bruselas
Actualizado:"Alivio". Es la palabra que, en Bruselas, mejor resume la victoria electoral de Emmanuel Macron este domingo. Pero la sensación es agridulce. Dulce porque evita el peor escenario posible para la UE: el liderazgo de la extrema derecha en uno de los motores comunitarios y en tiempos de guerra. Pero es amargo de cara al futuro: el camino hacia 2027, con el ascenso progresivo de las fuerzas ultras, con el descontento de la ciudadanía gala y con Macron fuera de las quinielas, dibuja un escenario sombrío.
La capital comunitaria vivía los comicios de la república francesa casi como propios. Había mucho nerviosismo. El resultado inesperado del Brexit demostró que ningún escenario podía ni debía descartarse hasta el recuento final. Buena prueba de ello fue la fugacidad con la que los presidentes de las instituciones europeas se lanzaron a felicitar al liberal de centro-derecha.
El resultado de Macron ha tenido una buena acogida por todas las fuerzas políticas, menos de la ultraderecha
Apenas cinco minutos después de las primeras proyecciones a pie de urna, Ursula von der Leyen; Charles Michel y Roberta Metsola habían publicado sus tuits de felicitación al candidato de En Marche. "Juntos haremos avanzar a Francia y a Europa", señalaba la alemana. Esta rapidez y entusiasmo público contrasta con el silencio que impregnó Bruselas a comienzos de este mes cuando el húngaro Víktor Orbán consumó su cuarto mandato consecutivo.
El rol de la UE y su encuadre en la guerra de Rusia ha jugado una parte importante en la campaña electoral, aunque pasó desapercibido en el discurso de victoria de Macron. A diferencia de lo que proponía hace cinco años, Le Pen ya no buscaba que Francia abandonase el bloque comunitario, sino aplacar su margen de acción desde el interior. Mientras que el liberal siempre ha utilizado la carta de la bandera de las doce estrellas como contrapunto a esta idea. Por todo ello, en Bruselas leen la victoria macronista como un respaldo de los ciudadanos franceses a una UE más integrada y fuerte.
El resultado de Macron ha sido bien acogida por todas las fuerzas políticas europeas, a excepción de la ultraderecha. Pocos días antes, los líderes de Portugal, España y Alemania, todos ellos socialdemócratas, habían pedido públicamente el voto para Macron. Pero no ha sido tanto por la reelección de un líder al que en muchas ocasiones se le ha reprochado un exceso de soberbia empañada ancestral propia de Jupiler y una desconexión terrenal con las capas más bajas de la sociedad; sino por haber evitado el mal mayor.
Aun con todo, no se puede negar que el auge imparable de los lepenistas en un país fundador del proyecto europeo es un fenómeno inquietante. La líder de Reagrupamiento Nacional —el rebautizado Frente Nacional— se ha hecho con el 41,46% de los votos, ocho puntos por encima de lo rubricado en las anteriores elecciones de 2017. "El apoyo del 45% de los franceses es un extraordinario resultado para Marine Le Pen y sería un gran error ignorarlo. Es necesario que las oligarquías entiendan que no se puede confinar políticamente a la mitad de los europeos", ha señalado a través de Twitter Jorge Buxadé, líder de la delegación de Vox en la Eurocámara.
La derrota de Le Pen es también vista como una victoria de las fuerzas ultranacionalistas, cuyo deseo para Europa es un proyecto con menos competencias y soberanía basado en una liga de naciones. La pandemia ha debilitado a las fuerzas populistas europeas. Con las pocas excepciones de Hungría o Francia, las fuerzas extremistas han perdido fuelle en las elecciones de Alemania o Países Bajos.
Este domingo, además de en Francia, se celebraron comicios en Eslovenia. Y el líder populista Janez Jansa, conocido como el 'Trump europeo', ha salido derrotado en las urnas. Mientras, en Italia, la Liga de Salvini sigue muy alejada de su momentum de 2018. Todo ello dificulta todavía más la creación de un nuevo grupo de ultraderecha en la Eurocámara. La extrema derecha lleva meses intentando sumar sus fuerzas y formar una nueva familia política, una ambición que se avista progresivamente complicada por sus diferencias sobre Rusia. La Polonia de Morawiecki y la Hungría de Orbán están más distanciadas que nunca antes. Los dos 'enfant terribles' de la política europea representan las dos líneas opuestas de cómo tratar con el Kremlin: los primeros con la mano más dura posible; los segundos con apaciguamiento.
Guerra en Rusia
Los pasillos de Bruselas equiparaban una hipotética victoria de Le Pen a un triunfo de Putin por compartir los mismos anhelos: hacer flaquear la UE y la OTAN. La candidata ya había hecho públicas sus intenciones de sacar a París del mando operativo de la Alianza Atlántica, un paso que los expertos consideran 'de facto' un abandono de la organización.
La victoria de Macron llega con el debate de los europeos por su sexto paquete de sanciones contra Putin
Con los resultados electorales, este escenario ya se descarta. Pero hay que tener en cuenta las particularidades de la ciudadanía francesa. La quinta república es uno de los países aliados más escépticos con la membresía a este foro de defensa. La población está dividida casi al 50% en torno a permanecer o no en la OTAN. Y fue el propio Macron el que la calificó como en estado de "muerte cerebral" poco después de aterrizar por primera vez en el Elíseo.
La victoria de Macron llega, además, en un momento en el que los líderes europeos debaten su sexto paquete de sanciones contra Putin, que está llamado a penalizar las importaciones de petróleo ruso. Le Pen, aliada de Moscú y con vínculos financieros al Kremlin, ya había advertido de que vetaría estas medidas. Pero, de momento, ni siquiera es necesario su veto para evitar que la UE avance en esta dirección. Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores, ha reconocido este lunes en una entrevista con el alemán Die Welt que la UE está dividida y no anticipa una decisión al respecto antes de la cumbre europea del próximo 30 y 31 de mayo.
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