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El Valle de los Caídos: una asignatura pendiente

ODÓN ELORZA*

* Diputado del PSOE por Gipuzkoa

Treinta y ocho años después del final del franquismo se siguen cambiando nombres de calles, eliminando vestigios de exaltación de la dictadura y sacando con dificultad restos de asesinados abandonados por el fascismo en las cunetas y en fosas sin identificar. Pero el mausoleo del dictador Franco permanece como una provocación y como la asignatura pendiente de la democracia.

Ningún gobierno se ha atrevido a actuar en El Valle de los Caídos, desoyendo razones de dignidad democrática y el respeto que merecen las víctimas de la guerra civil y de la dictadura. Solo en 2007 se aprobó, a instancias del Gobierno de Rodriguez Zapatero, una Ley de Memoria Histórica que viene incumpliendo el PP. Y en 2011, un grupo de expertos entregaron un dictamen sobre cómo transformar ese espacio en una referencia para la reconciliación.

La obra del Valle de los Caídos duró diecinueve años, trabajando también, en pésimas condiciones, presos políticos republicanos.

La Disposición Adicional Sexta de la Ley estableció que "la Fundación gestora del Valle de los Caídos incluirá entre sus objetivos honrar y rehabilitar la memoria de todas las personas fallecidas a consecuencia de la Guerra Civil de 1936-1939 y de la represión política que la siguió, con objeto de profundizar en el conocimiento de este período histórico y de los valores constitucionales. Asimismo, fomentará las aspiraciones de reconciliación y convivencia que hay en nuestra sociedad".

Fue en 1940 cuando el régimen franquista aprobó un Decreto en el que proponía la construcción de un conjunto monumental con una basílica en la finca de Cuelgamuros de El Escorial. La obra duró diecinueve años, trabajando también, en pésimas condiciones, presos políticos republicanos.

Los restos de 33.847 personas que murieron durante la guerra civil, nacionales y republicanos, permanecen hacinados (12.000 sin identificar) y en parte mezclados en las criptas de la basílica del Valle de los Caídos. En el gran altar central, enfrentados, se encuentran las tumbas del dictador Franco y de Primo de Rivera, fundador de la Falange. Todo forma parte de ese mausoleo concebido por los franquistas como un lugar de homenaje a los caídos "en la gloriosa cruzada". Por eso el visitante no encontrará ninguna información pedagógica sobre el origen y significado de tan mastodóntica construcción gestionada por una orden religiosa, sobre los que allí reposan o acerca de las causas de la guerra civil. Nada.

El Informe realizado en 2011 por una comisión de expertos -a petición del Presidente Rodriguez Zapatero y como desarrollo de la Ley de Memoria- recomienda: "lograr consensos políticos y sociales para avanzar en la tarea de resignificar el Valle de los Caídos, dignificar los columbarios con los restos, frenar el deterioro general de las edificaciones, atender las reclamaciones de familiares de los allí enterrados contra su voluntad, crear un espacio memorial por todas las víctimas así como un centro de interpretación, investigacion y reflexión de lo allí sucedido, cuidar el parque natural, sacar de allí al dictador y que los restos mortales de Primo de Rivera se trasladen a un lugar que no cree agravios". Y es lo que habría que hacer con los únicos condicionantes que marca la crisis en materia presupuestaria.

Los restos de 33.847 personas que murieron durante la guerra civil permanecen hacinados y en parte mezclados en las criptas de la basílica del Valle de los Caídos.

Los citados expertos recomiendan una propuesta compartida por el relator de la ONU, Pablo Greiff, que visitó España en febrero de 2014 para interesarse por los desaparecidos republicanos de la Guerra Civil. El relator dijo: "El objetivo de resignificar el conjunto del Valle de los Caídos, despojándolo de cualquier connotación ideológica y política antidemocrática y atendiendo a la dimensión moral de la memoria, sólo será posible si los enterramientos se reservan para los restos de las víctimas y los muertos de la Guerra Civil".

También una misión de trabajo de la ONU pidió hace tres años que los restos del general Francisco Franco fueran trasladados al lugar que designe la familia y remitió a Rajoy un conjunto de 42 recomendaciones para cumplir la Ley de Memoria que han sido ignoradas por esta derecha inmovilista que nos gobierna.

En definitiva, quien fuera el máximo exponente de un régimen totalitario contrario a la libertad y a la dignidad de toda la ciudadanía, el enemigo de la democracia, no puede presidir un conjunto monumental que debería servir para homenajear la memoria de todas las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura posterior. Por eso resulta imprescindible poner fin a la actual jerarquía funeraria que ofrece la basílica del Valle de los Caídos, ya que constituye una ofensa y quiebra el principio de igualdad de tratamiento a los restos de todas las personas que allí reposan

Lo cierto es que el conjunto del Valle de los Caídos es contrario a la cultura de la convivencia y a la educación sobre la paz y los derechos humanos, niega la concordia cívica y desprecia la reconciliación de la ciudadanía española y la rehabilitación de una memoria colectiva democrática sobre las víctimas de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura franquista.

Por todo ello, en este 20-N lo decente es instar al Gobierno de Rajoy a que actúe para proceder a su regeneración democrática y a su resignificación. Sin embargo, el adn de los diputados del PP les ha llevado en tres ocasiones, en debates del Congreso, a rechazar cualquier actuación. Y luego se enfadan cuando les acusamos de inmovilistas.