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El guion ya está preparado. Cuando el reloj marque las 21.00 de esta Nochebuena, el rey Felipe VI volverá a aparecer en las pantallas de los hogares para trasladar su habitual mensaje de Navidad. Lo hará tras un año intenso, marcado por una serie de asuntos no del todo cómodos para la monarquía. En ese contexto, el jefe de estado deberá resolver qué dice, cómo lo dice y, sobre todo, qué calla. "Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras", escribió alguna vez William Shakespeare. Por ahí va la cosa.
Tras el discurso del pasado 6 de diciembre en el Congreso por el 40 aniversario de la Constitución, Felipe VI tendrá una nueva ocasión de dirigirse a la ciudadanía —o al menos a quienes enciendan el televisor antes de la cena— con su tradicional discurso navideño. Un apunte para los amantes de las anécdotas: si en algún momento dice la palabra "pollo", una cadena de comida rápida regalará 11.111 euros al seguidor que más rápido lo reproduzca en Instagram.
No hay que engañarse. Las posibilidades de que el rey cuele el término "pollo" en su intervención son, como mínimo, diminutas. Lo mismo ocurrirá con otros términos más políticos, como "plurinacionalidad". A día de hoy nadie apuesta ni un céntimo a que el monarca vaya a pronunciar ese concepto. La socióloga Laura Bejarano se apunta a quienes creen firmemente que ese término no saldrá esta noche de su boca. Ni esta ni ninguna otra, pronostica la experta. ¿El motivo? "Nuestro monarca no se cree que estamos en un Estado plurinacional", reflexiona.
En efecto, se prevé que el rey hable de una manera u otra sobre Catalunya, pero no precisamente para alentar la posibilidad de construir otro modelo de estado en el que se respete el derecho a decidir. En la hemeroteca aún retumba su discurso del 3 de octubre de 2017, cuando se posicionó claramente a favor de la vía dura contra el independentismo. "Entonces el rey demostró que la monarquía es una institución que impide articular un estado con carácter plurinacional", afirma a Público el analista Rodrigo Amírola, licenciado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.
¿Qué dirá ahora, cuando se abre una mínima ventana de diálogo entre los Gobiernos de Pedro Sánchez y Quim Torra? La jurista y profesora de Filosofía del Derecho María Eugenia Rodríguez Palop cree precisamente que "sobre la cuestión territorial no debería decir nada, porque ya lo dijo todo el 3 de octubre de 2017". "Entonces se posicionó de una manera claramente parcial y sesgada. Lo más honesto por su parte sería callarse", subraya.
Reivindicaciones feministas
Más allá de Catalunya, 2018 también ha sido el año de la huelga feminista del 8M. Hoy aparecen con más fuerza que nunca las reivindicaciones de las mujeres, que se niegan a seguir sufriendo la desigualdad y la violencia del sistema patriarcal. "No será suficiente que Felipe VI haga una mera mención a la violencia de género o al número de mujeres asesinadas este año. Aquí se ha evidenciado que existe una violencia estructural por parte del Estado que nos afecta y que tiene que ser combatida", dice Bejarano. "Si el Rey no nos interpela a las mujeres desde un plano en el que se pueda crear un país de futuro en el que nosotras seamos protagonistas —continúa la socióloga—, está perdiendo la oportunidad de hablarle a la mitad de España".
Rodríguez Palop apunta que, efectivamente, el jefe de estado "tendría que hablar de violencia machista asumiendo la perspectiva del movimiento feminista". O lo que es lo mismo, "reconociendo que no se trata del producto de una patología individual, sino que estamos ante el subproducto de un determinado modelo social", remarca la jurista.
En tal sentido, el politólogo Alejandro Pérez recuerda que en 2017, el monarca "focalizó el discurso únicamente en la violencia de género". "Este año, tendría que ser capaz de incorporar algunas de las demandas que ha puesto sobre la mesa el feminismo, como la desigualdad en el trabajo, teniendo en cuenta la brecha salarial y el denominado techo de cristal", afirma el experto.
Corrupción real
Los especialistas consultados coinciden en señalar otro asunto que previsiblemente el rey también evitará en su discurso: la corrupción monárquica. "Hablará en abstracto, como el año pasado", pronostica Pérez. Nadie espera ni una palabra sobre las grabaciones conocidas hace algunos meses en las que Corinna Sayn-Wittgenstein, amiga íntima de Juan Carlos de Borbón, desvelaba las presuntas prácticas corruptas del rey emérito.
"Si quisiera despejar dudas sobre su papel como jefe de estado, Felipe VI debería ser el primer interesado en clarificarlo", sostiene Bejarano. En esa misma línea, Pérez subraya que "este año, el Rey tendría que lanzar un mensaje o un toque de atención que le permita dibujar una regeneración de la monarquía". "Sinceramente, no creo que lo haga", admitió.
El descrédito de la justicia española es otro de los temas estrella de 2018. Lo que no está tan claro es si también lo será en el discurso navideño. "Creo que hará una defensa bastante cerrada de las instituciones, cuando es bastante patente que hay una crisis de legitimidad muy importante", sostiene Amírola.
La renuncia del juez Manuel Marchena a presidir el Consejo General del Poder Judicial tras los polémicos whatsapp o la sentencia por el caso de La Manada son algunos de los puntos que están sobre la mesa.
"No creo que haga mención a la falta de credibilidad de la justicia, entre otras cosas porque no le interesa. Es preferible no hablar de ello antes que enunciarlo y atajar los problemas; si no lo menciona, no existe", dice la socióloga Laura Bejarano.
Pensionistas, víctimas del franquismo…
Tampoco se esperan guiños hacia las miles de personas que sufren la precariedad laboral o a la lucha que mantiene el movimiento pensionista, cuyas reivindicaciones han estado muy presentes en las calles durante 2018. "Por el papel que tiene la monarquía, es previsible que el Rey haga un discurso de corte muy institucional, manteniéndose al margen de los problemas más mundanos. Además, es bastante lógico que haya una desconexión muy fuerte de la monarquía con respecto a una mayoría de la población en España: son dos dimensiones muy alejadas", señala Amírola.
Esa lejanía también marca las relaciones entre la monarquía y las víctimas del franquismo, que siguen reclamando justicia. "El rey no podría hablar de las víctimas del franquismo ni de la exhumación de Franco sin cuestionar la propia institución de la monarquía, ya que sería muy inconsistente. Realmente no sé qué podría decir para favorecer una política de la memoria sin poner en cuestión los orígenes de la propia institución que ocupa", apunta Rodríguez Palop. La pelota está ahora en el tejado del rey.
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