“El viernes y el sábado eran días críticos”. Un agente de la lucha antiterrorista destacaba ayer a este diario, tras conocerse el asesinato de Isaías Carrasco, que la alerta ante la posibilidad de que ETA cometiera un atentado era extrema en estos últimos días de la campaña. De hecho, como adelantó ayer Público, el Ministerio del Interior había reforzado en las últimas semanas la escolta de numerosos políticos, sobre todo en Madrid y en Euskadi. Alfredo Pérez Rubalcaba había ordenado, incluso, la protección de algunos que hasta ahora no contaban con ella.
Sin embargo, la alerta no fue suficiente. ETA eligió ayer una víctima que se salía del perfil que los expertos policiales habían recogido en sus últimos análisis. Éstos hablaban de cargos públicos en activo en el País Vasco o en Madrid del PSOE y, sobre todo, del PP. La banda tiroteó a alguien que ya no ocupaba un cargo público. “Un objetivo fácil porque no tenía escolta y sí rutinas”, destacan las fuentes policiales consultadas.
Cambio de planes
Éstas reconocen que, hasta hace poco, esos mismos informes descartaban un atentado por el sistema del tiro en la nuca. Los expertos apuntaban entonces a que ETA intentaría interferir en la campaña con una acción “con mucho ruido, pero sin sangre” similar a la que pretendían cuando colocaron la furgoneta bomba de la T4 de Barajas.
No obstante, nunca descartaron del todo que la banda intentara provocar víctimas mortales, sobre todo porque no olvidaban que tanto en la bomba del 11 de noviembre contra los juzgados de Getxo (Vizcaya) como la dirigida contra el repetidor del monte Arnotegi, en Bilbao, del pasado 23 de febrero, los terroristas habían puestos dispositivos trampa que parecían dirigidos a cazar a los desactivadores de la Ertzaintza.
Sin embargo, en las últimas semanas los agentes de la lucha antiterrorista habían cambiado el sentido de sus análisis tras recoger indicios de que la organización terrorista quería cambiar de planes. En concreto, habían tenido acceso a mensajes internos en los que dirigentes etarras hablaban de la necesidad de contestar a las últimas detenciones con “un muerto”.
Este detalle fue el que disparó las alertas, a pesar de lo cual el atentado de ayer cogió por sorpresa a los servicios de información. El propio ministro del Interior –convaleciente de un problema estomacal desde el día anterior– , se enteró por la llamada de un periodista.
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