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MADRID.- El informe ampliatorio de la Policía Científica asegura que no se puede identificar por la mala calidad del audio a los investigadores de la Unidad de Asuntos Internos y a los dos agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que hablarían, según la defensa de Francisco Nicolás Gómez Iglesias, de “lavar las pruebas”. A esta frase, rebatida ya en dos informes periciales de la Comisaría General de Policía Científica por otra que diría “dar las pruebas”, es a lo que se agarran los abogados Víctor Sunkel e Israel Paz para que el caso sea archivado por manipulación de pruebas.
Según responde el Departamento de Acústica Forense de la Policía a un requerimiento del juzgado sobre la identificación de los interlocutores, “en cuanto a la posibilidad de efectuar un análisis pericial comparativo de los actos de habla registrados en dicha conversación con muestras indubitadas de los posibles locutores participantes se comunica que, dadas las insuficiencias cualitativas y cuantitativas asociadas al archivo objeto de estudio (…) no resultaría factible, en caso de ser requerido”.
Esta afirmación da al traste con la estrategia de defensa del pequeño Nicolás que quería que fuesen identificados los agentes del CNI, algo que la ley no permite y que en estos momentos no sería necesario por imposibilidades técnicas. Lo único que la pericial llega a concretar es que uno de los cinco interlocutores sería una mujer.
No es original
Otras de las conclusiones a las que llegan los peritos es que la grabación “no puede ser considerada original o auténtica”, según describen los protocolos internacionales. El audio llega a la causa después de que lo obtuviera Francisco Nicolás y fue entregado en un pendrive a los investigadores de Asuntos Internos por el periodista Esteban Urrieztieta, a quien se lo entregó una persona “adscrita al Ministerio del Interior”.
Sin 6 minutos y 52 segundos de una conversación en la que, según el informe entregado al juez Zamarriego, “la grabación comienza durante el transcurso de una conversación ya iniciada y se interrumpe de forma brusca”. En concreto, señalan que no hay ni saludo ni despedida entre los interlocutores.
Además, hay multitud de ruidos, palabras inaudibles e incluso se escucha el latido de la persona que llevaría el teléfono. Según se ha podido peritar, la grabación se realiza con uno de los interlocutores con el teléfono abierto dentro de la reunión y otra persona fuera de ese lugar la capta con una grabadora pegada a su teléfono. Por eso concluyen que “no es posible determinar la existencia o no de una intencionalidad en las causas asociadas a la generación de las diferentes anomalías reflejadas en el estudio”.
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