atrás.


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