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Actualizado:Los conflictos laborales nunca son exclusivamente laborales en una dictadura. "La clase trabajadora siempre se opuso al régimen", por lo que cualquier manifestación proletaria cargaba, inevitablemente, con un mensaje antifranquista. En Vigo, en septiembre de 1972, "había nueve despedidos y ese era el problema principal", cuenta el sindicalista Xesús Chaves, militante de Organización Obreira y fundador en 1975 del Sindicato Obreiro Galego, antecedente de la CIG. Así recuerda el conflicto que llevó a más de 25.000 trabajadores de Vigo a manifestarse contra el régimen en los últimos años del franquismo. El proletariado gallego paralizó una ciudad entera durante 15 días. Fue un momento en el que "Galicia estuvo en la vanguardia de la lucha obrera y antifranquista", reivindica Suso Díaz, sindicalista de Astano que lideró durante lustros CCOO de Galicia y padre de Yolanda Díaz.
Quienes vivieron la histórica huelga en primera persona recuerdan que ese año no solo estuvo marcado por el septiembre vigués, pues 1972 se caracterizó por conflictos laborales en toda Galicia. "¿Por qué se llegó a septiembre y por qué se llegó a la conflictividad tan grande? Y lo que es más importante, ¿cómo se llegó a una solidaridad tan grande entre los trabajadores?", se pregunta Chaves.
1972 se caracterizó por conflictos laborales en toda Galicia
"Estamos hablando del año 72. Desde el año 69 gobernaba como ministro del Interior Garicano Goñi. Era un franquismo durísimo y en esa época el régimen pretendía evitar lo que pasó en Granada. Así se fueron dando cuenta [desde el Gobierno de la dictadura] de que iban pasando cosas que no podían controlar", explica a Público Lourenzo Fernández Prieto, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago de Compostela.
El historiador hace referencia a lo que sucedió en Granada tras los asesinatos de tres obreros de la construcción a manos de la policía franquista en 1970. Se sumaron aproximadamente 4.000 albañiles a una huelga en oposición a la patronal ante la negativa de aceptar las mejoras propuestas por los trabajadores. Esta misma historia andaluza se repitió un par de años más tarde en la otra punta del Estado.
Ferrol un par de meses antes
Uno de estos acontecimientos claves que fue cargando la pólvora que más tarde estallaría en la histórica huelga de Vigo se sitúa un poco más al norte, en la ciudad industrial de Ferrol, un par de meses antes. "El Vigo del 72 de septiembre no es entendible sin el marzo de Ferrol de ese mismo año", aclara a Público Paulo Carril, secretario general de la CIG.
En marzo el Sindicato Vertical, que controlaba las delegaciones de Cádiz y Cartagena, se niega a reconocer las reclamaciones del convenio colectivo de los trabajadores de la empresa naval ferrolana de Bazán. Los obreros acuerdan una asamblea y como respuesta la compañía despide a seis sindicalistas de CCOO.
El 10 de marzo la policía disparó y asesinó a los sindicalistas Amador Rey y Daniel Niebla
El proletariado de la ciudad se solidarizó con los despedidos y en plena marcha la policía disparó y asesinó a los sindicalistas Amador Rey y Daniel Niebla. Ese 10 de marzo se convirtió, años más tarde y en plena democracia, en el Día da Clase Obreira Galega.
"Yo estaba en Astano [astillero de Ferrol], en la oficina, y de pronto llaman y me dicen que había muertos". Así rememora el inicio de la huelga Suso Díaz.
"Me llamaron para que no nos quedáramos quietos y parar todo el astillero. Tampoco nos costó mucho trabajo. Llegamos a los talleres, nos reunimos y les dijimos a los trabajadores lo que pasaba: la gente paró inmediatamente", explica el sindicalista.
Esta huelga se saldó con una represión propia del régimen: "Hubo 150 despedidos y otros 150 pasamos por las comisarías y también por la cárcel", cuenta Díaz. Los panfletos periodísticos del régimen, consultados por Público, describieron los hechos como "extremismo a ultranza, concretado, en forma especial, en el anarquismo y el terror" y "actitudes de violencia de inspiración marxistas" que pretendían "alcanzar la violencia a cualquier precio". Justificación suficiente para que Díaz pasase por prisión en más de una ocasión.
A él ya le tenían fichado. "Me pedían 150.000 pesetas de multa. Significaba que o pagabas la multa o ibas a la cárcel dos meses. Yo no quise hacerlo porque no tenía que pagar nada a la dictadura. Fui dos meses a prisión y punto. Me despidieron, después me readmitieron, todo ese tipo de cosas. Me pasó tanto a mí como a muchos más", asegura.
"Esto trajo como consecuencia una ola de solidaridad en todo Galicia, y Vigo, por supuesto, no fue menos. Hubo una represión enorme", recuerda Chaves.
Había nueve sancionados que "necesitaban solidaridad"
"No son espontáneos los 20 o 30.000 trabajadores que alcanzó esta huelga", asegura Chaves
"Desde los años anteriores se venía haciendo una labor de concienciación", que según Chaves, fue calentando el ambiente proletario de la ciudad: "No son espontáneos los 20 o 30.000 trabajadores que alcanzó esta huelga". Las condiciones de los obreros eran precarias, los convenios colectivos se rompían y las negociaciones pocas veces se cerraban, pero "evidentemente los conflictos laborales no eran meramente laborales en una dictadura", reflexiona Díaz.
El viernes 6 de septiembre de 1972 el comité de empresa de Citroën reivindicaba en la negociación del convenio colectivo una semana de 44 horas que se deniega. Los obreros se organizaron durante el sábado y el lunes llegaron los primeros despidos. Cinco trabajadores habían sido destituidos de la fábrica y otros cuatro sindicalistas, expedientados. Es aquí cuando comienza el paro. Había nueve sancionados que "necesitaban la solidaridad de todos los trabajadores", alude el Chaves.
"Si esto llegó al punto culminante al que llegó no solo fue por los trabajadores que estaban en las calles exigiendo la readmisión de los compañeros despedidos, sino por la actitud intransigente de este mismo régimen, de la patronal y de Citroën. Querían hacer un escarmiento ejemplar", denuncia Chaves. Para Díaz, "la dictadura era durísima e incapaz de soportar un conflicto laboral".
Toda la izquierda se unió en contra de la patronal
"Sobre las siete de la tarde nos enteramos los trabajadores y pusimos en movimiento al sindicato", Organización Obreira, en el caso de Xesús. Las fuentes consultadas por Público cuentan como toda la izquierda se unió en contra de la patronal. Lo ejemplifica Chaves al recordar la buena relación sindical que mantenían con Unión do Povo Galego (UPG) a través de su compañero Moncho Reboiras, líder nacionalista gallego asesinado por la policía franquista en 1975. "No se sabía donde empezaba un partido y acababa el otro. Efectivamente, la gente colaboraba, por razones personales, porque estaban en la misma fábrica o porque estudiaban juntos en Santiago. Me cuentan: Estábamos en la UPG, en el PC o el FRAP y nos juntábamos porque éramos los que éramos y daba igual", tal y como ha podido estudiar Fernández Prieto.
Así avanzaron los primeros días hasta que los convocantes consiguieron una involucración total de los trabajadores: "Hubo una grandísima solidaridad en todos los sectores: construcción, naval, química, cerámica, porcelana...", según Chaves.
"El episodio que se vive desde el 8 o 9 de septiembre y acaba el 26 de septiembre con la paralización de toda la actividad laboral en Vigo tiene ese despertar y es un elemento fundacional y clave en la historia contemporánea del movimiento obrero gallego", cataloga Paulo Carril.
Los sindicalistas dejaron de dormir en sus casas, de tener contacto entre los compañeros, daban nombres falsos y sospechaban de todo aquel que hiciese preguntas
Chaves explica que las fuerzas represivas no eran suficientes para contener el movimiento. No fue hasta el día "15 o 16 que empezaron a llegar de forma abundante tanto Policía como Guardia Civil. Empiezan a tomar medidas y a fichar, junto a la Brigada Político-Social, a la gente que estaba más en la vanguardia o liderando el proceso". A pesar de todo esto, ellos seguían fuertes.
Fue a partir de este punto de persecución culminante que las caras más visibles de las organizaciones pasaron directamente a la clandestinidad. Dejaron de dormir en sus casas, de tener contacto entre los compañeros, daban nombres falsos y sospechaban de todo aquel que hiciese preguntas. Xesús Chaves cuenta a Público que la solidaridad era total hasta en este caso: normalmente los acogían otros obreros, pero "septiembre del 72 fue un mes de verano total y si no llegábamos a las casas, dormíamos en el monte o en el parque de Castrelos".
"La verdadera represión empezó a partir del 23 de septiembre y desde esa época iban todas las noches a registrar las casas", según Chaves, quién también recuerda cómo su madre le decía: "No aparezcas por aquí porque nuestra casa está vigilada".
"Estaba sorprendido porque aunque fuese militante, la presión no era razonable". Asegura que sabían de él por compañeros que detuvieron y se vieron obligados a acusarlo a raíz de las torturas que sufrieron. "Nunca les guardé el más menor reproche a los que me delataron porque entendí que era una situación dura en la que cada uno sale como puede".
Ante el miedo de acabar capturado por la Policía del régimen y las constantes redadas, se vio en la obligación de exiliarse. En apenas un par de días, ayudado por otros compañeros que trabajaban desde la clandestinidad, llegó a Holanda. Estuvo allí un par de días y el 27 de septiembre firmó un contrato para trabajar en plataformas de petróleo.
Las fuerzas represivas no eran suficientes para contener el movimiento
Cuando llamaba a su madre desde el exilio, ella le decía: "No vengas porque están aquí todos los días". Regresó un año después a Vigo. "Ya no tenían nada en mi contra. Yo me quedé sorprendido porque me habían acusado de asociación ilícita".
Héroes colectivos
Su historia es la misma que comparten cientos de sindicalistas, pues él mismo asegura que "el 72 no tuvo héroes individuales, los héroes fueron colectivos, fueron todas las obreras compañeras militantes".
Chaves cuenta que él y sus compañeros siguieron militando. "Hasta ahora que somos viejos y jubilados, pero seguimos conservando aún los mismos principios de clase que tuvimos durante toda nuestra vida".
"Pulso importante al franquismo"
Inicialmente los despidos se situaron en 6.000 pero la situación se revirtió en los 15 días que duró la lucha. La huelga acabó con 400 trabajadores despedidos y cientos de personas detenidas, torturadas y heridas. Quienes protagonizaron esta movilización la catalogan de exitosa, considerándola un "pulso importante al franquismo" y un preludio de la Transición que marcó un antes y un después en la historia de los convenios colectivos.
El movimiento de solidaridad de los trabajadores de la ciudad fue lo que provocó la mayor huelga general en Galicia en plena dictadura franquista. "A partir de ese año en Galicia cambiaron muchas cosas. Esa lucha obrera ayudó a que los partidos políticos, oposición, movimientos sociales y culturales se pusieran en marcha para combatir desde todos los puntos la dictadura", explica Suso Díaz.
La huelga acabó con 400 trabajadores despedidos y cientos de personas detenidas, torturadas y heridas
Estos hechos sucedidos en Vigo fueron "las primeras expresiones que existen de lo que es la organización obrera en Galicia", afirma Carril, ya que quienes lideraron la huelga fueron aquellos que más tarde formarían parte de lo que "a día de hoy confluyen en la CIG o el BNG", según Fenández Prieto.
Lo que se vivió en Galicia en los últimos años del franquismo fue una verdadera represión pero demostró que "la clase trabajadora gallega había conseguido un índice de solidaridad que en los años siguientes siguió creciendo hasta que los trabajadores y estudiantes de todo el Estado consiguieron la democracia en este país", concluye Suso Díaz.
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