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Actualizado:Existen numerosos manuales de Ciencia Política y de la Administración sobre claves y estrategias para gestionar crisis, emergencias y catástrofes, pero, según los expertos en la materia, "ninguno puede prever lo que estamos viviendo". La emergencia sanitaria del coronavirus y sus consecuencias sociales y económicas han situado a los Gobiernos de todos los países al frente de la gestión de una pandemia sin precedentes en la historia reciente.
En este escenario, no son pocos los mensajes de uno y otro lado (Ejecutivo y oposición) que transforman en aciertos o errores las decisiones y medidas que se toman para paliar las consecuencias de la pandemia. Los expertos avanzan que no es fácil valorar la gestión que el Gobierno ha realizado hasta ahora de esta emergencia, sobre todo por los esfuerzos de los diferentes actores políticos por imponer su particular relato de la situación.
"Posiblemente el mejor análisis será el que se haga una vez superada esta crisis, aunque entonces lo calificaremos de ventajista", advierten; aunque sí que defienden la posibilidad de analizar las estrategias que el Gobierno ha seguido hasta ahora, y que abarcan desde las medidas que se han tomado (sus tiempos, su contenido, su defensa y sus críticas), hasta los mensajes y discursos dirigidos a la ciudadanía sobre el virus del covid-19 y sus expectativas de evolución.
Para Jaime Pastor, profesor de Ciencias Políticas de la UNED, el Gobierno ha ido "a rastras de los acontecimientos y detrás de la dinámica que ha impuesto la pandemia". A su juicio, "ha faltado previsión", pero uno de los motivos o "atenuantes" radica en que el coronavirus ha logrado crear desconcierto también en el ámbito científico".
El experto en Ciencias Políticas recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS), la autoridad científica a nivel mundial que ha liderado la respuesta a la pandemia desde su irrupción, no vio a mediados de febrero motivos suficientes para cancelar un evento tan multitudinario e importante como el Mobile World Congress de Barcelona por culpa del virus, "algo que ahora nos parece impensable". "El atenuante es la relativa división de opiniones en el mundo científico en cuanto a las medidas de prevención o de mitigación", insiste.
Para el sociólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y vicedirector del Instituto de Políticas y Bienes Públicos (IPP), Luis Miller, el posible retraso en la toma de decisiones por parte de los gobiernos en esta pandemia tiene parte de su raíz en el 'temor' de los gobernantes a adoptar medidas impopulares. "Lo que se da en todos los países es que cuesta anticiparse cuando las decisiones no son del agrado del público. Los gobiernos tienen engrasada la maquinaria para aprobar medidas que generan popularidad, pero con las medidas impopulares cuesta más".
"No hace falta que sea una pandemia; en cuestiones como la reforma educativa no se logra hacer cambios profundos que puedan variar de forma significativa el actual estado de la cuestión, entre otras cosas porque cada vez que hay un pequeño globo sonda o un anuncio sobre la posibilidad de que pueda haber cualquier cambio, hay sectores que reaccionan mal y los gobiernos tienen mucho miedo a esta reacción de determinados sectores que les pueden hacer perder popularidad", explica el sociólogo.
La "paradoja de la aceptabilidad"
Para Miller, esta cuestión se podría definir por la "paradoja de la aceptabilidad", que viene a enunciar que "las medidas más drásticas y dolorosas solo son socialmente aceptables cuando la percepción del riesgo es muy alta, pero para entonces la medida ya llega, de alguna manera, tarde". Una forma de dar 'salida' a esta paradoja sería a través de la conformación de un clima de opinión más favorable a la adopción de determinadas medidas. "Dado que el Gobierno, en general, tiene mejor información que la ciudadanía, tiene que utilizar esa información para crear el clima de opinión al menos no totalmente adverso cuando hay que tomar decisiones que son dolorosas".
Atendiento a esta cuestión, Miller asegura que "hay un debate importante sobre si en los días anteriores al confinamiento, por el principio de precaución, el Gobierno podía comunicar mucho mejor ese riesgo que ya existía para que ya desde el primer momento todo el mundo estuviera concienciado. No tiene que exagerar, solo comunicar mejor el riesgo".
La politóloga de la Universidad Complutense de Madrid y analista política Marina Pla explica que en la gestión de crisis el objetivo suele ser "tratar de trasladar la imagen de control de la situación, sin excesivos cambios de rumbo y siempre esperando a observar la reacción de la sociedad y los distintos actores sociales a las medidas para anunciar una nueva".
Sin embargo, "en un escenario de excesiva emergencia", la politóloga precisa que "el Gobierno se mueve entre la necesidad de dirigir la situación y la obligación de no entrar en excesiva contradicción con el clima social que se ha ido generando. Por ejemplo, el imaginario de guerra frente al virus prepara a la sociedad para medidas drásticas, pero es una retórica que traslada demasiado estrés a la sociedad y que ha de acompañar las restricciones de libertades públicas (movimientos, militarización, etc.) de otras igualmente profundas en términos de lo que han llamado escudo social".
Además de los tiempos de las medidas, los expertos también atienden a cuestiones como la organización y la coordinación entre los diferentes niveles de la administración. A juicio de Jaime Pastor, no ha habido una gestión de la emergencia que se correspondiera con la organización territorial de España. "El decreto que declara el estado de alarma se aprueba sin una consulta previa a las Comunidades Autónomas; en un Estado compuesto como el nuestro, no unitario, es imprescindible consensuar con las comunidades un decreto que les sustrae competencias".
Según el experto, "había que buscar fórmulas sobre competencias compartidas, porque la realidad es que en nuestro sistema las competencias en Sanidad están en gran parte transferidas a las comunidades. Pedro Sánchez ha tratado de compensar esta situación con las conferencias de presidentes, pero en muchas ocasiones las ha celebrado después de tomar la decisión y no antes".
"Solidaridad" o "unidad patriótica"
Pastor considera que tras la irrupción de la emergencia sanitaria, el Gobierno ha optado por utilizar un discurso de "agrupación detrás de una bandera nacional, de una unidad patriótica que no encaja con la realidad plurinacional que tenemos". A su juicio "han proliferado las actitudes de solidaridad en la sociedad, pero estos comportamientos solidarios no creo que estén representados en el discurso patriótico que ha tenido" el Ejecutivo.
El experto en Ciencia Política alerta de que en ocasiones se ha abusado de "un discurso bélico que ha podido dar lugar a casos de abusos por parte de las fuerzas del orden. La asimilación de nuestros sanitarios con soldados revela la falta de una política de prevención ante las pandemias que es común a todos los países, además de los efectos de los recortes en Sanidad", asegura.
En la gestión de la emergencia sanitaria no solo juega un papel importante el Gobierno, sino que la oposición, su actitud y su estrategia también influyen en las decisiones. A juicio de Pastor, "la oposición ha tratado de ocultar su parte de responsabilidad en el actual estado del sistema sanitario". En cuanto a las medidas, el experto destaca que, "en general, la percepción ciudadana ha sido la de asumir que habría medidas de confinamiento antes de que se extendieran de forma generalizada; también vemos una solidaridad muy clara con los trabajadores de la Sanidad".
Jaime Pastor: "Tiene que haber un horizonte de salida, esa es la clave de la resistencia de la sociedad. Y, además de las medidas disciplinarias, hay que adoptar medidas de persuasión"
Según el profesor de la UNED, hay dos elementos a analizar relativos a esta cuestión: "la asunción de las medidas y la disciplina de la sociedad para respetarlas, y el hecho de que el Gobierno ha corrido un riesgo porque ha impuesto medidas uniformes a una sociedad que no lo es, donde existen sectores vulnerables que, por ejemplo, no tienen una casa en la que confinarse o que padecen patologías y situaciones relacionadas con la salud mental para las que el encierro representa un esfuerzo mucho mayor que para el resto, como personas con autismo".
Pla explica en este sentido que "hay que tener en cuenta que las medidas que se están adoptando son de un calado que, en condiciones normales, requerirían de una negociación muy exhaustiva con los agentes sociales. Los tiempos de la alarma sanitaria impiden esa ronda de consultas habitual, por lo que acaba imponiéndose la agenda de los actores más próximos al gobierno". Aunque, precisa la politóloga, "no podemos negar que existan presiones de todo tipo y, sobre todo, condicionantes estructurales (como la posición de la UE) que interfieran en esas medidas y en su profundidad.
Pastor también alerta de los riesgos de la "sobreactuación" por parte del Ejecutivo a la hora de llevar a buen puerto su gestión en este escenario: "Hay una presencia continua de Pedro Sánchez en televisión y, en algunas de sus intervenciones, no dice nada sustancial. Esta sobreactuación es un exceso que puede ir en contra del cierre de filas que exige a oposición y Comunidades Autónomas".
Luis Miller: "Para futuras crisis una de las lecciones que se puede aprender es la de anticipar información acerca de los riesgos (de la pandemia) para crear antes un clima de opinión más favorable a las medidas"
Pastor concluye su análisis con algunas recomendaciones sobre cómo se podría continuar con la gestión de la emergencia del coronavirus. "Tiene que haber un horizonte de salida, esa es la clave de la resistencia de la sociedad. En Italia han habido focos importantes de malestar" relacionados con el empeoramiento de algunas cifras que habían mejorado anteriormente. "No solo valen las medidas de reclusión de carácter disciplinario, también se tienen que poner en marcha medidas de persuasión porque esta situación no tiene su origen en una mala actuación ciudadana", aconseja el experto.
"Para futuras crisis una de las lecciones que se puede aprender es la de anticipar ese tipo de información acerca de los riesgos para crear antes un clima de opinión más favorable a las medidas. Creo que esto es posible, porque los gobiernos tienen mucha mejor información de la que tenemos el resto", concluye Miller.
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