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El capitalismo despiadado (y filantrópico) de Walmart

Inna Afinogenova en La Base
Inna Afinogenova en La Base.

Si lo de Juan Roig y de los abusos de Mercadona os parece mucho, es porque no conocéis al "Ctulhu" de las multinacionales alimenticias. Juan Roig y Mercadona son tan solo una versión vegana y descafeinada de un modelo que lleva décadas prosperando a base de violaciones, abusos, discriminación, competencia desleal y lobbys. Y ese modelo se llama grupo Walmart. La cadena estadounidense de grandes supermercados tiene decenas de miles de almacenes por todo el mundo.

Si Walmart fuera un Estado, sería uno de los más ricos del mundo. Más rico que España, México, Australia o Países Bajos, según cálculos de la ONG Global Justice, que comparó la cifra de ingresos de grandes empresas con los ingresos presupuestarios de los países. Ese ranking se ha hecho hace varios años, pero no es que haya cambiado mucho la cosa.

La dinastía más rica del mundo, la familia Walton: Jim, Alice, Robson, son las caras más visibles. Todos encabezan las listas de Forbes, cómo no podía ser de otra manera. Jim Walton, Alice Walton y Robson Walton: esos son los dueños de América. Y cuando decimos de América nos referimos a todo el continente en su conjunto, obviamente, no solo a EEUU.

Su patrimonio se estima en más de 237.000 millones de dólares. Hablamos del patrimonio de la familia, que nada tiene que ver con los ingresos del propio Walmart que son mucho mayores.

Todo eso se empezó a amasar hace algo más de 50 años, cuando el patriarca de la familia, Sam Walton abrió su primera tienda en una localidad del estado de Arkansas. El modelo de supermercados de bajo coste -que según Roig les gusta a los pobres- se expandió por todo el país y luego, por el mundo, convirtiendo a Walmart en la compañía más grande en número de empleados.

Como os podéis imaginar, ese modelo y su incesante expansión esconde un problema. Porque, como suele ocurrir, no hay magnate de ningún sector que no tenga unos cuantos cadáveres escondidos en el armario, normalmente, pero no siempre, de forma figurada.

El documental Walmart: el alto coste de los bajos precios reúne, en una hora y media, numerosos testimonios de ex trabajadores y de propietarios de pequeños negocios de las zonas a las que llegó Walmart. Y en hora y media nos enteramos de que la empresa se ha pasado media vida pagando a sus trabajadores salarios mínimos. Tan bajos que los empleados no pueden pagar ni el seguro médico privado.

Para los trabajos de limpieza Walmart recurre a inmigrantes indocumentados, porque a ellos se les puede pagar todavía menos que un salario mínimo. Hay escenas filmadas en China y Bangladesh donde se ve a trabajadores confeccionando ropa por 18 centavos la hora.

Noviembre de 2022, hace tres meses. Un juzgado de Santiago de Chile declara ilegales contratos multifuncionales de Walmart. ¿Qué son contratos multifuncionales? Bueno, que te contratan de "operador de tienda" y te usan de chico para todo. Hoy estás con pasteles, mañana troceas carne, pasado empaquetas y atiendes pedidos por internet.

Marzo de 2019: trabajadores mexicanos de Walmart se declaran en huelga porque no se les respetan las jornadas de ocho horas, no les pagan horas extras, se recurre a despidos injustificados, discriminan a embarazadas, no ofrecen seguro médico y los salarios son minúsculos.

Eso sí, para los sobornos hay de sobra. Hace unos años la compañía fue multada en EEUU por sobornar, a principios de los años 2000, a autoridades locales de México y Brasil, para que favorezcan su expansión en esos mercados. 24 millones de dólares en sobornos en cuatro años, según calculó New York Times.

Numerosas organizaciones de los DDHH denunciaron, a lo largo de años, la explotación, los abusos laborales, la discriminación, el empleo de menores, y las pésimas condiciones de trabajo en Walmart. Pero por algo empezamos la sección llamándolos el "Ctulhu" de las multinacionales: las denuncias caen en saco roto, los trabajadores siguen sobreviviendo con sus salarios mínimos y tirando de cupones de comida y los ingresos de la familia Walton marcan récords de obscenidad.

Eso sí, son muy filántropos. Eso no se lo quita nadie. Se lo deberíamos agradecer tal vez: crean riqueza, crean puestos de trabajo y además son tan generosos que han creado todo un fondo, el Walton Family Foundation que ha apoyado financieramente a la Fundación Nacional por el Derecho al Trabajo que -oh, sorpresa- promueve una agenda mucho más cercana a las corporaciones y banqueros de Wall Street que a los trabajadores y sus derechos.

También, invirtieron millones de dólares en escuelas privadas y en programas medioambientales, muchos de los cuales, coincidentemente, se reducen al acaparamiento de los océanos.

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