Madrid
Actualizado:Hervé Falciani es un misterio y -no voy a engañar a nadie- después de esta entrevista seguirá siéndolo. ¿Qué lleva a un banquero de ser asalariado cómplice de fraudes fiscales millonarios a filtrar, a varios gobiernos, una lista con más de 100.000 nombres de titulares de cuentas bancarias opacas, de 203 países distintos, con más de 100.000 millones de dólares de dinero negro? ¿Qué hace decidir a alguien acomodado, empleado en la sucursal del banco HSBC en Ginebra, jugárselo todo, incluso la vida, para pelear contra el fraude fiscal millonario?
Me senté delante de él preguntándomelo y me levanté, una hora después, con algunas pistas. La barrera del idioma -es ítalo-francés, aunque entiende y habla castellano- juega a favor de esa bruma que le rodea. Se expresa en castellano un poco en indio pero se le entiende divinamente.
Hervé es un hombre elegante, atractivo, de calma contagiosa, que habla como un diplomático, por momentos, y se le pone cara de niño cuando se ríe y se ríe bastante más de lo que uno imagina de alguien en su situación: de repente, vuelve a estar en peligro de cárcel, a pesar de que la audiencia nacional rechazó su extradición a Suiza hace más de cinco años. Entonces estuvo en una cárcel de aquí cinco meses y dieciocho días, hasta que la justicia española sentenció que, como en España no existe el delito contra el secreto bancario, lo que hizo no es delito y, por lo tanto, no lo entregó.
El mes pasado volvió a estar entre rejas españolas porque Suiza ha vuelto a reclamarle por un caso distinto pero por lo mismo, de hecho, ha enviado la misma documentación. Esta vez estuvo detenido solo un día porque el juez Diego de Egea le dejó en libertad, mientras decide su futuro, desoyendo a la fiscalía que pedía prisión incondicional o medidas cautelares. Suiza hace casi un año que presentó la orden internacional de detención. Sin embargo, ha sido ahora, cuando España reclama la extradición de Marta Rovira, la número dos de Esquerra Republicana huida de la justicia española y residente en este país, cuando esta orden ha sido ejecutada. Además, conviene tener presente que Anna Gabriel, la portavoz de la Cup, también prófuga, reside en Ginebra.
Sr. Falciani, se lo voy a preguntar directamente y lo primero: ¿Tiene usted miedo de que España le intercambie por Marta Rovira o por Ana Gabriel?
"No. No me gustaría por supuesto. Pero no hablamos del ámbito judicial, hablamos del ámbito político. El procedimiento tiene dos partes".
Falciani, quiere dejar claro, de entrada, que respeta profundamente a nuestra justicia, que lo que teme es que el consejo de ministros no se pronuncie sobre su caso o lo haga en su contra, cuando está en el plazo de cuarenta días en el que puede dar un mensaje importante para el mundo, “que podría ser histórico”, dice, antes de que la audiencia nacional se pronuncie. Para empujar a esa declaración, esta semana, presentó junto a Unidos Podemos una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados.
En defensa de la justicia afirma que “cuando faltan medios, todo es posible, somos humanos”, para justificar que su orden de detención se haya, digamos, extraviado durante un año y también justifica al fiscal, que pidió prisión incondicional para él por riesgo de fuga, cuando no ha huido en seis años: “no tuvo tiempo de mirar bien el caso, fue precipitado, no fue el fiscal que lo llevó normalmente”.
Falciani, marca una línea muy clara entre los buenos y los malos poniendo a los Gobiernos, a las administraciones de justicia y a los funcionarios del lado de la luz, lejos de “los bancos” que “buscan las grietas legislativas por las que ser impunes”. Para zanjar las posibles conspiranoias, me dice: “no entro en conjeturas, ni hipótesis sobre lo que no tengo elementos tangibles; prefiero quedarme en lo que está cierto” y sin embargo contesta así a esta pregunta:
De todas maneras, hay un montón de cosas sorprendentes en todo esto, ¿no?
Mi caso "es un juego sucio, una guerra económica, donde todos los golpes más sucios se pueden dar"
Es que ellos… Estoy muy acostumbrado a las sorpresas, desde hace muchos años... Mira es un juego sucio. Es una guerra económica, tenemos que poner nombre a las cosas, donde todos los golpes más sucios se pueden dar.
