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Antonio Maíllo, firmeza de principios y nervio político

El nuevo coordinador federal de IU llega bregado al puesto, después de haber acumulado una gran experiencia en sus años como líder en Andalucía. 

Antonio Maíllo, imagen de archivo.
Antonio Maíllo, imagen de archivo. LAURA LEÓN

Antonio Maíllo (Lucena, Córdoba, 1966) ha sido puesto a prueba a lo largo de su vida política numerosas veces. Mientras fue coordinador de IU en Andalucía –puesto en el que estuvo seis años, entre junio de 2013 y junio de 2019– superó un cáncer de estómago, lo que da una idea de su capacidad de resistencia.

Esa etapa, bajo la sombra de la enfermedad, fue un aprendizaje continuo: de la crisis de la corrala Utopía a la ruptura del cogobierno con el PSOE, y, después, la confluencia con Podemos y la creación de una apuesta ambiciosa, Adelante Andalucía.

Dos cosas han sido una constante en este tiempo: la firmeza en sus principios –Maíllo es un duro negociador, como le reconocen quienes han tratado con él– y el nervio político –Maíllo es también un interlocutor complejo, que le da vueltas a las cosas y las madura hasta producir la síntesis pertinente–.

Llega a Madrid, a la coordinación federal de IU, pues, bregado Maíllo. En esta nueva aventura que arranca ahora lleva una mochila llena de experiencias en el laboratorio andaluz, el más grande del país.

Conoce lo que es viajar con el vagón lleno de compañeros con sus propias lealtades. Y, también, lo que es un gobierno de coalición que maneja un presupuesto de decenas de miles de millones de euros: el último del cogobierno, en 2015, ascendió a 29.000 millones.

Y sabe, además, de su fragilidad, de cómo se puede romper –Maíllo se las tuvo tiesas con Susana Díaz–. Sabe, pues, de sinsabores personales y políticos. Maíllo sabe, podríamos decir, sin temor a errar, lo que vale un peine.

En estos cinco años de retiro en el instituto, como profesor de Lenguas clásicas, primero en Aracena, en la sierra de Huelva, después en Sevilla, ha podido seguir los acontecimientos en un segundo plano, sin la presión del día a día, sin tener que tomar él las decisiones. Ha podido reflexionar.

¿Qué valor le da a la experiencia? "Un valor muy grande. Para empezar estoy mucho más sereno. Con un aprendizaje en estos tiempos agitados, de aciertos y errores. Tengo clavada en mí la reflexión de la prudencia y de la paciencia como virtudes en la toma de decisiones", afirma en conversación con Público.

"Y hay que evitar el determinismo: no por tener la voluntad de construir un proyecto, este se construye de modo automático. Atender a las circunstancias y el momento es crucial para tener éxito", reflexiona.

Después de la ruptura del cogobierno, justo antes de las elecciones autonómicas de 2015, en las que IU fue en solitario, obtuvo cinco diputados –los mismos que hoy tiene Por Andalucía–. Quince sacó Podemos, liderado por Teresa Rodríguez.

Entonces, una vez conformado el Gobierno del PSOE con los apoyos de Ciudadanos, Maíllo se ocupó de ese huracán y de llegar en buen estado a las siguientes autonómicas.

La experiencia de confluencia en Adelante Andalucía, un proyecto ambicioso, que terminó por implosionar –ya con Maíllo fuera de la dirección– ahí queda.

Adelante fracasó en su ambición de llegar al Gobierno andaluz en los comicios autonómicos de 2018, debido en parte también a la caída del PSOE, que, aunque ganó las elecciones, no pudo frenar el avance de las fuerzas de la derecha y la aparición de la ultraderecha.

En el medio plazo, a pesar de que Adelante obtuvo 17 diputados, tres menos que la suma de Podemos e IU en 2015, aunque fue el mejor resultado de las confluencias en el país, esa sensación de fracaso y otros problemas y discrepancias, personales y políticas, acabaron de modo dramático con esa apuesta.

La vida y la política

Desde 1996, Maíllo está afiliado al PCE y pertenece a IU desde 1986. Entró con 19 años y ahí sigue 38 años después. Cuando se produjo la confluencia en Andalucía, Maíllo defendió con firmeza el arraigo –en la federación andaluza de IU no se había comprendido bien la correlación de fuerzas de la confluencia previa en Madrid– y la fortaleza de IU en Andalucía.

La cabeza de lista fue Rodríguez, pero la candidatura se presentó en sociedad prácticamente como un tándem. Hubo, de hecho, carteles electorales con la fotografía de ambos.

Esa confluencia con Podemos y otras fuerzas andalucistas y ecologistas en Adelante no fue pacífica en IU: costó mucho explicar aquello hacia adentro.

En este punto conviene recordar que no todo son flores para Maíllo. Algunos pelos en la gatera se ha dejado en el camino, pero las voces que cargan contra él son las menos. Él afirma a este respecto con ironía y sentido del humor: "Cualquiera que se precie en política tiene que tener enemigos".

Algunas de aquellas tensiones resurgieron durante este proceso electoral en IU. Maíllo considera a ese respecto que en las primarias, en las que sacó una clara mayoría absoluta, quedó clara la opinión de la militancia. En Andalucía se llevó el 78,5% de los votos, por el 11,42% de Sira Rego; el 5,11% de Álvaro Aguilera, y el 4,38% de José Antonio García Rubio 4,38%, según los datos oficiales. 

Cuando dejó la coordinación de IU en Andalucía, en 2019, abrochó una serie de potentes reflexiones sobre la aspereza de la política, un asunto de plena actualidad, después de los cinco días de reflexión que se tomó el presidente Pedro Sánchez.

Dijo Maíllo entonces: "Hemos vivido años muy agitados. Los niveles de estrés, de tensión, son incompatibles con una vida saludable. Quiero contribuir a la necesidad de que la política se convierta en una actividad que permita conciliar con la vida humana, con el bien vivir, que estar en un puesto de responsabilidad no sea vivir del susto o muerte. Esa reflexión la hago".

Cinco años después, vuelve, como los gladiadores, a la arena, al combate, al ruido y la furia y lo hace en una plaza más salvaje que la andaluza, la madrileña. Con humor, hoy afirma: "Aquello lo dije en un momento que suena a monja ursulina. La vida política se ha puesto más envenenada ahora. Pero es cierto que esa vida de susto o muerte no podemos permitírnosla".

Maíllo llega a la coordinación federal de IU, pues, además de habiendo vivido, habiendo también leído, una de sus pasiones. Cuando se retiró en 2019, Maíllo recomendaba a quien quisiera escucharlo –y lo hacía por tierra, mar y aire– los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, un recorrido, en efecto, estupendo, en 46 libros por la bulliciosa y escabrosa España del siglo XIX.

"Si no se tiene tiempo para leer todas, la última serie, del 41 al 46, la inacabada, es la más recomendable. Narra el periodo de agitación tras la restauración borbónica, y mutatis, mutandi –aparece aquí el profesor de latín–, tiene sus semejanzas con el presente", aconseja.

¿Qué recomienda ahora? Por un lado España, el pacto y la furia (Arpa), del periodista y cronista catalán Enric Juliana. "Es un recorrido desde el 11M hasta 2023". Y, por otro, la narración de la periodista Tereixa Constenla en Abril es un país (Tusquets), sobre los heroísmos que produjo la revolución de los Claveles en Portugal. "Soy un lusófilo empedernido", asegura Maíllo.

El retorno

Teniendo en cuenta todo esto, llevando una vida satisfactoria en el instituto y en la ciudad, ¿por qué decide regresar a la primera línea de fuego? "Me ha costado mucho trabajo. Y es producto de una reflexión que me ha costado mucho dar. Ha sido por circunstancias sobrevenidas, que no estaban en mi horizonte vital", afirma.

"Pero por otro lado –añade Maíllo–, no podía ser insensible a las peticiones de ayudar en un momento muy complicado. No me gusta escurrir el bulto. Estoy en una organización y mis valores, la educación, la sanidad, la tolerancia, la lucha contra el racismo, la mejora de la vida de la gente..., están en peligro por el avance de la derecha y de la extrema derecha, que es muy peligroso. No puedo permitir que 38 años de mi existencia se vayan por el sumidero de la historia. ¿Cuál es mi salida? ¿Vale la pena luchar? Sí. Me arremango".

Haber superado el cáncer le da también una perspectiva diferente. "De salud, estoy bien. En el cuidado, también está parte de mi compromiso. No puedo ser útil si no me cuido. Eso me hace ser mucho más consciente también de la [importancia de una] dirección colectiva, y de no tener que estar en todo".

¿Y el instituto? ¿Va a seguir el año que viene con las clases? "Voy a acabar este curso. La educación de mis alumnos es algo muy serio. Y no voy a dejarlos en la estacada", afirma.

¿Dónde va a vivir después? ¿Se traslada a Madrid? Los planes de Maíllo son quedarse en Sevilla y viajar mucho. Ya lo dijo en campaña, quiere una "dirección de carretera y manta". "No tengo por qué pasar por Madrid. Desde Sevilla se pueden usar las comunicaciones. En todo caso, Sevilla y Madrid están bien conectadas, se puede ir y venir".

Y, ¿de qué va a vivir si deja el instituto? ¿Va a cobrar un salario de IU? Sí. Recibirá lo mismo que cobra hoy como profesor. "Ni perjuicios ni beneficios", afirma.

Ahora, con todo lo aprendido, tendrá que trabajar con Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno y líder de Sumar. Maíllo asegura que será buena la relación de coordinación. Y que ya la tiene de "confianza". "La conozco de cuando yo estaba como coordinador andaluz y ella lo era en Galicia", afirma.

Próximo objetivo, las europeas: "Tenemos un papel protagonista. Un compromiso a partir de este domingo. Nuestra prioridad va a ser ahora sacar el escaño de Manu Pineda". Su idea es implicarse de lleno en la campaña. Para esta nueva etapa que comienza ahora, deja esta guía: "La batalla cultural y política del presente será entre el nosotros y el yo. Entre lo común y el individualismo".

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