"Si dentro de 20 días el Partido Popular gana las elecciones y resulta que yo soy el presidente de turno del Consejo, decirles a mis colegas europeos que no tengo ni un papel, ni una comunicación, ni una comisión bilateral... Estamos jugando con una institución que es la Unión Europea donde, en 20 días puede haber un cambio en España, y que la persona que puede presidirla no tiene un solo dato y una sola información". Son las declaraciones que el líder de la oposición Alberto Núñez-Feijóo realizaba recientemente en una entrevista con Pedro Piqueras en Informativos Telecinco.
La Presidencia española de la UE echó a rodar hace unos días, el 1 de julio. Y su arranque coincide con la campaña electoral y las elecciones nacionales del país. Una conjunción que, por un lado, ha provocado que los debates sobre Europa se cuelen en la campaña con más asiduidad que en ocasiones pasadas.
A diferencia de otros países comunitarios, los asuntos internacionales o europeos no generan mucha atención en nuestro país. Algunos expertos lo achacan a que España es un país muy pro-europeo, algo que ha tenido que aprender la extrema derecha de Vox.
La Presidencia española de la UE echó a rodar hace unos días, el 1 de julio
Por el otro, el terremoto electoral ha generado expectación y cierta preocupación en Bruselas. En los pasillos de la capital comunitaria temen que la distracción y la tensión de las urnas pueden terminar repercutiendo en la marcha y éxito de la Presidencia a la hora de avanzar en los muchos dosieres y legislaciones pendientes.
La UE no tiene presidente
En primer lugar, la UE no tiene presidente. Por lo tanto, en estos momentos España no es la "presidenta del proyecto europeo". Ni siquiera Pedro Sánchez es el presidente del Consejo Europeo, que recae en manos del belga Charles Michel.
El inquilino de La Moncloa es la cabeza visible de la Presidencia rotatoria del Consejo de la UE y sus ministros del ramo encabezan y lideran las reuniones de los 27, excepto en los Consejos de Asuntos Exteriores, batuta que dirige Josep Borrell y en los Eurogrupos, bajo los mandos de Pascal Donohoe.
"No le ha comunicado quejas o críticas [sobre la Presidencia] a Ursula Von der Leyen", prosigue Feijóo en la entrevista. Estas palabras coinciden con una charla informal con periodistas en la que Pedro Sánchez reconoció su buena sintonía con la presidenta de la Comisión Europea. La alemana y el presidente del Gobierno muestran una complicidad que contrasta con la frialdad que proyecta su relación con Feijóo.
Si la ex ministra de Defensa de Merkel es la candidata elegida por los populares para los altos cargos europeos de la próxima legislatura, Sánchez lo vería con buenos ojos.
Tras los comicios al Parlamento Europeo del próximo junio, los 27 Estados miembros están llamados a hacer su tradicional equilibrismo de género, nacionalidad y color político para designar a los nuevos líderes de las instituciones europeas.
Von der Leyen quiere ser reelegida para un segundo mandato en el Berlaymony, pero el mayor obstáculo es paradójicamente su partido. El propio líder del Partido Popular Europeo en la Eurocámara, Manfred Weber, no tiene demasiada afinidad con su conciudadana.
Tras medidas como los impuestos a los gigantes energéticos o la primera Directiva de violencia de género, Von der Leyen es percibida como progresista en muchos sectores conservadores. Esta será una de las primeras implicaciones de un hipotético cambio de gobierno.
Con un cambio de Gobierno, Feijóo sería el encargado de designar a su candidato para comisario europeo
Sánchez llegó a las europeas de 2019 como líder del bastión de la izquierda europea más potente. De ahí que Josep Borrell se hiciese con el cargo de Alto Representante de Asuntos Exteriores. Con un cambio de Gobierno, Feijóo sería el encargado de designar a su candidato para comisario europeo. Aunque si Von der Leyen reedita su mandato, los populares ya contarían con un puesto de mucho peso y, por lo tanto, tendrían más difícil obtener carteras importantes.
El PP no ostenta en estos momentos el poder de ninguna de las capitales europeas de peso. No está en Polonia, Italia, Francia o Alemania. Por ello es tan importante para la formación azul el triunfo de España. Y ello explica la feroz campaña que ha emprendido en Bruselas el propio Weber, al que Iratxe García Pérez, líder de los Socialdemócratas, ha descrito en alguna ocasión como "el líder de la oposición española".
A nivel político, las consecuencias son más difíciles de anticipar. De ganar el próximo 23 de julio, el escenario más probable es que el PP necesite a Vox para gobernar. Una fotografía que era impensable hace unos años, cuando España era la excepción europea que seguía conteniendo el avance de la ultraderecha.
Extremadura, Islas Baleares o la Comunidad Valenciana ya han blanqueado estos pactos y allanan el camino para la exportación hacia el Gobierno central. En esta coyuntura, la sombra y la presión de la extrema derecha podría materializarse en un retroceso sobre la lucha contra la violencia de género o las políticas LGTBI, áreas en las que nuestro país se ha situado durante la última etapa a la vanguardia europea.
La presencia de Vox en el Gobierno de España podría incentivar la ola reaccionaria que ya campa por Italia, Hungría o Polonia
Durante este semestre, España es la encargada de mediar y presionar entre sus socios comunitarios para consumar el paquete climático Fit For 55, Pacto de Migración y Asilo o cerrar la Directiva de violencia de género donde hay flecos pendientes como la inclusión o no de la violación como eurodelito.
La presencia de Vox en la cuarta economía de la Eurozona podría dar alas a las fuerzas negacionistas del cambio climático o la violencia machista que ya campan por Italia, Hungría o Polonia.
La imagen internacional
El PP siempre ha cargado contra el Gobierno por la presunta opacidad y falta de información del Gobierno hacia el resto de formaciones en torno a la Presidencia española de la UE. Sin embargo, sus eurodiputados a motus propio plantaron al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, cuando acudió a la Eurocámara a explicar el programa para este semestre.
En cualquier caso, aunque se ha polemizado mucho sobre la Presidencia del Consejo de la UE, lo cierto es que, como recuerdan en Bruselas, no es propiedad de ningún Gobierno, sino del país. El Ejecutivo no asume este cargo, lo hace España. Se trata de un trabajo que lleva años de preparación a nivel técnico. Y en este campo no debería existir mucho viraje. Aunque los puestos de confianza, como el de embajadores y sherpas, con mucha probabilidad se verían sometidos a cambio si el Gobierno sufre una metamorfosis.
Por último, el perfil internacional de Sánchez no es el de Feijóo. El socialista, que habla con fluidez en inglés y se desenvuelve en francés, se ha labrado una buena fama e imagen en Bruselas y Washington.
En la capital comunitaria reconocen sus fortalezas. Cuenta con muy buena relación con Von der Leyen, a pesar de pertenecer a familias políticas opuestas. Fue recibido recientemente por Joe Biden en la Casa Blanca. Y en la OTAN llegaron a tantear su nombre para sustituir al actual secretario general Jens Stoltenberg.
Feijóo, por su parte, no domina los idiomas. Es más torpe en los encuentros internacionales. Y todo ello se plasma a la hora de negociar, de construir confianza con el resto de líderes e inevitablemente en la imagen de un país en el exterior. Todavía resuena el "no hombre, no" de Mariano Rajoy cuando un periodista de la BBC le preguntó en inglés en una rueda de prensa tras un Consejo Europeo.
El equipo de asuntos europeos de Feijóo sólo contaría con 2 mujeres entre sus 13 integrantes
El actual líder popular se mueve con más comodidad dentro de casa y a diferencia de Sánchez, la política europea no le entusiasma. Son conocidos sus tropiezos en la capital comunitaria. Mientras el PP calificaba de "timo ibérico" el mecanismo ibérico por el que la península impuso un tope al precio del gas, la presidenta de la Comisión Europea –de su familia política- lo alababa y se planteaba incluso extenderlo al resto de los Estados miembros.
Feijóo, por lo pronto, ya se ve con las riendas de la UE y ha preparado un equipo de asuntos europeos en los que solo figuran 2 mujeres de 13 personalidades.
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