Público
Público

El golpe de Estado que orquestó la patronal venezolana con funcionarios de España y EEUU

Inna Afinogenova en La Base.
Inna Afinogenova en La Base.

A principios de abril de 2002 el presidente de la patronal venezolana, Pedro Carmona, pasó brevemente por Madrid para reunirse con representantes de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). La revista Cambio 16 informaba, citando sus fuentes, que lo habían atendido funcionarios españoles de alto rango y también - cito - "especialistas en inteligencia política con experiencia en países de Iberoamérica".

En estos pocos días, entre reuniones, a Carmona le dio tiempo a pasarse por una sastrería de efectos militares en Madrid para encargar una banda presidencial. Se la confeccionaron de tamaño ajustable, así podía servir tanto para su pechito estrecho, como para uno más ancho (en caso de que decidieran designar a otro al interinato). Esta banda presidencial fue encontrada allí, pocas horas después, entre objetos que el golpista abandonó al fugarse.

El 11 de abril de 2002 en medio de unas manifestaciones que se vuelven violentas, los medios de información anunciaron que el presidente Hugo Chávez renunció a la presidencia, cuatro años después de ser elegido en las urnas, supuestamente porque sus simpatizantes habían disparado contra los manifestantes pacíficos. Chávez, a quién el propio rey español pidió en su momento que se callase durante una intervención, no pronunció en aquella ocasión ni una palabra.

Un día más tarde, Pedro Carmona se auto juramentaba presidente, con la banda presidencial comprada en Madrid. Lo que siguió lo conocemos bien: Chávez no había renunciado. Lo tenían secuestrado e incomunicado en una remota isla de la Orchila. El 13 de abril cientos de miles de sus partidarios ocuparon las calles y plazas de todo el país. Los militares fieles a él lograron recuperar el control de las sedes institucionales, de las guarniciones y del Palacio Presidencial. Esa misma noche Chávez regresa a Caracas, Pedro Carmona huye y la intentona golpista queda totalmente frustrada.

En 2004 el entonces canciller español, Miguel Ángel Moratinos, aseguró en un programa de la Televisión Española que el gobierno de José María Aznar había apoyado ese golpe contra Chávez. Dijo que el embajador español en Caracas recibió instrucciones para entrevistarse con Pedro Carmona, mientras Chávez permanecía detenido. Aunque Moratinos pidió disculpas posteriormente por esas declaraciones, lo cierto es que el embajador español en Caracas, Manuel Viturro de la Torre, efectivamente, fue, junto con el embajador de EEUU, Charles Schapiro, el único diplomático que se reunió con el golpista luego de que éste disolviera el Parlamento.

Además, ambos mantuvieron encuentros con Carmona en los días previos al golpe, según reveló la Radio Nacional de España. El 12 de abril los gobiernos de España y EEUU emitieron hasta una declaración conjunta, expresando su pleno respaldo al pueblo venezolano, rechazando la violencia contra los manifestantes y evitando condenar el golpe de Estado. Ese mismo día el entonces presidente de España, José María Aznar, habló por teléfono con Pedro Carmona para pedirle un regreso a la institucionalidad lo más pronto posible. El propio Aznar reconoció haber mantenido esa conversación, aunque dijo, eso sí, que le llamó Carmona. Carmona, en una entrevista a El País, sin embargo, dijo que qué importa quién llamó a quién.

En aquel momento se difundió ampliamente una frase atribuida a un periodista español que cubría ese golpe. "¡Qué olor a hamburguesa, jabugo y petróleo!", dijo sobre la intentona frustrada. Y parece que ya en ese momento entendía que nada de eso habría salido sin la participación de funcionarios estadounidenses y españoles. La referencia al petróleo, por supuesto, no fue gratuita. La versión más extendida que se maneja de esa conspiración, es que se pretendía privatizar la empresa estatal petrolera PDVSA.

Dejarla en manos de una sociedad estadounidense vinculada al expresidente George Bush y a la española Repsol. Además se contempló vender la filial estadounidense de PDVSA, Citgo, al magnate mediático venezolano Gustavo Cisneros y a sus socios norteamericanos. Tenía inversiones también en España: amigo personal de Felipe González, compró en 1983 Galerías Preciados por 1.500 millones de pesetas (algo más de nueve millones y medio de euros). Cinco años después las vendió a una sociedad inglesa por 30.600 millones, casi 185 millones de euros. Ahora adivinad cómo fue la cobertura de los principales medios de información de ese golpe contra Chávez, siendo Cisneros su propietario.

Obviamente manejaron la tesis del vacío de poder, celebraron la supuesta renuncia del caudillo Chávez no solo ellos: medios internacionales colaboraron activamente en promover las tesis cercanas a los golpistas. El editorial de El País del 13 de abril de 2002 se titula "Golpe al caudillo". Manu, a ver si nos lo recuerdas: Sí, Pablo, y también algunos vídeos. Porque hay gente, así como de vuestra edad, que recuerda perfectamente cómo se iniciaron algunos noticiarios aquel día. El de Antena 3 del mediodía, concretamente, empezó con una primera frase lapidaria: "No ha sido un golpe de Estado, ha sido un levantamiento popular". Dicho por una periodista que no por cosas como esta dejó de ser considerada "prestigiosa" y aún a día de hoy lo sigue siendo.

Cuando los golpistas huyeron del Palacio de Miraflores, además de la faja presidencial encargada en Madrid, se encontraron varios documentos. Uno de ellos enviado al contralmirante Molina Tamayo por quien habría sido el vínculo de los golpistas con el gobierno de EEUU. El mensaje comenzaba textualmente: "En la mañana de hoy se comunicó telefónicamente conmigo el señor Phillip Chicola, del Departamento de Estado, para pedirme que comunicara al Gobierno venezolano los siguientes puntos de vista del Gobierno de Estados Unidos". Pedían que mantuvieran formas democráticas, que se comprometieran a llamar a las elecciones en un plazo razonable, a darle la bienvenida a la OEA, etc.

Cuando hablamos de Venezuela solemos recordar el golpe contra Chávez de 2002 como algo extraordinario. Y si bien lo fue, por el nivel de descaro, lo cierto es que la ofensiva contra ese país nunca se detuvo: ni antes, ni después. Paros patronales, guarimbas, intentos de magnicidios, incursión de mercenarios extranjeros con el objetivo de derrocar al gobierno. Los actores siempre fueron los mismos: poderes económicos, la derecha internacional, y poderes mediáticos. Pasan los años, cambian sus métodos, recurren a herramientas nuevas como presidentes encargados, y desconocimientos en masa.

Pero en el fondo todo sigue como en 2002. O más o menos igual, porque ahora, al parecer, Venezuela vuelve a ser de los buenos. O al menos ha dejado de ser tan "de los malos" como antes. Milagros atribuibles, por una parte, al Santo Petróleo, y por otra también al "demonio" de Este, que ha conseguido unir a muchos que hasta hace bien poco parecían irreconciliables.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias