Madrid
"En Europa nos encontramos en un momento claro de cambio […] Sentimos que nosotros hemos de liderar esta Europa en una nueva época [...] En Europa se hablará alemán". Así se jactaba en 2011 del poder económico de Alemania Volker Kauder, a la sazón presidente de la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Hoy la economía alemana, el caballo de tiro de la europea, renquea y se encuentra de acuerdo a algunos economistas prácticamente al borde de la recesión. Con todo, el objetivo de Kauder no parece quedar lejos, al menos en Bruselas.
Los recelos hacia el número de cargos en la Unión Europea copados por alemanes no son una novedad —del actual presidente, Jean-Claude Juncker, se dice que delega sus decisiones en el alemán Martin Selmayr, actualmente secretario general de la Comisión Europea—, pero a partir de la siguiente legislatura un alemán podría dirigir la propia Comisión Europea, una situación que no se da desde que en 1959 Walter Hallstein ocupase la presidencia de la Comisión de la entonces Comunidad Económica Europea.
Ese alemán, bávaro para más señas, es Manfred Weber (Niederhatzkofen, 1972), el hoy presidente del Partido Popular Europeo (EPP), grupo parlamentario en el que ha ocupado varios cargos desde 2009 y que lo eligió como candidato a la presidencia de la Comisión Europea con casi el 80% de los votos. Católico hasta la médula —es vicepresidente del Comité Central de Católicos Alemanes (ZdK)— y miembro de la Unión Paneuropea —una organización liberal-conservadora que promueve la federalización de Europa—, Weber no pertenece a la CDU de Merkel sino a su socio bávaro, la Unión Social Cristiana (CSU), cuyas posiciones están tradicionalmente a la derecha de aquélla y se han acentuado en los últimos años.
Un político controvertido
En una entrevista con Die Welt a finales de marzo, Manfred Weber propuso que los partidos "cuyo objetivo es destruir la Unión Europea" no puedan recibir dinero de la misma. "No hay ninguna institución en el mundo que sea tan ingenua como para financiar a sus propios adversarios", aclaró al diario alemán. "Estos partidos enemigos de Europa", entre los cuales mencionó a la Agrupación Nacional (AN) de Marine Le Pen y Alternativa para Alemania (AfD), "pagan con dinero de contribuyentes de la Unión Europea campañas electorales, acciones y pancartas cuyo fin es abolir la Unión".
El candidato a la Comisión Europea no precisó dónde se encuentra la delgada línea que separa criticar a la UE de querer destruirla, lo que motivó las críticas de periodistas y políticos en su país. "¿No nos encontramos en un Estado de derecho? O se prohíbe un partido o tiene los mismos derechos que todos los demás", señaló desde su cuenta de Twitter la candidata del Partido Democrático Libre (FDP) de Alemania a las elecciones europeas, Nicola Beer, para quien Weber debería "debatir las propuestas de los populistas" y ganarles en el terreno de la razón en vez de proponer simplemente cerrarles el grifo.
No es la primera vez que Weber se enfrenta a críticas. Recientemente se le ha achacado no haber hecho frente, como presidente del EPP, a la deriva de Fidesz, el partido del primer ministro húngaro, Víktor Orbán. En enero de 2018, durante un congreso anual de la CSU en la abadía de Seeon-Seebruck, Weber afirmó que aquel año sería el de "la solución final de la cuestión de los refugiados", una expresión cuyas oscuras resonancias históricas no escaparon a los periodistas que cubrían el evento y por las que fue igualmente criticado.
Weber también es partidario de endurecer la política hacia Rusia. En una entrevista hace semanas para Newsweek Polska reiteró que, de ser elegido presidente de la Comisión Europea, se opondrá "categóricamente" a la construcción de Nord Stream 2, el gasoducto que conectará Rusia y Alemania sin atravesar ningún país de tránsito y cuyas obras están ya en marcha. El político conservador aseguró que tratará de impedir su finalización por todos los medios a su alcance. Según Weber, este gasoducto afecta negativamente a los intereses de Ucrania —que no es miembro de la Unión Europea— "e influiría a largo plazo en el precio del gas para toda Europa". A diferencia de Polonia, debido a la escasa oposición a Nord Stream 2, en su propio país se han interpretado las declaraciones de Weber en clave electoral y como un apoyo a la Plataforma Cívica (PO), el partido al que pertenece el actual presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y que también es miembro del EPP.
¿Weber por Vestager?
Aunque según las encuestas el EPP seguiría siendo la primera fuerza en la Eurocámara en la próxima legislatura, los equilibrios políticos podrían hacer descarrilar la candidatura de Weber. No en favor de los socialdemócratas, cuyos malos resultados dejarían a su candidato a la presidencia de la Comisión Europea, el holandés Frans Timmermans, fuera de las quinielas, sino de los liberales. La Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ALDE) podría ver aumentar su representación en el Parlamento Europeo y, con ella, su capacidad de decisión. El cambio en el mapa político podrían llevar a que la elegida para ocupar la presidencia de la Comisión Europea fuese finalmente la candidata de los liberales, la danesa Margrethe Verstager, como parte de un acuerdo más amplio.
Como responsable de la cartera de Competencia, Vestager es, de acuerdo a una encuesta de Euractiv, la única comisaria de los 28 con una aprobación superior al 50%, por encima de la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, y el vicepresidente de la Comisión, el arriba mencionado Timmermans. Además, Vestager cuenta con el respaldo del primer ministro holandés, Mark Rutte, del belga, Charles Michel, y del luxemburgués, Xavier Bettel, así como de La République En Marche (LREM), el partido del presidente francés, Emmanuel Macron, y de Ciudadanos en España.
Según medios como The European, la canciller alemana, Angela Merkel, podría estar dispuesta a ceder frente a Macron y sacrificar a Weber —cuya oposición frontal a Nord Stream 2 va en contra de los intereses de una parte del empresariado alemán, incluso de los que militan en su propio partido— para permitir que Vestager sea la próxima presidenta de la Comisión Europea. Eso sí, no sería gratis: a cambio pediría que uno de sus hombres de confianza y actual ministro de Economía y Energía, Peter Altmaier, fuese nombrado comisario en la próxima legislatura, y más importante todavía, que el resto de países apoyasen la candidatura de su ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, a la secretaría general de la OTAN cuando Jens Stoltenberg abandone el cargo.
De este modo, la presidenta de la Comisión hablaría danés, pero Europa seguiría hablando alemán.
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