barcelona
Actualizado:Ernest Maragall i Mira (Barcelona, 1943) es uno de los políticos con mayor trayectoria de la política catalana. Ha sido conseller en varios Governs de la Generalitat pero quienes le conocen aseguran que su gran pasión se llama Barcelona. Por apellido, por conocimientos y por dedicación es una de esas personas referentes de la ciudad y que tienen Barcelona en la cabeza porque conocen los mínimos detalles de la forma de ser y el funcionamiento de la capital catalana.
Seguramente por eso Maragall no ha tenido oposición alguna en su partido, Esquerra Republicana de Catalunya, para poder optar a ser el alcaldable y ha sido proclamado sin oposición. No ha habido la menor duda entre los republicanos que debía ser él. "Las únicas dudas las he tenido yo –asegura– pero ahora ya está decidido y lo afronto con total determinación". El objetivo para las próximas elecciones municipales del 2023 es revalidar la victoria que ya logró en 2019 pero con la voluntad de poderla incrementar para poder acceder esta vez a la alcaldía de Barcelona que quedó en manos de Ada Colau por el pacto de los comuns con el PSC y los votos de Manuel Valls.
Acaba de ser proclamado candidato a la alcaldía de Barcelona por ERC. ¿Cómo afronta este segundo intento después de tres años como jefe de la oposición?
Con todo el bagaje del trabajo realizado pero también, y lo digo con sinceridad, con la convicción de una mayor fortaleza colectiva. Mi convicción personal deriva de la experiencia de estos tres años que me han permitido añadir conocimiento y constatar lo mucho que exige nuestra ciudad de nosotros. Con muchos ciudadanos que me están pidiendo que me ponga en ello y que el esfuerzo vale la pena. Todo ello genera mucha pasión y energía. De hecho, es un privilegio poder hacerlo. Yo digo que Barcelona nos convoca porque exige mucho y no se conforma. Y yo tampoco me conformo. La resignación sería la peor decisión. Nosotros no nos resignamos y tenemos toda la ambición porque Barcelona se lo merece.
Usted es un político que hace mucha calle. ¿Cuál es el estado de ánimo que detecta en los barceloneses y barcelonesas ahora mismo?
Dos cosas. Que tenemos mucha capacidad ciudadana, con mucha sociedad viva, mucha innovación, y un gran empeño creador y de construir ciudad. Y al mismo tiempo unas dosis de disgusto, distanciamiento y desafección con lo que podíamos llamar el Estado propio, es decir con el Ayuntamiento. Porque no está a la altura de la sociedad barcelonesa. Esto no es cuestión de los últimos tres años sino que ya viene del mandato anterior en el que también hubo gobierno entre comuns y PSC. Detecto un clima muy compartido de exigencia de cambio y de decir que ya es suficiente, que así no vamos bien. Se trata de saber responder a esa exigencia crítica.
Pero hace tres años usted ganó las elecciones y no pudo gobernar porque Ada Colau obtuvo la alcaldía gracias al pacto con el PSC y los votos de los concejales de Manuel Valls. ¿Desde esta óptica cuál es el objetivo de cara a la ciudadanía si queda claro que tiene muchas cosas en contra que comportan que no tenga suficiente ganando las elecciones?
Pues a la ciudadanía le pediré que me permita ganar con mucha mayor claridad. Pero tengo que trabajar y soy yo quien tengo que ganarme el derecho a tener aún mejores resultados.
¿Teme que se pueda repetir una operación similar aunque ERC vuelva a ganar las elecciones en Barcelona?
Si hay una situación clara de primacía como primera fuerza por parte de ERC, con una distancia evidente respecto a la segunda fuerza, yo creo que cualquier argumento para evitar una alcaldía y un gobierno de ERC ya no es que sería inaceptable como lo fue hace tres años, sino que sería imposible en términos políticos e institucionales. La aritmética puede dar pie a muchas combinaciones pero la voluntad democrática, si es suficientemente clara, debe hacerse respetar. Y esto también depende de nosotros.
¿Que las conversaciones para formar gobierno en Barcelona fueran espiadas a través de Pegasus indica hasta dónde se estaba dispuesto a llegar para evitar que ERC tuviera la alcaldía?
