El rey emérito Juan Carlos I ha montado una fundación en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos) con la que "centralizar" y agrupar los fondos en el extranjero y con la idea de que las infantas Elena y Cristina, sus hijas, los reciban en herencia, según ha publicado el diario El Confidencial.

El rey Felipe VI no participa de la fundación ni tampoco ha participado en su creación, agrega el diario digital. Felipe VI manifestó en marzo de 2020 haber renunciado a su herencia después de que diversas informaciones aseguraran que era beneficiario de una sociedad offshore creada por el rey Juan Carlos vinculada a una donación de 65 millones de euros de Arabia Saudí, según publicó el diario The Telegraph.

El Confidencial asegura que "los trámites [para la creación de la fundación] se han realizado con discreción para evitar otro escándalo, tras el archivo de las investigaciones contra el rey emérito de la Fiscalía Anticorrupción y la Fiscalía del Cantón de Ginebra (Suiza)".

La infanta Elena trabaja en la Fundación Mapfre y percibe unos 300.000 euros anuales mientras Cristina obtiene unos 400.000 euros de la Fundación Aga Khan, con sede en Ginebra, según el rotativo. "El objetivo del rey es que la fundación garantice a las infantas ingresos suficientes y permanentes", agrega El Confidencial. 

La legislación de Emiratos Árabes convierte las fundaciones en "una fórmula ventajosa para el trasvase de activos en caso de fallecimiento". "A su casi nula fiscalidad se une el secreto en torno a las normas o estatutos que regulan su funcionamiento interno y, también, diluye la verdadera titularidad de los bienes amparados por su estructura", recoge El Confidencial.

La fortuna de Juan Carlos I

Juan Carlos I fraguó su fortuna, según reveló Público en una serie de informaciones exclusivas, en el tráfico de armas y no en las comisiones por un porcentaje del crudo importado como se hizo creer. Además, dos fundaciones, Zagatka y Lucum, canalizaron comisiones multimillonarias por sus gestiones internacionales como jefe del Estado.

El rey emérito pagó 4,4 millones de euros a Hacienda, en una regularización fiscal, en febrero de 2021. Se trató de una declaración voluntaria por rentas no declaradas por valor de ocho millones de euros. Corresponderían a viajes en aviones privados pagados por la fundación de su primo, Álvaro de Orleans. El rey utilizó esta fundación y otra que impulso él mismo para blanquear sus importantes ingresos, como por ejemplo los 52 millones de euros en comisiones que se llevó por la venta del Banco Zaragozano, tal como informó Público. 

Esta fue su segunda regularización con la agencia tributaria. La primera, de casi 680.000 euros, se realizó en diciembre de 2020 y estaba relacionada con el uso de tarjetas bancarias de las que se habrían beneficiado tanto el emérito como algunos de sus familiares, y usarían fondos opacos del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause.