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Actualizado:Cuando uno es Ministro de Economía y celebra su cumpleaños yendo a comparecer a una comisión de investigación por la crisis financiera y hay un montón de periodistas esperándote a la puerta para sacarte alguna declaración sobre el que fuera tu jefe -hoy caído en desgracia y al ataque contra ti-, lo mejor es empezar entrando por la otra puerta. Así vas marcando las diferencias.
Todos los portavoces, todos los periodistas, todos los mortales entramos por la más cercana a la calle, por la entrada natural; tú no. Tú prefieres recorrer pasillos y atravesar el edificio para, de entrada, demostrar que, además de ser el hombre de las mil caras – como le llamó Rafael Mayoral, el portavoz de Unidos Podemos - en referencia a Lehman Brothers, Pricewaterhousecooper, etc, etc- puedes ser el hombre de las mil puertas.
Luego, echas tu discurso de cuarenta páginas, que no entregas a los periodistas hasta después, a velocidad de vértigo porque siempre hablas rápido pero hoy además debes de tener prisa. Empiezas presumiendo de haber comparecido veintidós veces para luego hacer tu repaso histórico que se puede resumir en vuestro mantra: la culpa fue de Zp ("Entre 2009 y 2011, una decena de cajas de ahorros […] recibieron ayudas públicas […] por un importe máximo de 24.301 millones de euros"). "En paralelo, en 2009, el Gobierno puso en marcha el llamado Plan E […] dotado de 50.000 millones de euros y que únicamente sirvió para desequilibrar aún más las cuentas del Estado", etc, etc y más etc. Eso sí, todo muy elegantemente. Sin nombres ni apellidos más que los de los peces gordos europeos que estaban de tu parte.
A continuación, te aseguras de vender el rescate bancario como una ganga "el Reino de España solicitó 41.300 millones de Euros, muy lejos del colchón de 100.000 millones disponibles"
A continuación, te aseguras de vender el rescate bancario como una ganga "el Reino de España solicitó […] 41.300 millones de Euros, muy lejos del colchón de 100.000 millones disponibles de la asistencia europea". Y también de sacar pecho por, desde 2013, haber "enviado a la Fiscalía casi 60 operaciones dudosas que podrían haber generado un perjuicio de más de 3.700 millones".
Y, entonces llegas al temazo que todo el mundo estaba esperando: Rato. "El presidente del grupo me informó de su intención de dimitir, que también trasladó a la CNMV mediante un comunicado […]. Asimismo, me pidió que hablase con Ignacio Goirigolzarri para expresarle el apoyo del Gobierno a su futuro nombramiento como nuevo presidente de BFA-Bankia. Llamada que realicé poco después". O lo que es lo mismo, le desmientes sin ni siquiera nombrarle.
Para acabar a lo grande, en tus conclusiones afirmas sin aspavientos que era o eso o el apocalipsis: "la alternativa al rescate financiero habría sido el concurso de acreedores de todas las entidades fallidas"; "una suspensión de pagos de una magnitud inimaginable […], que habría arrastrado a todo el sector" y nos habría obligado a pedir el rescate total o a salir de la zona Euro.
Cuando terminas te acomodas en tu silla orgulloso esperando las envestidas de los contrarios que son variopintas y demuestran que cada uno está en su tema. A Ester Capella, de ERC, le contestas que sí que respetas mucho la soberanía catalana, cuando te pregunta si tanto te gusta comparecer por qué no compareciste en esta misma comisión, que se hizo en 2014, en el Parlament catalán.
A Alberto Montero, de Unidos Podemos, le agradeces que te felicite el cumpleaños aunque te diga que no te va a felicitar más porque va a preguntarte por el Banco Popular y su reciente extraña venta en tiempo récord.
Con Pedro Saura, del Psoe, lo mejor son las caras que le pones cuando te pide que respondas a Rato porque, al fin y al cabo, lo que contó desde esa misma silla no era para la comisión sino que te había dejado un recado, señalándote como el responsable del rescate y quién le había obligado a presentar la dimisión.
El resto con Saura fue un has sido tú, no tú, no tú que viene de lejos y que las cifras y nuestra historia dice que fuisteis los dos, que, al fin y al cabo, sois los únicos que habéis gobernado mientras esta hecatombe se gestaba.
Con Ramón Aguirre, el portavoz del PP, todo es bonito. Sólo faltó que te cantara el cumpleaños feliz aunque hizo todo lo posible porque así fuera aunque no le saliera…
Con Ramón Aguirre, el portavoz del PP, todo es bonito. Sólo faltó que te cantara el cumpleaños feliz aunque hizo todo lo posible porque así fuera aunque no le saliera… Empezó su intervención pidiéndole a la presidenta de la comisión que hiciera rectificar a Ramón Mayoral por esta frase que había pasado desapercibida: "no vaya a ser el ladrón el que exige a la policía". Mayoral, que lo había dicho en genérico, no rectificó y así quedó dicho sin haberlo sido.
Con Tony Roldán de Ciudadanos es raro porque te ataca por igual a ti y a otros portavoces. De hecho, es mucho más respetuoso contigo que con sus compañeros. Idoia Sagastizabal, del PNV, te trata bien pero también te hace un montón de preguntas técnicas difíciles después de felicitarte.
Para las últimas réplicas, te reservas los detalles morbosos sobre tu relación con tu exjefe: "Yo no le pedí la dimisión". "Al día siguiente de que él la presentara, me llamó y me dijo que iba a continuar de presidente hasta la siguiente junta directiva". A lo que le contesté: "Mire, usted dimite porque ya se lo ha comunicado a la CNMV".
Y para terminar tu recadito de vuelta para el que todas las crónicas acusaron de soberbio, cierras tu intervención con un: "con humildad que creo que es importante en la vida".
En fin: como cumpleaños seguramente no ha estado mal del todo -se te ha visto hasta pasarlo bien, por momentos-. Como explicaciones del ministro del país en el que, según la Comisión Europea, la pobreza y la desigualdad en la distribución de renta son de los más altos de la Unión, ha sobrado triunfalismo y ha faltado humanidad. Claro que, ministro, usted es el hombre al que un micrófono abierto pilló diciéndole a Olli Rehn, en 2012: "mañana aprobaremos la reforma del mercado laboral y va a ver que será extremadamente agresiva…". Así que, por más que se esfuerce por diferenciarse de su exjefe y que sus formas sean distintas, sus haceres tienen una máxima en común que todo lo justifica: "Es el mercado, amigo", dijo Rato.
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