sevilla
“A las ocho el baño. Esa es la clave”. Con estas nueve palabras, resume Toni Valero cómo afronta esta nueva etapa en la primera línea de la política andaluza.
Valero fue elegido este sábado pasado coordinador general de IU en Andalucía con el 88% de los apoyos de sus compañeros de la dirección, tres años después de que dejara la secretaría de Organización con Antonio Maíllo como coordinador, para resolver su situación laboral -era profesor interino, hoy se ha ganado su plaza- y criar a su primera hija -hoy tiene dos-.
“El baño” del que habla es el baño de sus hijas. Y "la clave" se podría traducir por una rehumanización de la actividad política para hacerla compatible con la vida.
Valero recibió este lunes por la mañana a Publico en su despacho de la sevillana calle Donantes de Sangre, sede de IU.
¿Por qué se decidió a aceptar la propuesta de sus compañeros?
No está muy desligada de las razones por las que me fui. Yo estaba acompañando a Antonio en la dirección con un mandato vinculado a un ciclo político que continuaba, pero entendí que un dirigente de mi edad y como yo otros tantos podamos seguir apostando y aportando en este partido.
Y si yo no quería caer en la profesionalización que tanto había criticado tenía que solventar de forma definitiva mi situación profesional. Yo era profesor interino. Sabía que iban a salir oposiciones en un par de años. Digo, debería volver al instituto y presentarme con garantías. Y por la conciliación. Era padre de mi primera hija, que era un bebé. En el tiempo que estuve en la dirección pude cuadrarlo todo, pero en ese momento, entendía que tenía que estar al pie del cañón en esa situación.
Pasan tres años. Yo he resuelto mi cuestión profesional. Mañana la organización me dice Toni. Estas metiendo la pata. No pasa nada. Me voy a mi trabajo. O yo digo. No estoy de acuerdo con lo que se aprueba. No pasa nada. Me vuelvo a mi trabajo. Eso lo tengo resuelto. Y lo otro en gran medida ha mejorado. Tengo una hija en el colegio y la otra no es un bebé.
Creo que cualquier persona que se mete en política tienen que tener bien claras, trazarse una vida profesional paralela y ser capaz de conciliar. Como decía Kate Miller. Lo personal es político. Tenemos responsabilidades más allá de las públicas, con las personas a las que queremos. Si yo puedo arreglar esto, estoy a disposición del partido.
Y el partido lo que quiere es eso. Ojo. El partido ha tenido una reflexión que tiene que ver con un cambio cultural de una nueva generación política que se forma a final de los 90, en los dosmiles y que va implementando esa manera de estar en las instituciones. Ahora das dos pasitos adelante y luego dos pasitos atrás y después volveremos a dar pasitos.
Cuando se fue, se iniciaba el proyecto de confluencia con Podemos. Participó en los orígenes. ¿Cómo se ha hecho esa confluencia, en su opinión?
Se ha hecho muy bien. Contradicciones no faltan. Y se seguirán dando, pero se ha hecho muy bien. Si uno mira el escenario estatal lo que en Andalucía se ha hecho es mejor que en otro sitios.
¿Mejor para quién?
Mejor para la gente que nos vota, que es en lo primero que tenemos que poner la vista, y para la gente que no nos vota, pero queremos representar. La clase trabajadora andaluza necesitaba y necesita trincheras electorales fuertes, espacios de unidad amables para participar.
Hemos hecho una confluencia que, creo, va más allá de una coalición electoral. Se ve en muchas cosas. Vas por el territorio y te ves una asamblea en el bosque urbano tal y te ves a los compañeros de IU y de Podemos trabajando conjuntamente. Se ve en que cuando hay que tomar decisiones de enjundia sobre posicionamientos políticos, dicha decisión no queda circunscrita a espacios institucionales, si no que son ambas organizaciones las que toman partido.
Esto es algo incipiente. No depende solo de Podemos y de IU. Pero ya traza un carril en el que estamos bien situados. Sin quitar peso a problemas y contradicciones que ya teníamos nosotros en IU.
IU se compone de muchas organizaciones, con muchas patas. Sabemos lo que es navegar y cabalgar sobre contradicciones y diferencias. Ahora tenemos otras más, pero en una trinchera mucho mayor. Yo estoy contento con lo que se ha hecho. Si yo hubiese estado a lo mejor no hubiese salido tan bien.
¿Ha hablado ya con la dirección de Podemos en Andalucía?
Los voy a saludar esta semana. Y en cuanto podamos vamos a tener una reunión de trabajo. Claro que sí. Es verdad que esta semana, con el pleno, ellos tienen agenda peor. Por teléfono ya hemos tenido ese contacto. Y nos sentaremos.
La elección de Inma Nieto como portavoz parlamentaria se hizo antes de su nombramiento ¿Le parece bien?
Sí. Absolutamente. Con Inma he trabajado en la dirección en el mandato en que estuve como responsable de Organización. Tenemos mucha suerte teniendo a Inma como portavoz, porque es brillante. Ella va a ocupar más espacio a mi juicio de lo que los votos nos darían. Va a destacar y destaca sobre el resto de portavoces del ámbito parlamentario. Y estoy contento de que la imagen de Adelante Andalucía con Inma va a ser una imagen muy potente y muy solvente. Plena sintonía. Me alegro de que esa decisión ya estuviese tomada.
¿Cuáles son los ejes políticos sobre los que quiere que gire la confluencia?
Hay dos aristas fundamentales. Por un lado, tenemos la contradicción con la ultraderecha y con este revisionismo del cambio climático que se está dando en esta crisis civilizadora. El feminismo y el ecologismo van a ser fundamentales. El feminismo y el ecologismo están marcando posición frente al crecimiento de la ultraderecha. Los debates provenientes del feminismo y del ecologismo son claves ya. Ahí tenemos mucho que aportar por nuestra trayectoria. Nuestros socios también.
Hay otra cosa que nos preocupa mucho. Hay que reconstruir una identidad de clase. De clase trabajadora. Tenemos unas tasas de precariedad y de desigualdad de las más altas de Europa. Es fundamental también agarrarnos a ese hilo rojo de la historia. Poner el foco también en esa contradicción capital-trabajo y articular alianzas y discursos en donde pongamos en la centralidad el mundo del trabajo, sin olvidar el ecologismo y el feminismo.
Es una propuesta holística, global, tenemos que poner en valor una nueva cultura en la que beber del feminismo; un cambio en el modelo productivo que tiene que tener en cuenta el calentamiento global y empezar a hablar de reindustrialización verde y del papel de los trabajadores, trabajadoras y desposeídos, con toda su complejidad. No estamos hablando para un universo abstracto, lejano. Andalucía es donde ponemos el foco.
¿Cómo se puede configurar este discurso en lo concreto, en medidas concretas, que se puedan ejecutar en el contexto en que vivimos?
Hay cosas que ya están hechas. Bankia, hoy por hoy, está bajo control público. ¿Qué hacemos con Bankia? ¿Nos la quedamos y la ponemos al servicios de la pequeña y mediana empresa, de la economía social, de los trabajadores y trabajadoras, de la gente joven que tiene que emanciparse o ahora que la hemos saneado la privatizamos y que se dedique a especular?
Estamos hablando de debates de antes de la crisis. Lo de Bankia es un ejemplo. Aquí no hablamos de nada que haya que construir. En Andalucía, recuerdo, el gran debate era la ficha técnica para tener la banca pública y la ficha técnica parecía un problema de ingeniería jurídica imposible para el socio [el PSOE]. Pues ahora no hay problema. Hay un banco que es de las principales entidades de este país que se puede poner al servicio de la economía productiva.
Nosotros estamos en eso. Ya tenemos camino hecho. El tema de las energéticas es fundamental. Tenemos un problema en nuestro país, que es que somos deficitarios, fundamentalmente por la compra de energía. Sin embargo, tenemos unas condiciones geográficas óptimas para una industrialización verde de nuestro país, como están haciendo Alemania y otros países.
¿Por qué vamos a dejar que eso sea un negocio para las energéticas privadas ahora en lugar de conseguir que sea una fuente de soberanía y de desarrollo del país? No estamos hablando de quimeras. Son cosas que ya están haciendo otros países.
Pero es cierto. A veces los discursos grandilocuentes son difíciles de aterrizar.
Imagine que va a un barrio obrero y reúne a unos cuantos trabajadores y trabajadoras, que tal vez llevan años en paro, tal vez inventando lo que sea cada día para salir adelante ¿Qué les cuenta que les diga algo?
En esto hay dos cosas. Está la fácil y está la difícil. Mira. El gobierno podría plantear esta serie de políticas de las cuales nosotros proponemos la derogación de la reforma laboral, una contratación estable… Por lo tanto, vótame. Eso es lo fácil. Y eso hay que hacerlo también. Porque si no tenemos poder institucional, no hay nada que hacer.
Después está lo difícil, que no tiene renta en el corto plazo y que no necesariamente tiene que estar vinculado con nuestra representación institucional. Y que es: amigo, amiga, nos tenemos que organizar. Y en este país, en los años de crisis, se han conseguido algunas cosas por la presión popular. Hubo un movimiento antidesahucios muy fuete, hubo un movimiento en defensa de la sanidad pública increíble en Madrid, muy fuerte.
Tenemos que retomar eso. Y con esto no digo tenemos que retomar las manifestaciones, que también, sino algo mucho más complejo, profundo, de largo recorrido, que es el tejido social. La gente se encuentra con los mismos problemas. Y a partir de ahí viene todo lo demás. Después vienen las manifestaciones, las expresiones electorales. Y tenemos que volver ahí.
Los países que tienen un tejido social más débil sufren más recortes, mas autoritarismo y los que consiguen articular más a su sociedad, tienen garantías democráticas en forma de servicios públicos, de un mercado laboral más justo. Creo que tenemos que ir ahí.
Después de 37 años de gobiernos socialistas, se ha producido un giro hacia la derecha en Andalucía. ¿Qué cambios ve?
Aquí hay mucho ruido, Es cierto que hay un cambio. El Parlamento se ha convertido en una caja de resonancia de las bravuconadas y de la batalla cultural que está afrontando la ultraderecha en nuestro país. Ahí tienen una caja de resonancia para introducir debates reaccionarios y hacer que el debate público gire en torno a cuestiones que no deberían estar sujetas a debate. Ahí hay un cambio que nos preocupa profundamente, pero hay otra cosa: Las políticas de fondo que quieren implementar el PP y Ciudadanos se están sirviendo de normativas que ya aprobó el PSOE cuando estaban en el Gobierno, que permitían de manera encubierta la externalización y privatización de servicios públicos fundamentales.
Pongo un ejemplo personal. Fui en diciembre al especialista. Por una capsulitis, que nos pasa mucho a los profes. Te tienen que hacer una prueba, una sencilla, te va a llegar la cita en un mes, no me llega, no me llega… Fui a reclamar en febrero, me llega hace dos semanas, preséntese usted en tal clínica privada que le van a hacer la prueba. Me presento y allí hay una fila de working class como yo. Nos hacen la prueba en la clínica privada. ¿Se ha privatizado algo? No. Pero la máquina sigue funcionando. Eso va al negocio privado. Y con la educación, algo parecido.
Por tanto, ¿Qué quieren el PP y Ciudadanos? Una legislatura tranquila donde saben que no van a tener que tocar tantas cosas. Eso es lo que el PP y Ciudadanos quieren hacer. No supone un cambio sustancial con el PSOE. Yo no veo ese cambio ahí. Yo sí lo veo en la batalla cultural. Vox está logrando hegemonizar el parlamento gracias al papel que le han brindado PP y Ciudadanos.
Salvo sorpresas, que todo puede pasar en política, como hemos visto, la única posibilidad, debido a la aritmética, de modificar esas políticas sería que ustedes y el PSOE llegaran a algún tipo de entendimiento en algún momento en el futuro ¿Qué piensa al respecto? ¿Es posible?
Se tendrían que dar dos cosas. La primera es que el PSOE pasase de pantalla. El PSOE está ahora mismo en la legislatura anterior. Tiene que abandonar determinadas posiciones conservadoras que tomó en el gobierno, solo sea porque está ahora en la oposición. Si estando en la oposición, el PSOE abandona dichas posturas conservadoras y eso viene acompañado del papel que tienen que jugar muchas otras fuerzas políticas para hegemonizar una propuesta de cambio para Andalucía, ya se hablará de todo sobre el programa.
Pero claro, tienen que pasar dos cosas. Esto no va de que en el Parlamento el PSOE y Adelante Andalucía coincidan. Tenemos que ver las fuerzas sociales cómo crecen y hacen valer propuestas políticas de transformación para Andalucía. Las alianzas por arriba sirven de poco. Y segundo, el PSOE tiene necesariamente que modificar posiciones conservadoras que ha mantenido durante décadas en Andalucía. Por lo tanto, no puede ser el postureo frente al PP. Tiene que ser algo de convencimiento.
A partir de ahí, ya podemos sospechar qué cambio necesitaría el PSOE para asumirlo con convicción y no con postureo. Lo que sea bueno para andaluces, no nos vamos a negar.
¿Tiene relación con Susana Díaz?
He recibido un mensaje de felicitación. No tengo una relación personal, la tengo protocolaria.
¿Cómo valora la experiencia del Gobierno de coalición con el PSOE del que formó parte IU entre 2012 y 2015? ¿Piensa como Antonio Maíllo que sirve como contraejemplo para aprender?
Antonio y yo tenemos matices. No voy a coincidir en todo con él, pero en lo fundamental coincido. Hicimos un análisis. Yo no impugno la entrada en el Gobierno. Yo impugno cómo entramos y cómo se gestionó el cogobierno. La síntesis a la que llegamos en nuestra asamblea de balance.
No sé si nos acordamos que entramos en el cogobierno cuando el de la CEOE dijo aquello de quien no encuentre trabajo aquí que no se queje, que se vaya a Finlandia. Recordemos el contexto. El PP gobernaba en todas las autonomías, menos las nacionalistas. En casi todas las capitales de provincia. Aquello fue pavoroso. Se aprobaron recortes brutales. Llegaban los recortes. Veíamos que aquí estábamos como en Grecia.
Dijimos: vamos a trazar una trinchera de resistencia en Andalucía. La apuesta fue valiente, defendí esa propuesta, estábamos a la altura de nuestro pueblo. Si podéis evitar que pase ahí lo que está pasando en el resto del Estado, hacedlo. Entramos en un cogobierno con [José Antonio] Griñán, en donde hubo cierto margen para hacer cosas en el primer año y se habló de temas muy interesantes. De hecho, en el tema de la vivienda, en Andalucía fuimos ejemplo.
Y después empezó otra parte de la legislatura con Susana, en la que fue imposible llevar a efecto lo acordado. Si se hubiera podido llevar a cabo, yo te diría, esa legislatura hubiera sido exitosa. Por tanto: problema: cómo se gestionó ese cogobierno, en el cual los acuerdos tomados no se podían llevar a la práctica. Entonces, a partir de ahí es cuando entra el debate de si estar o no, pues si esto no se va a cumplir, habrá que salirse.
Nosotros no llegamos a decir nos salimos, a pesar del relato que se construyó. Nosotros dijimos: a final de curso, si todo esto que está negociado no se ha cumplido, tendremos que votar para ver si nos vamos o no, porque estábamos viendo que la gestión del Gobierno era deficiente para las expectativas de la gente y de nuestro compromiso. Yo no cuestiono la entrada en ese sentido a posteriori, claro. A posteriori, alguien te dice: te lo dije. Bueno, sí; me lo dijiste, pero en aquel momento la coyuntura era el PP en el Estado central y la amenaza de intervención como en Grecia. Es que se nos olvida el que os vayáis a Finlandia.
Por eso, hay que, como siempre, hacer preguntas hacia el pasado sin partir de las condiciones presentes. Nosotros no vamos a frustrar las expectativas. A veces hemos puesto en juego nuestra organización por salvar las expectativas de la gente. Entrar en una relación con el PSOE siendo nosotros la fuerza minoritaria nos podía perjudicar. Eso lo hemos hecho más veces.
Ahora, no somos tontos. No vamos a entrar a jugar con el PSOE porque sí. Tiene que dar cambios profundos, cambios que Susana Díaz no está expresando hoy por hoy. Yo dudo que haya determinadas figuras del PSOE que ya los puedan hacer. Hay algunas trayectorias que invalidan para determinados cambios. Para todos. Para ellos y para nosotros.
Antes de terminar la entrevista, Valero recomienda, por petición de Público, un libro y una película. “Se dejó de editar en 2004 y se acaba de reeditar ahora. El eclipse de la fraternidad, de Antoni Domènech Figueras. Ese libro lo recomiendo. Es una joya que me hubiera gustado leer en su momento. Y de películas me gustó mucho Pride, ilustrativa de muchas cosas que tienen total vigencia en nuestro presente, que está ambientada en los 80. La necesaria fraternidad entre los explotados, los desposeídos, los discriminados. Libertad, igualdad, fraternidad en un contexto contemporáneo. Viejo movimiento obrero minero, clásico tiene empatía, reciprocidad, en este caso con el movimiento LGTB de la Inglaterra de Margaret Thatcher”.
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