¿Se arrepiente de haber elegido España como un país seguro, para alguien como usted?
Yo elegí los riesgos de ser extraditado una primera vez hace seis años y una segunda vez ahora. Tenía claro que era en España donde se tenía la oportunidad y las instituciones para luchar. Vi, una vez más, la oportunidad de aclarar lo que está pasando.
¿Y ha vuelto por eso, a pesar del riesgo?
Yo he vuelto para seguir colaborando y trabajando con varios organismos en España, sabiendo cada vez que pasaba la frontera, desde hace unos meses, que estaba buscado. Me lo decía la policía francesa, que la Interpol me buscaba. Pero, una vez más, el cálculo sencillo fue: joder, yo no he hecho esto para denegar una batalla; una batalla que es en el ámbito político y judicial y económico. ¿Que tenemos que enfrentarnos a esto una vez más? Lo vamos a hacer. De verdad, lo que pasa conmigo, digamos que – va a sonar muy raro- es una suerte, por los que no tienen esta exposición mediática, porque podemos preguntarnos cuántas veces ha pasado esto. Creo que aquí, con mi caso, podemos mostrar la realidad sucia de cómo la empresa privada bancaria intenta aprovecharse de todos los fallos judiciales y hasta de fallos, digamos, políticos. Es importante saber que lo que se juega aquí es la protección de nuestros intereses económicos.
Lo que pasa conmigo, es una suerte, por los que no tienen esta exposición mediática, porque podemos preguntarnos cuántas veces ha pasado esto
¿Por qué cree usted que es importante que gente como usted no acabe en prisión?
Verá, la impunidad bancaria, ¿qué sería? Que un banco investigado, por los hechos que se han compartido gracias a tal persona, pueda perseguir a esta persona. Me parece evidente: no podemos perseguir a los que participan en desvelar la realidad. ¿No? Eso fue lo que escribió, en duro, la audiencia nacional en 2013. En un sistema de colaboración internacional que tiene fallos, como todos los sistemas humanos, los más sucios los van a buscar. El negocio de la banca offshore busca los fallos jurídicos. Aquí piensan haber encontrado uno y, si no se lucha contra ese fallo, lo aprovecharán contra todos sus enemigos, enemigos que lo que son es ciudadanos.
¿Y qué dice usted a los que piensan que es un espía, que actuó por espionaje?
Mira, yo nunca he tenido cargo de espía. Yo he actuado bajo ninguna protección, ningún pacto, ninguno. Jamás. Tenemos registrado hasta un encuentro con espías en Francia, donde yo rechacé. Yo no quiero nada. Nada. Lo hago y nada más. Actué y sigo actuando nada más que como ciudadano.
La lista Falciani que se hizo pública en España es la que usted entregó al gobierno francés, pero no hemos visto la que entregó al Gobierno español. Supongo que no me puede decir nombres de esa lista…
(Se ríe).
Pero ¿me puede decir si cree que, en España, el Gobierno y la justicia han hecho todo lo que podían hacer, teniendo esa lista?
Mencionábamos los límites financieros que tienen las administraciones y varias veces se puede explicar por posiciones, decisiones políticas, naturalmente. Pero lo que cabe en mi experiencia es que los funcionarios, con los que he trabajado siempre, han intentado todo lo que podían, con los límites evidentes de sus atribuciones, cargos y recursos. Eso es un mensaje que quiero enviar: los funcionarios que trabajan en esto, los que he podido encontrar, lo han elegido como una oportunidad para ayudar a la comunidad. No se lo toman solo como un empleo. Especialmente, en el caso de antifraude. Por ejemplo, en la agencia antifraude de Valencia, muchos funcionarios han tenido que perder parte de sus sueldos, no han podido conservar lo que tenían en su administración de origen. Esto muestra un poco la determinación contundente de los agentes públicos que deciden dedicarse a la lucha contra el fraude. Lo que se puede hacer, al final, puede ser limitado, pero esto es un ejemplo.
El bufete de abogados que le lleva, en el que está el exjuez Baltasar Garzón, se muestra tranquilo con su caso ¿Usted está tranquilo?
