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El cara a cara se convierte en un enfrentamiento a 'navajazos'

Pedro Sánchez acusa a Mariano Rajoy de no ser un político decente por el 'caso Bárcenas' y éste le contesta llamándole “ruin y miserable”

Mariano Rajoy y Pedro Sanchez, y el moderador Manuel Campo Vidal, al inicio del cara a cara. REUTERS/Juan Medina

JUAN ANTONIO BLAY

MADRID.- Quien hubiese pensado que el debate cara a cara entre los candidatos Mariano Rajoy y Pedro Sánchez iba a estar acartonado y dentro del marco de lo ya conocido en anteriores citas similares se ha equivocado completamente. Iniciada la segunda mitad del encuentro, el clima se ha calentado hasta extremos nunca vividos hasta el momento y menos en un acto de campaña electoral protagonizado por los candidatos de las dos principales formaciones políticas.

El detonante ha sido la corrupción, un asunto que se ha abordado de forma súbita por parte de Pedro Sánchez superando el orden marcado por el moderador, quien se ha visto desbordado por el fragor del encontronazo. “Usted no es un político decente; usted debería haber dimitido”, le ha lanzado el candidato socialista a la cara de su oponente para concluir un duro alegato contra el candidato conservador en el “caso Bárcenas” y en el tratamiento de la corrupción política.

Esa expresión ha soliviantado a Mariano Rajoy hasta el punto de lograr descomponer su hierático semblante: “Eso sí que no se lo tolero, eso es ser un ruin y un miserable”, ha acertado a contestar. Unas palabras desconcertantes en boca de un presidente del Gobierno que ha pronunciado en reiterados momentos ya que Sánchez ha insistido una y otra vez en su descalificación. “Eso le va a pesar toda su vida”, ha recalcado Rajoy en tono ciertamente amenazante.

El candidato del PSOE en las elecciones generales del 20-D, Pedro Sánchez, acompañado por su esposa Begoña Gómez, saluda a su salida del 'cara a cara' que mantuvo con el candidato del PP Mariano Rajoy en la sede de la Academia de Televisión, en Madrid. EF

La corrupción ha concentrado los momentos más tensos de un debate que ha ido in crescendo a medida que se consumían los minutos. El socialista, consciente de que ese era el punto más débil de su adversario, le ha presionado como nunca había hecho en los debates de las sesiones de control en el Congreso.”Yo soy un político honrado y no estoy en política por dinero”. Dicho en otro momento Rajoy. “Haber presentado una moción de censura si hubiera tenido cuajo”, ha rematado Rajoy.

Por si fuera poco han salido a relucir los sueldos de ambos en su calidad de líderes de la oposición, también por iniciativa de Sánchez —“Yo cobro 88.000 euros brutos, usted cobraba 239.000 euros”—- . Otro golpe de efecto que Rajoy, con toda seguridad, no se esperaba. Han sido, sin duda, los momentos más intensos del debate que se han prolongado durante casi media hora.

Han sido finalmente algo más de 110 minutos. ¿Suficientes? Para un debate cara a cara tal vez sí; para jugarse la presidencia del Gobierno entre dos es difícil aventurarlo a bote pronto. El caso es que el popular Mariano Rajoy y el socialista Pedro Sánchez han apostado a jugársela a esta carta, sin duda alguna la última con este formato en las próximas citas electorales, con la confianza de que les era beneficiosa ante el empuje de las formaciones emergentes empeñadas en revolver el escenario político y parlamentario a partir del 20-D.

El presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, y el líder del PSOE, Pedro Sánchez, candidatos a la presidencia del Gobierno para las elecciones generales del 20-D, se saludan en presencia del presidente de la Academia de Televisión y moderador del debate, Ma

El presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, y el líder del PSOE, Pedro Sánchez, candidatos a la presidencia del Gobierno para las elecciones generales del 20-D, se saludan en presencia del presidente de la Academia de Televisión y moderador del debate, Manuel Campo Vidal, antes del 'cara a cara' mantenido en la sede de la Academia en Madrid. EFE/Juanjo Martín

El debate ha sido más beneficioso para Pedro Sánchez (corbata estrecha de color rojo vivo) que para Mariano Rajoy (corbata azul más clásica). En el vestuario ninguno de los dos ha ofrecido sorpresas; en otros aspectos ha habido diferencias. Bastantes. El aspirante Sánchez ha sido quien más riesgos corría y no le ha salido mal la apuesta. Pero nada mal. Ha abandonado la sede de la Academia de TV con la percepción de que ha logrado sumar activos; ahora solo falta comprobar en cuántos votos se van a transformar. 

El caso es que el debate se inició de forma un tanto tediosa con el bloque económico. Y también con una descortesía ya que el moderador, Manuel Campo Vidal, ha cortado en seco la primera intervención de Sánchez porque no se ajustaba a su pregunta inicial (luego, de forma extraña, ha planteado a los contendientes preguntas un tanto retóricas y formalistas de periodistas que no estaban en el plató). Rajoy y Sánchez se han lanzado de forma inmisericorde muchas cifras y porcentajes que han aclarado más bien poco lo que cada cual quería trasladar a los telespectadores.

El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, acompañado por el periodista Manuel Campo Vidal, a su salida del 'cara a cara' que mantuvo con el candidato del PSOE, Pedro Sánchez, en la sede de la Academia de Televisión, en Madrid. EFE/Juanjo Martín

Ha sido el momento, curiosamente, más aburrido del debate. Y el más cómodo para Rajoy, escudado en el rincón de la macroeconomía y sacando una vez sí y otra también la herencia recibida. Una letanía que hace ya mucho tiempo el inquilino de a Moncloa tiene memorizada como buen opositor que fue a registrador. Sánchez, pese a ser doctor en la materia, no anduvo muy fino en los primeros veinte minutos de la contienda. Se lió con cifras.

Pero fue a más poco a poco hasta crecerse en cuando tocó las materias sociales y el estado del bienestar. Sobre todo en loo referente a la dependencia. Su carta de una vecina de Valladolid dejó muy tocado a Rajoy al denunciar los recortes que había sufrido —de 381 euros a 31 euros—. “Uno al día”, clamó Sánchez. Rajoy se defendió como pudo, es decir muy mal.

En esos temas el aspirante socialista se encontró cómodo y así siguió hasta el final. Incluso en el episodio de la corrupción y el duro enfrentamiento entre ambos. Es más, en los momentos con la tensión más alta el candidato socialista no perdió la compostura y se desenvolvió con mayor naturalidad.

Rajoy, en cambio, manejó muy toscamente la gran cantidad de papeles que tuvo ante sí hasta el punto de que hubo planos en los que se observó que tenía toda la mesa llena de folios desordenados. En una ocasión mostró a su contrincante y a las cámaras y folio arrancado de una libreta colegial con el borde rasgado por las anillas. Fue una imagen reveladora del signo que había tomado el debate. 

Aunque al principio Sánchez no planteó propuestas concretas, a medida que avanzaban los minutos fue esbozándolas para remarcarlas cuando empezaba la recta final del debate. Todas ellas en materia social y laboral: apoyo económico a la ley de dependencia, protección de la igualdad laboral de las mujeres, derogación de la reforma laboral, además de comprometerse a promover una reforma constitucional para blindar las prestaciones sanitarias y garantizar la educación gratuita desde los tres años hasta los dieciocho años, entre otras.

En este aspecto propositivo fue mucho más allá que el aspirante conservador, quien apenas se comprometió a seguir con las mismas políticas —“a mí me gusta la reforma laboral”, dijo— porque son las que favorecen el crecimiento económico. En un momento del debate en estas materias llegó a achacar a Sánchez, cuando éste hablaba de la protección de las mujeres el hecho de que “lo único que pretende es garantizarse el voto de las mujeres”. En ese rifirrafe Rajoy le conminó a que demostrase la acusación que le hizo Sánchez de que sus medidas impedían la libertad de las mujeres para ser madres.

El debate acabó en un tono más suave. En el minuto de oro, Pedro Sánchez fue muy directo, con un estilo convincente. “Necesitamos un cambio (…) La recuperación debe ser justa. El Partido Socialista es la única alternativa para lograrlo. Necesitamos reunirnos de nuevo, yo cuento con vosotros”. Fue mucho más emotivo que un dubitativo Rajoy que, en sus palabras finales, habló de que “somos una gran nación”. Nada que ver el uno con el otro.

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