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El psiquiatra forense afirma que existe una responsabilidad social en la tragedia del vuelo de Germanwings. “Vivimos en una sociedad excesivamente competitiva y con poca tolerancia a la frustración”. Según el Dr. Cabrera, “la explicación no va a aumentar el dolor de las víctimas”. Tiene un CV de 66 páginas. Es cirujano, pisquiátra, criminólogo, se ha paseado por unos cuantos juzgados como médico forense, y por el ministerio de Justicia como jefe del servicio de Toxicología, tiene más de 60 libros y un centenar de ensayos… y, aún así, se confiesa tan estupefacto por lo ocurrido en el 4U9525 de Germanwings como el común de los mortales.
A 140, el @Dr_JoseCabrera analiza la personalidad del copiloto Andreas Lubitz, sus posibles razones y se refiere al dolor de las familias, “tan grande que las explicaciones posteriores no lo van a aumentar”.
No estamos volviendo locos, Dr. Cabrera.
Más que locos, estamos estupefactos. Necesitamos información para que disminuyan los niveles de angustia. La locura es otra cosa.
¿Tiene usted un nombre para lo ocurrido en la cabina del 4U9525?
Es muy difícil ponerle un nombre. Pero estamos ante algo que podía suceder tarde o temprano.
¿Por qué?
Vivimos con demasiada tensión, en una sociedad excesivamente competitiva y con poca tolerancia a la frustración. La gente quiere las cosas ya. Y tarde o temprano el cuerpo se rompe. Y cuando se rompe y está solo, no pasa nada. Cuando lleva a 149 personas detrás, pasa lo que ha pasado con Germawings.
Es decir: que hay una responsabilidad social en la tragedia.
Sí, al final siempre la hay.
¿No debería haber más casos similares, entonces?
Los hay. Hay un caso en Mozambique que es calcado: un avión que cayó después de la salida de uno de los pilotos que no pudo volver a entrar en la cabina. Y creo que hay tres casos más relacionados con aviones. Gente que se suicida con el coche y mata de paso a tres, ocurre todos los días.
Pero esto no es un suicidio….
Esto es una conducta voluntaria de autodestrucción, si prefiere esa definición. Pero esa conducta se conoce en términos coloquiales como suicidio. Lo que ocurre es que este es un suicidio que mata a mucha gente.
Sabiendo lo que se sabe, ¿qué pasó en la cabeza de Andreas Lubitz?
El sujeto es un perfeccionista, introvertido, obsesionado con la aviación, con una relación sentimental. Hasta ahora todo correcto.
De repente, empieza a fracasar en lo emocional, hay una crisis, un tratamiento psiquiátrico por una aparente depresión y una baja laboral. Y esto hace peligrar su gran proyecto de vida que es la aviación. Ante esa baja y esa situación él decide: voy a hacer el último vuelo.
O sea, que fue una acción perfectamente premeditada
Cuando alguien se suicida lo hace en un punto del tiempo, pero la explicación está en el pasado psicológico del individuo. Él ya había tomado la decisión, aunque no sabía ni cómo ni dónde ni cuándo la iba a ejecutar. Pero que fue una acción premeditada es seguro.
En ese caso ya podía haberse tomado un par de cajas de pastillas, ¿no?
Él quería morir volando.
Sin pensar en lo que tenía detrás…
Cuando se toma la decisión suicida, el mundo desaparece. En este caso, estaban él y el avión. No existían las personas. Probablemente, en esos segundos de respiración pausada en los que se acercaba a la montaña, el copiloto solo se veía a él y a su vida que se terminaba.
Llama la atención esa falta de agitación que usted refiere…
Él toma la decisión fríamente y su voluntad hace que esté tranquilo ante lo que se avecina. Es decir: estaba volando en su último vuelo, en sus últimos 8 minutos, porque probablemente pensaba que no iba a volar nunca más a raíz de la baja. Y por esa razón: la respiración pausada. Es increíble, pero es así
Y muy difícil de asimilar…
No se asimila porque la gente vive una vida aceptablemente normal. A los que estamos en psiquiatría se nos suicida gente que era poco probable que lo hiciera. Cuando sucede, siempre encuentras un hilo y detrás del hilo está la causa.
¿De verdad es tan complicado detectar esas conductas?
El suicidio es imprevisible por naturaleza y sólo moderadamente predecible. Cuando alguien toma la decisión de matarse habitualmente no lo cuenta. Si alguien tiene un problema psiquiátrico, tratamiento, el especialista puede pensar que algo puede ocurrir. Pero es imprevisible. Da igual los cuestionarios que usted haga.
Hábleme de las familias de las víctimas. Entiendo que esto es mucho más difícil de encajar que el accidente…
No. Cuando algo así ocurre, el dolor es tan grande que las explicaciones posteriores no lo van a aumentar. El dolor está en el techo. Si surgen explicaciones, uno puede odiar al copiloto, a la compañía… pero las explicaciones no cambian el dolor.
Con el añadido de la dificultad de recuperar los restos para el duelo…
Los restos de la mitad del pasaje han desaparecido. Se han volatilizado. Lo único que se va a encontrar son fragmentos de cuerpos carbonizados imposibles de reunir. Se llegará a una identificación genética para decir estos fragmentos son de esta persona. Pero nada más.
Déjeme preguntarle por otras cuestiones, como la salud mental de este país. En los últimos 10 años se ha triplicado el consumo de antidepresivos.
Sólo hay dos explicaciones: que hay más depresión o que estamos diagnosticando como depresiones situaciones que son de tristeza, normales y corrientes.
¿A consecuencia de la crisis económica?
La crisis hace que la gente esté más tensa, más triste y agobiada. Y a eso, a veces, se le pone el apellido de depresión. Pero está mal puesto.
Desde el punto de vista de la psiquiatría, ¿cómo se explica que no haya habido ya un estallido social?
Porque hay mecanismos que compensan. Somos un país muy mediterráneo donde siempre quedan los amigos, la familia, el pueblo en verano. Hay elementos de compensación que hacen que esto no rompa.
Y la posibilidad de exteriorizar el malestar, imagino. ¿Cómo afecta a esto la ‘Ley Mordaza’ que ha aprobado el PP?
Salir a la calle es una catarsis, que solucione algo es otra cosa.
Por tanto, que se prohíban determinadas manifestaciones lo único que hará será crispar un poco más, que se genere más desasosiego.
¿Se atreve a diagnosticar la enfermedad de los chorizos que han proliferado en la política española?
Eso más que enfermedad es codicia desmesurada. Y, desde el punto de vista psiquiátrico, no existe una razón concreta. En cuanto a la política, es un área en la que todo vale y para la política vale cualquiera. Todo el mundo puede entrar y, al final, hay lo que hay.
Y con tanta crisis, tanto chorizo y tanta tragedia, dígame –y lo dejo en paz- una receta para ser felices.
Lo que hay que hacer, en esta situación caótica, es volver a los orígenes de la felicidad. Tener un amigo, tomar un café, dar un paseo y mirar el cielo. Volver a la base porque si tiramos más alto, al final nos vamos a estrellar.
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