Rosi, Susana, Juliana, Amal y sus dos hijos Hiba y Adam, Petra, Laura y su madre María Angustias. Son algunos de los nombres de las víctimas de violencia machista en los meses de junio y julio de 2024. Son muchos, y aunque solo hubiera uno, ya serían demasiados. Sin embargo, este fin de semana, un nuevo repunte de asesinatos ha ampliado esta lista y ha dejado de nuevo en evidencia una falla estructural en el sistema de protección.
Cinco casos en las últimas 48 horas
En 48 horas, se han registrado cinco asesinatos machistas en nuestro país. Dos en el País Valencià, dos en Catalunya y uno en Madrid. El sábado 13 de julio ocurrió el primero de estos feminicidios. Una mujer de 32 años fue asesinada por su pareja en la localidad valenciana de Buñol. Él tenía denuncias previas por maltrato tanto de ella como de una pareja anterior.
Cinco asesinatos en 48 horas: dos en el País Valencià, dos en Catalunya y uno en Madrid
Horas después, un hombre de 30 años asesinó a su pareja de 29 en el barrio de Carabanchel en Madrid. Ella había interpuesto denuncias previas contra él por violencia machista. Ese mismo día, otro hombre de 86 años asesinó a su mujer de 80 en la localidad tarraconense de Salou. En este caso, no existían denuncias previas. La violencia contra las mujeres más mayores tarda mucho en ser denunciada, tal y como trata este artículo. Tres asesinatos en un día.
El domingo hubo dos más. Una mujer de 36 años fue asesinada por su pareja en Alacant. Él se suicidó después de matarla como hacen cerca de un 32% de los agresores, según los datos del Ministerio de Igualdad. Por último, otra mujer de 30 años fue atacada con arma blanca presuntamente por su expareja en Sabadell, en la provincia de Barcelona, en presencia de sus hijas. El hombre fue detenido por los Mossos d'Esquadra y el caso continúa en investigación como un posible caso de violencia machista.
Tras el nuevo repunte de casos: 26 mujeres han sido asesinadas por violencia machista, 1.270 desde 2003
Igualdad ha confirmado en la tarde de este lunes cinco de los últimos asesinatos machistas. Así, en 2024, 26 mujeres han sido asesinadas por violencia de género, 1.270 desde 2003. En junio hubo siete asesinatos, y en julio otras siete víctimas, con el caso de Barcelona todavía en investigación. Por lo que, en total, son 14 las víctimas en estos dos meses de verano. 15 si se confirma el asesinato en Sabadell.
Toda esta violencia se suma al repunte de hace dos semanas, en una quincena trágica en la que destacó el sábado 29 de junio con seis asesinatos en tres casos de violencia machista en apenas 24 horas. En total, entre el 29 de junio y el 5 de julio fueron ocho las víctimas mortales, seis mujeres (una de ellas María Angustias, la madre de Laura) y dos niños de cinco y ocho años (los hijos de Amal).
La ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha llamado este lunes a que toda la sociedad consiga "aislar" a los asesinos y que los entornos denuncien la violencia. El pasado 2 de julio el Gobierno admitió "fallos" en el sistema de protección de las víctimas y aseguró que el "modelo no es infalible". Aquellas declaraciones hacían ilusión a los casos en los que las víctimas sí habían denunciado a sus agresores y sin embargo, el sistema no las protegió.
Más violencia y control del agresor en época vacacional
Como se observa en el siguiente gráfico -con datos actualizados hasta el 8 de julio-, es en los periodos vacacionales donde existen más repuntes en violencia machista. Tanto en verano como en invierno. Los peores meses desde que existen datos son julio, con 130 víctimas desde 2003; junio, con 117 víctimas; agosto, con 115; y enero, con 112.
Para las expertas las explicaciones a estos repuntes ya estaban sobre la mesa. No se trata del verano y del calor, un mantra que se suele repetir como "factor estresante" de los agresores, si no del cambio en la rutina de control entre el agresor y la víctima. Victoria Rosell, Delegada contra la Violencia de Género en la anterior legislatura, analizó durante su mandato la concentración de asesinatos en cada periodo. Sus conclusiones vinculaban los "periodos fuera de la rutina del agresor, como las vacaciones", con los picos de violencia machista en ciertos meses del año.
Según su análisis, durante las vacaciones, las mujeres suelen ganar mayor autonomía. "Por ejemplo, al tomar decisiones familiares como organizar las vacaciones con los hijos o en compañía de la familia extensa", explica. Esto provoca en el agresor una sensación de pérdida de control sobre la víctima, a la que considera de su propiedad, y reacciona de manera más violenta.
Minusvaloración del riesgo y fallas en el sistema
Celia Garrido, trabajadora social, agente de igualdad y experta en violencias machistas, cree que el foco no debe circunscribirse a los repuntes porque el problema es una constante. "La violencia machista se incrementa porque no se comprende plenamente la capacidad de los maltratadores para ejercer control. Enfocarse solo en picos durante festividades oculta el problema diario de cómo los profesionales miden el riesgo", asegura.
La mala valoración del riesgo es común en los casos de violencia machista: "Es fundamental abordar la desprotección"
La mala valoración del riesgo es una falla habitual en los casos de violencia machista y se ha visto en estos dos meses. Al menos en dos de los cinco casos recientes, las víctimas habían denunciado. Hace dos semanas, Amal, asesinada junto con sus dos hijos, tenía una orden de protección y su agresor iba a entrar en la cárcel.
Ana María Lupión, experta en violencia vicaria y machista y presidenta de la asociación Mujeres Libres Mujeres en Paz, considera que el error principal es la no aplicación de las leyes vigentes. "El sistema falla porque la ley no se cumple. Aunque tenemos una de las mejores legislaciones del mundo, es crucial abordar la violencia institucional y la desprotección que sufren las víctimas", expresa.
Esta minusvaloración del riesgo se debe a la falta de credibilidad en las víctimas y la falta de perspectiva de género en los profesionales. "La perspectiva de género no es una cuestión ideológica, es legal y necesaria para entender que el sistema opera a favor del maltratador. Enfoques erróneos que se centran en la víctima y no en el agresor permiten que muchas cosas pasen desapercibidas, incluido el peligro que enfrentan las víctimas y quienes las apoyan", asegura Garrido.
La falta de escucha y los sesgos podrían mermar la confianza de las víctimas en las instituciones. Por eso las expertas apuntan cada día a la necesidad de mejorar los sistemas de protección y ampliar la formación.
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