Ya quedó acreditado al saberse que no sólo se espiaban estas conversaciones sino que ya antes se controlaba directamente mi teléfono móvil y también el de la señora Artadi (alcaldable de Junts). Por tanto se estaba controlando explícitamente a dos candidatos a la alcaldía. En términos democráticos esto debería inhabilitar a quien haya tomado estas decisiones o a quien represente.
"Todavía esperamos que el Gobierno socialista y el PSC expresen su absoluta condena de estas prácticas"
Pero todavía estamos en este Estado con una clarísima responsabilidad por clarificar y se mantienen en silencio y sin la más mínima autocrítica. Todavía esperamos que el Gobierno socialista y el PSC expresen su absoluta condena de estas prácticas y vuelvan a la democracia. Pero de momento no estamos aquí, más bien al contrario. Más bien estamos ante cierto tesón represivo. Si ésta es su concepción de la democracia también esto les califica ante la ciudadanía del país y de Barcelona muy particularmente.
Cómo valora que en cosa de una semana el juez que investiga su caso de espionaje lo haya archivado temporalmente y en cambio la Audiencia Nacional haya desplegado muchos recursos y citado incluso al ministro de la Presidencia para investigar el espionaje a los miembros del Gobierno español?
Es un caso que ilustra perfectamente la relación que tenemos con la justicia española, o con determinadas cúpulas judiciales, y de la discriminación sistemática a la que ésta nos somete, con vulneración de nuestros derechos. En quince días la Audiencia Nacional ha decidido enviar una comisión rogatoria a Israel o levantar el secreto del sumario. Todo lo que nosotros hace dos años que le pedimos a la justicia ante la que presentamos la primera querella el entonces president del Parlament, Roger Torrent, y yo mismo. Una vez más queda claro que la justicia no es igual para todos. Es un caso evidente de discriminación y de denegación de la justicia.
Pero tampoco ni es la primera vez ni la más grave de todas las que hemos sufrido. Esto es un dato político no sólo una crítica a una decisión judicial. Y si los demócratas españoles no constatan que esta evidencia crítica respecto a la justicia exige acción política y una profunda reforma de la legislación y de cambio de su concepción de la separación de poderes significa que estamos en una deriva hacia el autoritarismo y abandono de una democracia genuina.
¿Y ante esta situación ERC qué debe hacer? Las relaciones con el Gobierno español se han complicado, ¿tendría que romperlas totalmente ante la falta de explicaciones por el espionaje?
Evidentemente que esta cuestión complica las relaciones pero porque el Gobierno español quiere mantenerlas complicadas. Todo esto nos carga de razón en la defensa de nuestros derechos, en la convicción republicana, y en la aspiración de libertad y de la independencia. Y también nos confirma que no somos nosotros quienes abandonaremos el terreno de la democracia. Y por tanto el terreno de la capacidad de diálogo y de la tenacidad democrática también en términos europeos. No podemos lanzar por la borda el capital de respeto que hemos acumulado y trabajado desde el mismo octubre de 2017 hasta ahora. Hay que ver cómo convertimos esa carga de razón en resiliencia política y en exigencia democrática de reanudación del diálogo con un Estado adversario.
¿Se puede negociar con un Estado adversario?
No vamos al diálogo desde la confianza o desde el respeto. Vamos desde la convicción de que tenemos la razón y de que debemos sentarnos con el Estado. Esto ya lo logramos pero ahora toca que aporten alguna respuesta, algo que hasta ahora no han hecho.
Por tanto, ¿ERC sigue apostando por la mesa de diálogo y negociación a pesar de todo?
"Es evidente que en estos momentos la mesa de diálogo está gravemente afectada"
Los instrumentos pueden ser diversos y es evidente que en estos momentos la mesa de diálogo está gravemente afectada por el abandono y traición democrática por parte del Estado, es decir por parte del Gobierno socialista. Pero son ellos. Nosotros lo que pedimos es que vuelvan y reculen en el camino de abandono del diálogo. Pero con cada nuevo caso judicial, procesamientos, querellas, que se van acumulando más bien se están afianzando en la vía represiva. Estamos convencidos de que debemos exigir respeto a nuestros derechos y diálogo y lo haremos en las instancias internacionales para que se nos reconozca lo que aquí se nos niega.
¿Todo indica que hay una serie de poderes fácticos que avalaron el acuerdo para que usted no fuera alcalde de Barcelona? ¿Cree que querían evitar a un alcalde independentista o les daba miedo el cambio que se podía producir? ¿Y cómo valora que estén tan cómodas con una parte del Gobierno municipal como es el PSC?
Creo que este es el debate de fondo que debe plantearse de cara a las próximas elecciones, que no es otro que cómo gestionamos el interés general de esta ciudad y cómo representamos el poder democrático frente a determinados poderes o mecanismos, bien sean de Estado o de mercado, que están muy presentes en la ciudad. Yo creo que en estos momentos el auténtico Gobierno de la ciudad es una coalición sí, pero entre Foment del Treball y el PSC. Ésta es la coalición que realmente está gobernando en Barcelona más allá de las gesticulaciones y el abuso de la ideología de los comuns con lo que lo único que consiguen es generar crítica y rechazo por falta de consistencia, de profundidad y de estrategia real.
No se trata sólo de una cuestión democrática, sino de lo que hoy significa ciudad, de qué horizonte y modelo de crecimiento estamos ofreciendo. Esto ya estaba en juego en 2019 pero ahora está aún más claro después de dos años de pandemia y de la crisis económica que ha añadido la guerra de Ucrania y en previsión de una crisis económica que generará nuevos y graves efectos sobre buena parte de las economías en toda Europa. Lo que exigirá que las sociedades democráticas, y ciudades como la nuestra, tengan capacidad democrática e instituciones con poder suficiente como para tomar la iniciativa. Es obvio que desde Barcelona no lo vamos a resolver todo pero lo que no podemos hacer es simplemente quedarnos al descubierto, a la espera de lo que decida el Estado o el mercado, o ambos juntos que es lo que ocurre ahora.
¿Qué propone ERC al respecto?
Un modelo transformador, de honestidad y claridad, transparencia y también de ambición. De complicidad positiva. Tenemos mucha sociedad activa y un Estado-Ayuntamiento débil frente a estos grandes poderes. De lo que se trata es de recuperar la complicidad con la sociedad para tener fortaleza institucional y ciudadana. Y para tener capacidad de articular estrategias en todos los ámbitos: económico, urbanístico, movilidad, vivienda. Estrategias que tengan sentido y respondan a las cuestiones reales que hoy tenemos planteadas desde una relación de confianza. Esto no significa aceptación y resignación. Debe ser una relación crítica. En Barcelona la ciudadanía no calla y hace bien en no callar. Quien no hace bien es la institución de no escuchar y no responder con solvencia y responsabilidad a este clamor. Esquerra Republicana está en condiciones de escuchar, responder y tomar decisiones de gobernación en el sentido que la ciudadanía está pidiendo de forma clamorosa.
Pronto se conmemorarán los 30 años de los Juegos del 92 de los que la Barcelona actual es heredera. ¿Qué se ha perdido de esa época y en qué había que pasar página?
Usted dice que es heredera, yo diría que hemos vivido, quizás excesivamente, de muchos de los efectos transformadores de ese período pero no los hemos sabido actualizar especialmente en los últimos diez o quince años. No hemos sabido poner al día la ciudad ni leer bien la transformación que se estaba produciendo. Hay una conexión total con causas generadas en todo el mundo, lo que llamamos globalización. Como la fortísima crisis de 2008. Y hemos tenido unas gobernaciones que en vez de dirigir estos fenómenos se han acomodado. Han dejado de ser sujeto para convertirse en objeto de estas causas. Esto incluye logros notorios y crecimientos desproporcionados en ámbitos como el turismo.
"Se trata de gobernar y entender que ni podemos vivir de la nostalgia ni reproducir esa época"
Pero se trata de gobernar y entender que ni podemos vivir de la nostalgia ni reproducir esa época. Se trata de apuntar cuál es el nuevo horizonte que la ciudad pide frente a estas circunstancias sociales, económicas, de nuevas culturas, o del cambio climático. Un dato nuevo este, que no estaba con la misma intensidad hace 30 años y que ahora está en un primer plano absoluto. Se trata de definir cómo desde el poder democrático somos capaces de armar a la sociedad y actuar juntos para gobernar todas estas cuestiones.
¿Qué papel juega y cuál cree que debería jugar Barcelona como motor del área metropolitana, capital de Catalunya y ciudad internacional?
Ahora vamos perdiendo tres a cero en estos ámbitos que usted plantea. Debemos recuperar y trabajar en los tres. Está muy claro que el área metropolitana tiene una funcionalidad en algunos aspectos muy esenciales para temas de gestión sectoriales, pero no dispone ni de la entidad ni de la capacidad de tomar las decisiones que deberían tomarse desde el punto de vista de la gran política en ámbitos como la vivienda, la movilidad o la lucha contra el cambio climático.
¿Y cómo capital de Catalunya?
La concepción de país que tenemos, precisamente por el predominio de unas determinadas fuerzas políticas en el área metropolitana, tiende a separar y distanciar a Barcelona del resto de Catalunya. Lo que debemos hacer es exactamente lo contrario. Lo que propone Esquerra Republicana es desarrollar una estrategia de país que conecte a Barcelona con el conjunto de Catalunya. Nuestra economía está ya absolutamente interconectada en el conjunto de una Catalunya que se acerca a los 8 millones de habitantes. Esta Catalunya necesita una Barcelona que sea una gran capital líder y activa. Y al mismo tiempo necesita una red de ciudades con la que Barcelona debemos tener una relación de corresponsabilidad, coordinación y de compartir.
Tenemos dos grandes cuestiones, soberanía energética y soberanía alimentaria, en las que Barcelona debe apostar absolutamente. Barcelona no debe ser el agujero negro que se lo traga todo. Hay que plantearse qué aportamos, qué añadimos, cómo ahorramos, cómo demostramos nuestra responsabilidad ciudadana e institucional en estos terrenos. Y hay que pensar cómo debemos entendernos con las Terres de Ponent, els Pirineus, l’Ebre, la Catalunya Central y el resto del país. Y aquí hay mucho que hacer. Esto rebasa mucho las actuales capacidades del área metropolitana.
¿Y en la proyección internacional?
Yo veo la posibilidad de un nuevo liderazgo europeo de Barcelona. Estamos en condiciones de crear una referencia de modelo urbano. El debate de fondo de todo el actual urbanismo mundial gira sobre qué significa ser ciudad. Y cómo se hace la interconexión e interdependencia del área urbana con el entorno que no lo es. No podemos tolerar construir un país que se va concentrando demográficamente en la costa mientras condenamos a cierta resignación a tantas zonas del interior. Esto no puede ser y es irresponsable. Y creo que Esquerra representa esa idea de país toda ella, ERC Barcelona también. Esquerra le propone a Barcelona que asuma ese rol de liderazgo y de corresponsabilidad simultánea.
El turismo ha vuelto de forma masiva a Barcelona. ¿Se han desperdiciado estos dos años de la pandemia para intentar reiniciar con un modelo más sostenible y menos masificado?
Usted puede revisar las sucesivas propuestas que desde ERC hemos ido haciendo al respecto en el Ayuntamiento de Barcelona. Hoy nos toca proteger el turismo de sí mismo. Si queremos, que lo queremos, que Barcelona tenga turismo en cinco años o cincuenta, es ahora que debemos proceder a su mejor regulación y gobernación. A su protección como sector económico y como indudable riqueza de nuestra ciudad. Esto pide entendimiento con todos los sectores implicados. Es un debate pero a favor de que no maten a la propia gallina de los huevos de oro que es lo que está a punto de suceder. Es una cuestión que otras ciudades están afrontando y no veo razón alguna para que Barcelona no pueda hacerlo, no sólo con dignidad sino con eficacia.
"Por supuesto que queremos el turismo, pero también queremos tener espacio público no masificado"
Esta ciudad debe respetarse y hacerse respetar. Y los ciudadanos tienen todo su derecho a hacerse respetar. Por supuesto que queremos el turismo, pero también queremos tener espacio público no masificado, poder descansar, poder vivir sin ruidos excesivos, queremos que las Ramblas sean nuestras otra vez como Ciutat Vella o la Sagrada Família. Que no sean objetos únicamente de invasión sistemática. Todo esto simplemente pide razón, sensatez y entendimiento. Estamos listos para ello.
Pero el discurso de los comuns va también en ese sentido. ¿El modelo diferente al respecto con el PSC ha frenado este planteamiento?
Este ámbito del turismo es una de las mejores ilustraciones que aquí no estamos ante una coalición de gobierno sino de una ubicación de intereses en paralelo. No hace falta volver sobre lo que en su día decidieron, pero es obvio que no hay capacidad para construir un mensaje, un programa y una gobernación conjunta. Entonces, en esta situación y a la vista de esta contradicción y de la impotencia para modificarla, los comuns lo que hacen es trasladar las cuestiones a otro lado, de forma muy explícita al Govern de la Generalidad de Catalunya. Están trasladando su impotencia. Nosotros lo que les decimos es que hay que hacerlo bien y sentarnos como hicimos la semana pasada (en la comisión bilateral). Compartiendo una reflexión, tomando una medida concreta sobre los cruceros y previendo una futura y espero que inmediata regulación en este terreno en beneficio de todos.
ERC propuso una limitación de los cruceros de 200.000 pasajeros mensuales. ¿Va en esta línea la regulación?
Ésta es una estimación prudente. Pero nosotros lo que planteamos, antes de fijar ninguna cifra, es cumplir con lo que propusimos y se aprobó, que es disponer de un estudio, como otras ciudades tienen, sobre la capacidad de acogida de Barcelona respecto al turismo. Esto puede objetivarse y medirse de forma razonada y con acierto. Y debe darnos un marco de reflexión a partir del cual tomar decisiones. En el terreno de los cruceros, del espacio público de la ciudad central, de la diversificación de zonas, de la protección de determinadas profesiones como la de los guías turísticos, de la regulación de fenómenos absolutamente inadmisibles como son los bicitaxis, etc.
"Para proteger al sector turístico no se le puede cargar a base de desmesura y de masificación"
Estamos en condiciones de empezar a tomar decisiones y a ser corresponsables como ERC lo ha sido en otras muchas cuestiones durante los últimos años. Pero lo que no estamos dispuestos es a callar y aguantar la pura contradicción trasladada a otras instancias o la inacción, que es lo que de momento sigue sucediendo. Y si existe una alternativa de alguien que defiende más turismo, más cruceros, más masificación y más de todo que se plantee. Nosotros defenderemos que para proteger al sector turístico no se le puede cargar a base de desmesura y de masificación y que hay que respetar la ciudad y sus ciudadanos.
Ustedes han impulsado una iniciativa contra el incivismo y por el descanso vecinal. ¿Barcelona tiene un problema de civismo?
Basta con pisar calle como hacen nuestros concejales y concejalas para poder constatar hasta qué punto esta mezcla de inacción y de entreguismo del gobierno de la ciudad ha derivado en una tolerancia respecto a situaciones que quizás no están en la voluntad de nadie pero que están sucediendo en ya demasiados puntos de esta ciudad. No es una excepción de una calle determinada como ocurre en Enric Granados. Ocurre en el Poble-sec, en el Poblenou y en otras zonas del Eixample y de los barrios marítimos o en algunos momentos en la Vila Olímpica.
Ésta es una cuestión de carácter y de lo que significa convivencia y respeto por los derechos de los ciudadanos. Nosotros estamos activamente implicados en la defensa de estos derechos. Y no dejaremos de estarlo porque estamos convencidos de que existen soluciones y respuestas. En el fondo, es una cuestión de autoridad democrática. Nosotros queremos representar la autoridad democrática que es capaz de establecer reglas del juego y es capaz de hacerlas cumplir. Lo que ahora no está sucediendo, a veces por la presencia de intereses evidentes.
La alcaldesa Colau defiende que las 'superilles' –manzanas de la ciudad pacificadas al tráfico- es el gran proyecto de transformación urbanística de Barcelona. ¿Está de acuerdo?
Barcelona, desde el punto de vista urbanístico y simplificando un poco, tiene tres grandes cuestiones planteadas: La primera es cómo creamos ciudad en determinados territorios de Barcelona en los que no se ha hecho en los últimos años en parte por la intervención abusiva del Estado. Hablo de la Sagrera y por extensión todo el tramo Besòs desde el mar hasta Montcada. O de los barrios de la Marina. La segunda cuestión es cómo afrontamos la imperiosa rehabilitación en profundidad de tantos barrios de los años 60 y 70 que han quedado manifiestamente obsoletos en términos de calidad y dignidad de la vivienda y del espacio público. Esto significa Montbau, Guineueta, Trinidad y muchos más barrios. Ésta debe ser una gran operación de ciudad. Y la tercera cuestión es el Eixample, que es a lo que se refiere la señora Colau. Pero esto se ha convertido en una especie de obsesión. Y es necesario cambiarlo de obsesión a cuestión estratégica.
¿Quiere decir que este modelo se está aplicando en el Eixample sin demasiado criterio?
El Eixample es demasiado importante. Hay que respetarlo también más que empeñarse en cambiarlo. Debemos preservar muchas cosas en el Eixample porque es una pieza esencial de la movilidad en nuestra ciudad. Pero precisamente por eso también pide instrumentos, medidas y regulación de esa movilidad para la protección del ciudadano y para la pacificación que permita combatir los efectos de la contaminación y la congestión. Esto significa actuar en los ámbitos de la movilidad metropolitana. El Eixample está pagando el coste de una explícita omisión metropolitana. Y por tanto, en el fondo han conseguido que las 'superilles' no sea un tema de gran debate.
Quisiera que lo fuera. Pero lo han convertido en un concepto de espectáculo porque lo han aplicado mal y es una medida más puntual, provisional y decorativa que de transformación. No comparto la estrategia actual. Podemos discutir el concepto, pero la ciudad pide una visión global del Eixample desde su preservación y continuidad. Porque el Eixample es una referencia mundial, ¡poca broma! Es una referencia de ciudad que el mundo entero ha venido a admirar. No admite juegos ni frivolidades. Debemos responder con la capacidad de presentar una alternativa global, seria, solvente y respetuosa.
¿Ahora el proyecto de 'superilles' no es ninguna de estas cosas?
¡Ahora no! Ahora es una mezcla de actuaciones puntuales presuntamente transformadoras pero que no lo son y que generan tantos efectos positivos como negativos, acompañado de una política de decoración, de objetos de mobiliario urbano que molestan a todos y pinturas. No podemos reducir el Eixample a una cuestión de colorines o de tres árboles más aquí o allá.
La mitad de los puestos de trabajo de Barcelona están ocupados por personas que viven fuera de la ciudad. ¿Cómo afrontar la pésima movilidad metropolitana que existe en la actualidad en transporte público más allá de la primera corona?
Hay unas 500.000 personas que entran todos los días a trabajar en Barcelona. Y unos 200.000 barceloneses y barcelonesas que hacen lo contrario y se marchan a trabajar fuera todos los días. Esto genera unos efectos de congestión muy explícitos. Esto significa políticas de viviendas metropolitanas, políticas de creación de puestos de trabajo de acuerdo con una nueva regulación urbanística que es la que debe resolver el nuevo Plan Director Urbanístico (PDU). Y pide medidas concretas respecto de nuestra propia ciudad como estrategia urbana. Pero es posible, no estamos condenados a la congestión.
Y por supuesto, hace falta política metropolitana de transporte público. Y aquí, y lo digo con toda la contundencia, existe una responsabilidad grave y seria del Govern de la Generalitat y del Gobierno del Estado. Pero lo que le ocurre en Barcelona es que no se ha tenido la fuerza o no se ha sabido utilizar los instrumentos adecuados para exigir esa corresponsabilidad de las demás administraciones. Y esto ahora ya es urgente. No podemos aceptar simplemente la visión reduccionista de limitar el uso del coche privado sin aumentar el transporte público. No podemos mirar esta cuestión desde una pura óptica de barrio o centro ciudad como es el Eixample. Aquí estamos muy lejos de la capacidad y de las estrategias que los poderes democráticos equivalentes toman en ciudades como París o Londres. Por ejemplo la cuestión de la vivienda es un déficit clamoroso y ésta es una de las claves de fondo que explican la situación actual.
Pues el Gobierno municipal saca pecho de la construcción de vivienda social y arremete contra la Generalitat. ¿No es así?
"Colau no ha sido capaz de construir la alianza y la complicidad ni con la Generalitat, ni con la sociedad"
Aquí también está confesando su fracaso. Aunque es una cifra alta de construcción de vivienda social en términos relativos en sí mismo es miseria. Está muy lejos de lo que esta ciudad necesita y de lo que ella misma –Colau– había planteado. No ha sido capaz de construir la alianza y la complicidad ni con la Generalitat, ni con la sociedad, ni con el sector privado para producir los efectos que esta ciudad pide en términos de vivienda. Eso sí, desde su inacción hemos asistido a efectos derivados también, entre otras cosas, del turismo y de las decisiones de inversión de los grandes fondos inmobiliarios internacionales frente a los cuales se ha visto impotente y resignada. No ha sido capaz ni de armar institucional, social y económicamente esta ciudad.
¿Barcelona puede dar la espalda a los Juegos Olímpicos de invierno si los Pirineos deciden presentar la candidatura? ¿Teniendo en cuenta que Barcelona es lo que es por unos Juegos y ahora organiza grandes eventos como la Copa América de Vela?
Dejemos que se tomen las decisiones adecuadas que por otra parte ya empiezan a ser urgentes y que la voluntad de los ciudadanos dels Pirineus se ponga de manifiesto. A partir de ahí, creo que Barcelona debe ser un factor positivo, un valor añadido explícito por estos Juegos Olímpicos. No porque esperemos efectos transformadores como los de hace 30 años, porque hablamos de otra dimensión y de otro modelo. Pero ésta es también una magnífica ocasión para establecer una determinada relación positiva y de coordinación y de suma de capacidades con els Pirineus. Y con otros muchos territorios de en medio. Hay mucho que hacer en esto. No es que Barcelona no pueda dar la espalda, es que debe dar la cara absolutamente a favor de estos Juegos sabiendo que no se trata de uno de esos grandes eventos de los de antes sino de uno de una cierta significación y valor en prestigio internacional.
Desde fuerzas del Gobierno municipal actual le acusan de ser el delegado del Govern de la Generalitat en Barcelona más que alcaldable. ¿Le molesta?
Yo que creía que era barcelonés... (ríe). Esto ilustra un debate de fondo que no es menor. Si caen en la tentación de hacer este planteamiento es porque siguen instalados en este tópico de hace 40 años cuando en Catalunya había dos grandes partidos y de lo que se trataba era de que cada uno mandaba en un lado de la plaça Sant Jaume. Esto se convertía en un argumento electoral. Pero supone una ceguera profunda respecto a una ciudad como la actual con un mapa político como el que tenemos y con exigencias de transformación tan intensas y profundas. Porque pide a gritos una alianza institucional entre el Govern de Catalunya y el de Barcelona.
Desde la absoluta legitimidad del gobierno de la ciudad para expresar sus proyectos y ambiciones, su horizonte o incluso sus exigencias. Nos conviene forjar alianzas de la ciudad para dentro, y tampoco la alcaldesa ha sido capaz de hacerlo porque ha hecho clientelismo pero no complicidades. Pero también nos conviene la estrecha alianza con el Govern de la Generalitat en términos de inversión, de reforzamiento de la Carta de Barcelona, y muchos otros temas. Y Esquerra representará esto orgullosamente y con todas las consecuencias.
¿Y con el Gobierno español? ¿Por qué viendo los datos de ejecución presupuestarios de menos del 36% no parece que Barcelona salga muy bien parada tampoco aunque los partidos del Gobierno municipal están en el del Estado?
¡Efectivamente! Una de las cosas que debemos hacer es conocer bien el grado de afectación directa en Barcelona de ese clamoroso déficit en la ejecución presupuestaria del Estado. Pero a mí, en términos políticos, lo que más me sorprende es que se acepte esta falta de respeto absoluto del Gobierno del Estado respecto a los derechos de nuestra ciudadanía y a nuestras inversiones. Y en cambio se intente trasladar todas las responsabilidades a la Generalitat, que seguramente tiene cosas criticables pero no comparable a cómo está actuando el Gobierno del Estado con Catalunya y con Barcelona en muchos ámbitos. Y ante esto sólo tenemos el silencio y la resignación de la señora Colau y de los comuns, y por supuesto la complicidad plena del PSC.
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