sevilla
El alcalde de Granada, Luis Salvador (Ciudadanos), que gobierna la ciudad con apenas cuatro concejales de 27 tras un cambalache insólito en el que también participaron PP y Vox, se ha situado en el centro de los focos y de la polémica por la vía de pisar un charco, el de la inmigración, en el que se mueve la ultraderecha como pez en el agua y que irrita a la izquierda.
Salvador, que estuvo dos décadas militando en el PSOE, partido por el que fue senador antes de pasarse a Ciudadanos, acusó al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska –sin tener pruebas sólidas de tal cosa– de haber fletado un avión con inmigrantes "sin ningún tipo de control policial".
"No parece muy normal que el ministro Marlaska monte un vuelo, los suelte en granada y los deje a su libre albedrío", fueron las palabras que utilizó el alcalde, muy en la línea de Vox. Salvador añadió: "Cuando precisamente estamos en una situación en la que hay controles de movilidad, hay una exigencia de horarios que tienen que respetar el conjunto de la población, cuando hay unas medidas de seguridad que por las que se está haciendo todo esto".
Salvador remachó: "Nadie les estaba esperando. Tomaron, parece ser, autobuses a Granada, para poder circular a su libre albedrío como quisieran". El regidor, además, echó también un manto de duda sobre los protocolos sanitarios que el Gobierno aplica a los migrantes que llegan por mar.
Salvador hizo estas declaraciones después de hablar con la subdelegada del Gobierno en Granada, Inmaculada López, quien le había explicado en una conversación, según contó él mismo, que esas personas venían en regla y que podían circular por donde quisieran.
"En ningún momento se ha fletado ningún avión, ni se ha trasladado por parte del Gobierno a nadie a Granada", negó López este miércoles. "No se puede ligar pandemia con inmigración, es un discurso xenófobo y muy peligroso en estos momentos. Llamo a la responsabilidad de las otras instituciones", agregó.
"Con sus recursos propios, se han podido trasladar en un avión comercial" para reunirse con familiares o trabajadores "legales" que puedan encontrarse en Andalucía o en el resto de España, manifestó la subdelegada del Gobierno. "Son personas libres que se han podido trasladar con sus propios recursos, que no lancen sospechas sobre si traen PCR negativa", afirmó López.
Las declaraciones de Salvador provocaron la reacción de la izquierda y dispararon las críticas de la derecha, que se lanzó en tromba contra el Gobierno de España, incluida la propia Junta de Andalucía, que publicó una nota de prensa –más propia de un partido político que de una administración– en la que acusaba al Ejecutivo, sin aportar tampoco evidencia alguna, de "poner en peligro a toda la ciudadanía incluyendo a estos inmigrantes a los que se les ha dado como protección 100 euros y un teléfono móvil".
Teresa Rodríguez, diputada en el Parlamento de Andalucía, escribió en su cuenta de Twitter: "Lamentable el tratamiento del traslado de inmigrantes de Canarias a Granada de Canal Sur, del alcalde de Granada de Ciudadanos y de los sindicatos de la [Policía], nauseabundo racismo que pone la lupa sobre los extranjeros solamente cuando es oscuro el color de su piel. Hablando de ellos como si fueran animales a los que "sueltan", como si fueran un foco de infección cuando vienen de Canarias y de otros territorios con menos incidencia de Cóvid que los países de rubitos. Es asqueroso, irresponsable, lamentable", escribió Teresa Rodríguez en su cuenta de Twitter.
La ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno de PSOE y Unidas Podemos, María Jesús Montero (PSOE), en la rueda de prensa posterior al consejo de ministros pidió "máxima cautela" y que las declaraciones "se basen en la evidencia". "No nos consta ninguna actuación en este sentido", dijo la ministra. "No se puede vincular el virus a personas migrantes o terceros países. Es conveniente no vincular el virus a ningún colectivo en particular porque ninguno estamos a salvo de ser transmisores de la enfermedad", aseguró, según recoge Europa Press.
