barcelona
Actualizado:La dirección de Junts apoya "sin fisuras" a la presidenta del Parlament, Laura Borràs. Esta es la posición pública de la dirección de Junts emitida en un escueto comunicado después de que el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya le abriera hace una semana juicio oral por los supuestos contratos irregulares cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes (ILC). Dos palabras con la que se intenta transmitir un cierre de filas con Borràs. Pero puertas adentro no han faltado las posiciones divergentes sobre cómo afrontar la delicada situación judicial de la presidenta del partido. Y aunque nadie se atreverá a manifestarlas en público, el 'caso Borràs' amenaza con reavivar las tensiones internas en Junts que acabaron forzando la dimisión del anterior secretario general, Jordi Sànchez, y precipitando el reciente congreso. Y a su vez, complica las relaciones con Esquerra como socio de Govern e incluso acrecienta la presión interna en Junts para que el partido abandone el Govern.
El debate en el interior de Junts sobre este espinoso caso se ha venido produciendo las últimas semanas mucho antes de que el pasado jueves la Mesa del Parlament decretara la suspensión de funciones de Laura Borràs como presidenta del Parlament en aplicación del artículo 25.4 del reglamento. Después de que el TSJC le abriera juicio oral por unos presuntos delitos de prevaricación y falsedad en documentos público en la adjudicación de 18 contratos. Delitos que han sido considerados como de presunta corrupción, el tipo que contempla el referido artículo reglamentario para la suspensión.
Semanas de debates y reflexiones
Semanas antes se han venido produciendo debates y reflexiones internas que han dividido el partido entre los partidarios de atrincherarse sin dimitir con una posición agresiva como la que ha protagonizado finalmente Borràs, o los más pragmáticos que apostaban por encontrar una "salida digna" pero "sin confrontación" a la situación generada por el proceso judicial, aseguran fuentes del partido. Estos últimos ponían en valor sobre todo una salida que permitiera mantener la presidencia del Parlament bajo control de Junts, pero para ello era necesaria la dimisión de Borràs. Opción a la cual la presidenta se negó rotundamente en la última reunión de la ejecutiva de forma enfervorecida.
Junts ha perdido la presidencia del Parlament y ha pasado de tener dos miembros en la Mesa a disponer a solo uno
Los partidarios de esa posición más pragmática dentro de Junts -especialmente defendida por dirigentes afines a Jordi Turull y veteranos de la antigua Convergència- lamentan que forzar la situación al límite no ha hecho otra cosa que debilitar al partido, ya que de momento Junts ha perdido la presidencia del Parlament y ha pasado de tener dos miembros en la Mesa a disponer de solo uno. Y esto, "en términos de gestión parlamentaria supone renunciar a mucho", asegura un veterano diputado de las filas juntistas.
Más aún cuando Esquerra ha manifestado por activa y por pasiva que está dispuesta a hacer presidenta de la cámara catalana a cualquiera que designe Junts en cumpliento con los acuerdos que iniciaron la legislatura. La portavoz de ERC, Marta Vialalta, insta a Junts a hacer "propuestas para garantizar el acuerdo de coalición y las atribuciones de la presidencia que le corresponden". Pero para ello se requiere la dimisión de Borràs que según ella no se producirá.
La republicana Vergés, presidenta en funciones
Así las cosas, la presidencia en funciones la ejerce ya la vicepresidenta del Parlament, Alba Vergés, de Esquerra Republicana. Las opciones para que un diputado o diputada de Junts pudiera acceder a la vicepresidencia del Parlament para asumir las funciones de Borràs se entrevé muy difícil desde el punto de vista jurídico y parlamentario. Fuentes jurídicas del Parlament recuerdan que "es una situación inédita". Y será así mientras dure la suspensión, periodo que dependerá de los tiempos de la justicia que no suelen ser precisamente rápidos. En las mejores de las previsiones el juicio a Borràs podría empezar a finales de septiembre u octubre y durar medio año o más hasta que la sentencia sea firme. La cual decidirá si Borràs es culpable y debe dejar el Parlament de forma definitiva o si es inocente como ella se proclama y puede volver a ejercer sus funciones en la cámara.