Me gustaría, evidentemente, no pagar el precio mayor pero no se puede rechazar el riesgo cuando se decide ir a combatir
Estás hablando de personas que están acostumbrados a lo peor. Trabajan en casos brutales, de interés fundamental en la defensa de los derechos humanos. Si no podemos conseguir, con tales personalidades, defender una posición muy limpia, será algo que tendrá relevancia a nivel histórico. Entonces, de un modo u otro, será útil para defender nuestros derechos. Me gustaría, evidentemente, no pagar el precio mayor pero no se puede rechazar el riesgo cuando se decide ir a combatir.
Y ahora le voy a pedir que volvamos al principio ¿Por qué lo hizo?
Por responsabilidad. Todos sabían qué pasa en esos paraísos fiscales, pero era la primera vez que se podía comprobar. No actuar, sabiendo cómo se podía, habría sido mi responsabilidad también. Fue un sacrificio personal, familiar. Pero no fue una pérdida. He vivido y vivimos en familia mucho más interesante que lo que había vivido como banquero privado. Es una abnegación de otro tipo. Digamos, que es una riqueza. He hablado de una responsabilidad, pero también es un privilegio. Conocer a personas, como a las de ILOCAD, como Baltasar Garzón es una suerte. No tengo un orgullo personal es un agradecimiento, digamos, a la vida.
¿Y usted que ha estado en peligro de muerte y no sé si lo sigue estando? ¿Tiene miedo por su persona?
Es otra suerte que tengo. He crecido en un ámbito bancario donde se vende el riesgo. La banca sirve para esto. Y eso va conmigo. Yo gestiono, mido los riesgos y eso me ha preservado hasta ahora del miedo.
¿Y usted cree que ha medido bien? Visto desde fuera, sin conocer cómo es el mundo bancario por dentro, enfrentarse al poder del mundo parece muy arriesgado...
Yo sé cómo funcionan los bancos. (Risas) Entonces, puedo y he podido dar algunos golpes y los que seguirán, espero. Eso me ha preservado del miedo.
Mira, los bancos se enfrentan a las legislaciones, a las leyes, a los países, a los intereses nacionales, como otras multinacionales – no son las únicas entidades que se enfrentan-. ¿Y por qué lo hacen, por qué lo intentan? Porque saben cómo funcionan. Yo sé cómo funcionan los bancos. (Risas). Entonces, puedo y he podido dar algunos golpes y los que seguirán, espero. Eso me ha preservado del miedo.
¿Y sirvió para algo?
Las noticias no faltan y han cambiado cosas en los paraísos fiscales y jurídicos, pero siguen adaptándose. Ahora tenemos una iniciativa de investigación con la Universidad Politécnica de Valencia para mostrar como Suiza se quiere convertir en una criptonación. Será una ONG que se va a dedicar a explicar cómo estas nuevas finanzas offshore se están desarrollando y están ya golpeando a nuestra economía española. Pero ahora tenemos más retroactividad, estamos ya en el tema, no esperamos diez años.
¿Lo volvería a hacer?
He vuelto a hacerlo. Risas… Entonces, nos vemos la tercera vez, ¿vale?
¿Se siente un poco héroe?
"No, es muy romántico el tema de un héroe. Pero me siento muy ciudadano", dice, y se ríe.
Y para acabar, Mariano Rajoy, ¿le entregará o no?
No es su decisión, ni del consejo de ministros.
Ya, ya, pero ahora, en un mes, puede pronunciarse. ¿Usted que cree que dirá su consejo de ministros sobre su caso?
Dependerá del contexto político y, si es más del ámbito de la vicepresidencia, tendré más posibilidades de que se rechace (su extradición), por motivos evidentes administrativos, de lógica política. Pero estamos en una situación de locos, si se lleva a una postura más emocional, no se pronunciarán. En esa situación es probable que no opinen. Y sería no aprovechar esta oportunidad.
¿Podrían no decir nada?
Sería lo más sencillo, pero también lo más débil. No aprovechar oportunidades no es lo que tiene sentido a nivel político. Un político tiene que aprovechar, actuar, no dejar cosas en el aire. Si no actúan será por motivos evidentes de la situación política, que está muy complicada, que no saben hacia dónde ir.
Pues no sé si veo a Mariano Rajoy actuando, dando un paso al frente en algo que le señalaría, antes que otros muchos mandatarios del mundo…
"La política gallega no es política", me dice. Y esta vez, nos reímos los dos.
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