La lluvia casi les desbarata los planes, pero unas 300 manifestantes feministas han protestado este sábado contra el genocidio palestino frente a la representación de la Comisión Europea en Madrid.

Convocadas por la Comisión 8M del Movimiento Feminista de Madrid, el plan inicial consistía en hacer una larga cadena humana de manifestantes en señal de protesta contra la connivencia de la Unión Europea con la situación de los palestinos en Gaza, sin embargo, la lluvia y la nieve han cambiado la propuesta.

Desde días antes, venían organizándose para el sábado poder formar una cadena humana desde la Comisión Europea (paseo de la Castellana) hasta la embajada israelí (calle Velázquez), pasando por la de los Estados Unidos (calle Serrano).

Poco antes de las cinco y media, hora prevista a la que se había acordado que las feministas se distribuyeran por los tres puntos neurálgicos, un grupo de manifestantes se refugiaba en la parada de metro de Rubén Darío, a escasos 200 metros de la embajada israelí, y anunciaba que se cancelaba la cadena humana.

En Madrid, caían piedras de granizo como gominolas caseras y era completamente imposible montar la cadena humana en esas condiciones, por lo que rápidamente se comunicaba a las participantes que el acto se simplificaba a una concentración al uso, para así unir fuerzas, frente a la Comisión Europea.

Hasta allí, empezaron a llegar desde los otros puntos acordados, ubicados en una de las zonas más exclusivas de España (entre El Viso y el barrio de Salamanca), todas las manifestantes a la Comisión, ubicada en el 45 del paseo de la Castellana.

Entre un ambiente combativo, alrededor de 300 personas (en su mayoría, mujeres de mediana edad) empezaba a clamar contra la masacre israelí en Gaza y la falta de compromiso, más allá del discursivo, de la Unión Europea con los civiles palestinos; además, pedían boicotear a Israel y que los Veintisiete dejaran de vender armas al Estado judío. Los paraguas y chubasqueros violetas no frenaban sus cánticos.

Tras la lectura de un manifiesto en el que se explicaba el esfuerzo del feminismo por acabar con todos los tipos de violencia, la organización daba por desconvocada la concentración a eso de las seis y media de la tarde, sin embargo, no acababa ahí la cosa.

De forma parece que improvisada, un par de centenares de manifestantes empezaron a concentrarse en un paso de cebra del paseo de la Castellana, justo aprovechando el refugio contra la lluvia —ya no granizaba, pero la lluvia era intensísima— que ofrecía el puente Enrique de la Mata.

Con gran presencia policial, las manifestantes conseguían cortar una de las principales vías urbanas de la capital y refugiarse de la lluvia; además, volvían a cantar contra la masacre en Palestina, el envío de armas y la destrucción inmisericorde de hospitales gazatíes ordenada por el gobierno de Tel Aviv.