Esta es otra de las discrepancias de los sectores más pragmáticos de Junts que ven complicado defender que el Parlament quede en una situación interina tanto tiempo porque perjudica a la institución. Desde la mayoría de partidos, incluido los independentistas de ERC y la CUP, se ha exigido a Borràs que pusiera la institución por encima de sus intereses particulares o políticos.
Pero para Borràs, "dimitir sería aceptar una culpabilidad que no tengo, soy consciente que esto supone que el Parlament entre en una situación de interinidad pero dimitir sí que sería una falta de respeto a la institución. Soy la presidenta mientras no se elija a otra persona", asegura.
Tampoco han gustado a algunos sectores de Junts las formas. Tanto la convocatoria de la concentración de apoyo frente al Parlament que acabó con insultos racistas a una diputada de Esquerra. Como el duro y agrio discurso de Borràs después de la suspensión en que acusaba a los diputados de ERC, PSC y la CUP en la Mesa de vestirse como "jueces hipócritas".
Presión para romper el Govern
El otro frente que ha abierto el 'caso Borràs' es el de la continuidad de Junts en el Govern. Los sectores del partido afines a Borràs han forzado en las últimas horas peticiones para que se consulte a la militancia al respecto. Asambleas territoriales como la de Igualada o la del Penedès y algunos dirigentes del partido han abierto el debate públicamente. Una maniobra que choca contra la decisión tomada por amplia mayoría de las bases del partido de posponer dicha consulta a la espera de una auditoria respecto al nivel de cumplimiento por parte del president de la Generalitat, Pere Aragonès, de los acuerdos firmados para la investidura y la formación de Govern.
Madaula con tono airado espetó a los miembros de Esquerra, con Vergès al frente: "¡Habrá consecuencias!"
Fuentes conocedoras de la tensa reunión de la Mesa del Parlament en que el jueves se decidió la suspensión de Borràs explican que hubo momentos desagradables en el enfrentamiento que la diputada de Junts, Aurora Madaula, mantuvo con el resto de miembros de la Mesa, dos diputados de Esquerra, dos del PSC y uno de la CUP, todos ellos partidarios de la suspensión de Borràs. Madaula fue muy explícita y con tono airado espetó a los miembros de Esquerra, con Vergès al frente: "¡Habrá consecuencias!", de forma reiterada. Una alusión que se interpretó como una advertencia de ruptura del Govern.
A pesar de todos estos movimientos y amenazas, desde la ejecutiva de Junts aseguran que "ahora mismo no está sobre la mesa la salida del Govern, hay que esperar a la auditoria tal como se acordó en el congreso del partido", apuntan fuentes de la misma. Una auditoria que no se espera esté lista hasta el año próximo. Además, también existen fuertes presiones en contra de la salida del Govern en estos momentos provenientes del mundo local donde se ve con preocupación todo el ruido que se está generando entorno al 'caso Borràs'. Algunos alcaldes aseguran que "sería una verdadera temeridad dejar el Govern a pocos meses de las elecciones municipales". No son pocos los alcaldes que han advertido de ello al secretario general, Jordi Turull, en sus constantes contactos con las bases territoriales recorriendo los últimos meses muchos municipios catalanes.
El Ejecutivo intenta escapar de las tensiones
Tampoco los miembros del Govern de Junts comparten la opción de romper con Esquerra. De hecho, ninguno de ellos participó en el reciente acto de apoyo a Laura Borràs que se realizó en el Ateneu Barcelonès. Desde Junts se esgrimió motivos de agenda, pero el propio vicepresident del Govern, Jordi Puigneró, reconoció públicamente que no había asistido para irse a hacer montañismo. Fuentes del partido admiten que se ha intentado preservar a los miembros del Govern de la escalada verbal contra ERC que ha generado el 'caso Borràs'. Aunque también explican que no sería descartable que algún conseller o consellera más próximo a la presidenta del Parlament pudiera desmarcarse de esta estrategia, e incluso dejar el Govern, aunque sería algún caso aislado. De momento no ha sucedido en ningún caso y todos ellos guardan silencio.
Fuentes de la presidencia de la Generalitat aseguran que no temen ahora mismo por la continuidad del Govern con Junts
Desde Esquerra la opción de romper el Govern se ve como una "irresponsabilidad". Fuentes de la presidencia de la Generalitat aseguran que "sería un despropósito forzar una ruptura en unos momentos tan delicados con la inflación al alza, los efectos de la guerra en Ucrania, y los grandes retos que tenemos por delante". Pero estas mismas fuentes aseguran que no temen ahora mismo por la continuidad del Govern con Junts: "Nadie nos ha hecho llegar la más mínima intención de esta posibilidad". "No tenemos ninguna constancia de que el Govern esté en peligro", afirman.
Para Vilalta los problemas del Govern no tienen que ver con las tensiones internas del Ejecutivo catalán: "Los problemas entre los socios del Govern no responden a las lógicas discrepancias en cualquier gobierno de coalición, si no a las tensiones internas dentro de Junts". Fuentes de la dirección de Esquerra sí expresan por otra parte preocupación por las consecuencias para el independentismo de la tensión generada. "Tanto ruido hace imposible que el Govern pueda explicar de forma efectiva su trabajo y al final esto va en detrimento del conjunto del independentismo. Es una estrategia suicida que al final solo servirá para que no haya mayoría independentista en el Parlament y la presidencia sea para el PSC". En el último sondeo del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), la media de valoración del Govern de la Generalitat es de un 4. Un 47% de los encuestados aprueba al Ejecutivo catalán con un 5 o más, mientras que el 50% lo suspende y un 14% lo puntúa con un cero.
Un difícil congreso para cerrar grietas
El último congreso de Junts que propició la caída de Jordi Sánchez como secretario general -a partir de otra polémica interna como la firma de la nueva normativa lingüística para la escuela catalana- debía servir para cerrar los episodios de tensiones internas constantes. Estableciendo un difícil equilibrio entre el nuevo secretario general del partido, Jordi Turull, y la presidenta, Laura Borràs. Pero en las votaciones del Congreso ya se evidenció la mayor ascendencia sobre las bases de Turull que ganó las principales votaciones.
Ni Turull tiene suficiente fuerza para desbancar a Borràs ni al revés
Aunque fuentes del partido recuerdan que "una cosa es el control orgánico del partido y otra la presión que puedan ejercer las bases. Y Borràs tiene una gran ascendencia entre las bases con una forma de hacer política muy populista". Junts se encuentra así en manos de dos sectores condenados a entenderse, en un frágil equilibrio: Ni Turull tiene suficiente fuerza para desbancar a Borràs ni al revés.
Probablemente por eso, a pesar de que numerosos dirigentes próximos a Jordi Turull pusieron en cuestión la estrategia de Laura Borràs de atrincherarse frente a la suspensión, según fuentes de la ejecutiva el secretario general no lo hizo personalmente en ningún momento. Seguramente, en un intento de no ahondar en la división, rebajar la tensión interna e incluso preservar el Govern.
Por último, un tercer sector, menos organizado, que sigue directamente las consignas de Carles Puigdemont ha optado por una calculada ambigüedad, que en la ejecutiva se tradujo en silencio. El expresident de la Generalitat abandonó en el último congreso los cargos orgánicos en el partido, pero mantiene una gran ascendencia entre las bases. Y algunas fuentes apuntan que la relación con Borràs no pasa por los momentos de más fluidez, pero el discurso de la presidenta de Junts sobre la represión y la apuesta por la desobediencia hace muy difícil un enfrentamiento directo entre ella y Puigdemont, que mantiene un discurso similar.
La fundación de Junts como nuevo partido del mapa político catalán ha estado marcada por las tensiones internas desde su génesis. Primero con el PDeCAT, partido con el que mantuvo un agrio enfrentamiento, incluso en los juzgados, por las siglas. De hecho, a Junts se le puede considerar una escisión del partido que cogió el relevo a la extinta Convergència. Después vinieron las tensiones entre los diversos sectores que conviven en un partido que se debate entre la herencia convergente y los independientes que se incorporaron posteriormente. Ahora el 'caso Borràs' amenaza con llevarse por delante el cemento que el último congreso intentó poner en las grietas abiertas, reabriendo nuevas discusiones. Debates internos que, en otoño, con la Diada y el quinto aniversario del referéndum del 1-O, amenazan con subir la temperatura de la olla a presión que es ahora mismo el conjunto del independentismo.
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