Un pacto de Gobierno
Salvador es hoy alcalde de Granada gracias a un pacto en las alturas entre el PP –que quería salvaguardar su poder, sobre todo, en Málaga– y Ciudadanos. Los resultados electorales dieron 10 concejales al PSOE, 7 al PP, 4 a Ciudadanos, 3 a Adelante y otros 3 a Vox. A la izquierda le faltó un edil para la mayoría absoluta, pero existían varias posibilidades de gobierno. PSOE y Ciudadanos, por un lado, sumaban, y PP, Ciudadanos y Vox por otro, también.
Salvador jugó sus cartas para evitar quedar vinculado a sus excompañeros, contó en esa maniobra con el apoyo de Madrid y logró ser alcalde por delante de Sebastián Pérez, candidato del PP y otrora factótum conservador en la provincia, a quien, aplicando la lógica de la aritmética electoral, le hubiera correspondido la alcaldía. Los conservadores, sin embargo, le obligaron a renunciar y a apoyar a Salvador, a quien también votó Vox. Pérez, quien dimitió de sus cargos en el PP hace unos meses, sigue hoy en el Ayuntamiento, aunque ya no está en el equipo de Gobierno, y su voto es decisivo para resolver cualquier empate a 13 entre la izquierda y la derecha.
El retrato que de Salvador hacen sus excompañeros del PSOE no es nada halagüeño. Consideran que siempre tuvo una alta opinión de sí mismo y que su prioridad, antes que el partido, siempre había sido su propia prosperidad y situación y que esa es la razón de fondo, el marco de su "deserción".
En su momento, apadrinado, entre otros, por el exsecretario de Organización federal, José Blanco, quien apreció su trabajo y su conocimiento de las redes sociales –en un momento en que todo el aparato en el que hoy se crea la opinión estaba en pañales– y la tecnología aplicada a la política, según las fuentes consultadas, fue senador en dos legislaturas. Después, en el año 2011, se quedó sin el puesto, al no resultar elegido en los comicios, según las fuentes.
Sin fuertes anclajes en la organización ni en las bases socialistas, apartado de la centralidad y de la toma de decisiones en Granada, dio el salto, en 2013, a Ciudadanos de la mano de Albert Rivera, quien necesitaba ampliar los cuadros del partido y añadir experiencia y fontanería al partido en un momento de expansión.
El perfil de Salvador, un tipo emprendedor, ambicioso y pinturero, era perfecto para los objetivos de Ciudadanos de entonces. Dolido con sus excompañeros, en su despedida Salvador dejó fuertes críticas al partido en el que había militado más de dos décadas, y lo tachó de "irreconocible" y "prescindible".
Fue diputado en el Congreso por Ciudadanos en 2015 y luego, cuatro años después, candidato a la alcaldía de Granada.
Salvador comenzó la legislatura enfrentado al vicepresidente, Juan Marín (Ciudadanos), también coordinador autonómico del partido. Ahora, ambos, Marín y Salvador, han reconducido relaciones, se llevan bien y se han arrimado al PP. Hace un mes, Salvador acudió a San Telmo a reunirse con Elías Bendodo, consejero de la Presidencia, mano derecha del presidente Juanma Moreno (PP), quien mantiene excelentes relaciones con Marín, para hablar, según indicaron, de la pandemia en Granada.
Las interpretaciones que salieron de ese encuentro fueron, sin embargo, políticas. Para hablar de la pandemia, bien podía haberse reunido con el consejero de Salud, Jesús Aguirre.
La periodista Magdalena Trillo –muy buena conocedora de los intríngulis de la política granadina– escribió, tras ese encuentro en san Telmo, en el diario Granada Hoy que a Salvador no le salen las cuentas –las expectativas electorales de Ciudadanos están por los suelos en Granada y es complicado que el PP le entregue la alcaldía una segunda vez siendo la fuerza minoritaria– y que una posibilidad que circula por la ciudad es que Salvador acabe en el PP y de este modo complete su viaje. A ninguno –según los socialistas consultados– de sus antiguos compañeros le extrañaría que eso, un nuevo salto hacia delante de Salvador, sucediera.
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