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Zapatero ha planteado al socialismo español el desafío de «exportar pensamiento»

Gonzalo López Alba

Mucho ha llovido y poco ha cambiado desde el famoso “que inventen ellos” de Miguel de Unamuno, una metáfora tan ilustrativa de su tiempo (1864-1936) como, seguramente, incomprendida en su esencia provocadora. El filósofo vasco también escribió: “Fue grande el alma castellana cuando se abrió a los cuatro vientos y se derramó por el mundo; luego cerró sus valvas y aún no ha despertado” (En torno al casticismo).
Abrir las valvas es el ambicioso empeño de José Luis Rodríguez Zapatero, que se ha propuesto “exportar pensamiento progresista” ocupando el vacío hace tiempo dejado por la socialdemocracia alemana, primero, y el laborismo británico después. La encomienda de pilotar la empresa la ha recibido Jesús Caldera, el impulsor de las grandes reformas sociales de la pasada legislatura, algunas pioneras en el mundo como las leyes de igualdad y de atención a la dependencia. El tiempo dirá si el encargo fue una excusa para apearlo del Gobierno o, como le argumentó en el momento de la despedida, un reto de primera magnitud, mayor que la de gestionar un ministerio.


La fusión de las fundaciones


El primer test será la efectiva fusión de las fundaciones de las que ahora dispone el PSOE y la dotación de los medios necesarios para acometer la tarea enunciada, ni más ni menos que crear el “centro de referencia internacional del proyecto socialista en el siglo XXI”. El primer interrogante que se deriva de este planteamiento es quién pondrá el cascabel a Alfonso Guerra, presidente de la Fundación Pablo Iglesias.
Dada la inoperancia en el ámbito del pensamiento de las fundaciones en las que participa la dirección del PSOE, el segundo interrogante es si la fusión intentará extenderse a otras colindantes que sí desarrollan esa tarea. Y de nuevo aparece el nombre de Alfonso Guerra. El ex vicepresidente del Gobierno y ex vicesecretario general del PSOE preside el patronato de la Fundación Sistema, del que también forman parte José Félix Tezanos –su director–, Elías Díaz, Gregorio Peces-Barba, Virgilio Zapatero, Pedro de Vega, Roberto Dorado, Leopoldo Torres, Abel Caballero, Rafael Simancas, Antonio Romero y Eduardo Madina.


La otra fundación colindante que produce pensamiento es Alternativas, cuyo laboratorio de ideas dirige el ex ministro Juan Manuel Eguiagaray, que sustituyó en esta tarea a Joaquín Almunia. De su patronato, encabezado por el director de cine Pere Portabella y el ex dirigente de Izquierda Unida Nicolás Sartorius, forman parte, entre otros muchos, Felipe González, Mercedes Cabrera, José María Maravall, Diego López Garrido, David Vegara... y José Luis Rodríguez Zapatero.
Los responsables de Alternativas y de Sistema rechazan abierta y rotundamente su integración en la proyectada macrofundación. De las dos, la que está en el punto de mira es la primera. En el PSOE no se descarta la posibilidad de que, rechazada la opa amistosa, se lance una opa hostil , dada la identidad de algunos de los patronos y el hecho de que muchos de sus colaboradores lo han sido también habitualmente del partido en la elaboración de sus programas electorales y documentos internos.


Desde Alternativas se defiende que su fundamento es “la independencia y la financiación privada”, por lo que “sería un error de estrategia confundir y mezclar lo orgánico con la producción intelectual independiente, aunque es claro que no existimos para producir ideas que favorezcan el triunfo de la derecha”. Que, si hay opa, no será amistosa lo confirma esta declaración de uno de sus principales responsables: “Nosotros no estamos en el mercado. Lo que tiene que hacer el PSOE es pensar en dar una dirección a sus fundaciones”.


Con independencia de cómo se construya la macrofundación –cuestión no menor–, Zapatero quiere que sirva para crear una red de pensamiento con referentes internacionales, cuyo embrión será el comité de sabios que Caldera se sacó de la manga para el programa socialista de las últimas elecciones generales.


La crisis alimentaria


Sin esperar a su creación –el congreso del PSOE dará en julio un mandato a la Ejecutiva para que se ponga en marcha en el plazo de seis meses–, Caldera trabaja ya en la organización de una primera cumbre sobre la crisis alimentaria, un problema que le resulta apasionante por ser la consecuencia de un fenómeno multicausal, en el que participan el cambio climático y las fuentes de energía. En simplificada síntesis, puede decirse que la abusiva utilización de la energía del carbono ha ocasionado un cambio climático que provoca terremotos y ciclones que matan personas y destruyen cosechas, disparando los precios de los alimentos en acción combinada con el error de la apuesta por los biocombustibles, que ha acelerado la deforestación del Amazonas liberando el carbono que estaba atrapado por la vegetación. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FA0) estima en más de 800 millones el número de personas que pasan hambre en el mundo, 300 millones de las cuales son niños.


Como ha escrito Enrique Guerrero en la conclusión de la ponencia marco para el 37 congreso del PSOE: “El futuro no llega. Al futuro se llega. Y gana el futuro quien es capaz de prepararlo, quien es capaz de influir en el perfil que dibuja ese futuro. El futuro no emerge por sí mismo. Es la acción o la inacción política la que es capaz de prefigugarlo. Son los logros materiales, los avances individuales y los proyectos colectivos los que determinan su contenido. Los retos a los que nos enfrentamos son definitivamente globales y en algunos nos jugamos la propia dignidad de nuestra condición humana”.


Si a esta preocupación global se suma la apuesta que representa crear un Ministerio de Ciencia e Innovación, con una profesional del sector al frente, cabe albergar la esperanza de que, quizás, el alma española de nuevo se abra a los cuatro vientos y se derrame por el mundo, no sólo con el palo de la fregona, un ingenio que tiene la grandeza de lo sencillo y de haber permitido ponerse en pie a millones de personas (casi siempre mujeres) antes obligadas a trabajar de rodillas.

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