sAO pAULO (BRASIL)
Actualizado:La victoria de este domingo del excapitán del Ejército, Jair Bolsonaro, ha hecho de Brasil el primer país de la región en poner a un presidente ultraderechista y populista al mando de su gobierno. De este modo el gigante sudamericano sigue la estela de Italia, con Matteo Salvini, o de Estados Unidos, con Donald Trump, casualmente el primer mandatario internacional que felicitó al brasileño.
Su primera aparición como presidente electo de Brasil fue fiel a su estilo. Jair Bolsonaro dio su primer discurso a través de Facebook, en un vídeo casero grabado desde su casa. El candidato que hizo de las redes sociales el pilar de su campaña, parece que hará lo mismo desde la presidencia del país, y también en esto copiará el estilo de su admirado Trump a la hora de gobernar y comunicarse con la sociedad a golpe de tuit.
El ultraderechista Bolsonaro venció con el 55% de los votos frente al 44% del izquierdista Fernando Haddad
El ultraderechista venció con el 55% de los votos frente al 44% del izquierdista Fernando Haddad, lo que supone diez millones de papeletas más que el líder del Partido de los Trabajadores. La idea del “presidente del cambio” y de ser el candidato “limpio de corrupción” le ha llevado a ser el primer mandatario militar elegido democráticamente desde 1945.
“Voy a gobernar al lado de la Constitución y voy a respetar la democracia”, fue una de sus primeras frases como presidente electo, una declaración de intenciones para el candidato que en más de una ocasión se definió como “nostálgico de la dictadura”, y que amenazó con llevar a cabo una intervención militar si no ganara las elecciones. La mañana del domingo el propio presidente del Supremo Tribunal Federal, Jose Antonio Dias Toffoli, hizo un llamamiento que por obvio demuestra el temor que ha llegado a suscitar la victoria del ultraderechista: “El futuro presidente debe respetar a las instituciones, a la democracia, al estado de derecho, al Poder Judicial, y al Congreso Nacional”, dijo el presidente del STF, que tras conocer la victoria de Bolsonaro añadió: “Espero que se gobierne por la unión del país”.
Sus primeras palabras: "Siempre sentí el poder de Dios y la fuerza del pueblo brasileño (…) La verdad será el farol que nos guió hasta aquí y que guiará nuestro camino (…) Voy a hacer un gobierno decente"
El primer discurso del nuevo mandatario fue más bien un anuncio de programa de gobierno presentado en un tono más cercano al de un predicador evangélico que al de un futuro presidente: “Siempre sentí el poder de Dios y la fuerza del pueblo brasileño (…) La verdad será el farol que nos guió hasta aquí y que guiará nuestro camino (…) Voy a hacer un gobierno decente”, dijo el exmilitar, que quiso quitarse el estigma de autoritario pronunciando una decena de veces la palabra “libertad”: “Libertad es un principio fundamental. Libertad política y religiosa. Libertad de opinar e informar…”, recitaba quien hasta ahora ha sido conocido por amenazar a diversos medios de comunicación nacionales y extranjeros.
Jair Bolsonaro también dijo que se mostraba decidido a “gobernar para un Brasil unido en el que todos somos iguales”, una tarea que le resultará complicada dentro de la actual sociedad brasileña que se divide entre los que le ven como “una esperanza” para que Brasil vuelva a crecer, y confían en que consiga “limpiar” las instituciones de corrupción; y los que lo viven como “una pesadilla”, y temen un gobierno militarista que restrinja los derechos democráticos y profundice en las desigualdades sociales.
Por ahora el futuro presidente que tomará posesión de su cargo el próximo 1 de enero de 2019 anunció que su gobierno se definiría por ser “más Brasil y menos Brasilia”, refiriéndose a su voluntad de descentralizar el poder federal hacia los municipios, a la idea de reducir el número de ministerios, cargos, gastos, y “simplificar la burocratización” por la que se caracteriza la capital del país. Hizo un guiño a los mercados -uno de sus principales socios de la campaña- al decir que va a apostar por el recorte de gasto, y bajar los intereses para fomentar la inversión extranjera: “En cuanto haya más inversión se generarán más puestos de trabajo”. También se mostró de lado de los emprendedores, pero dijo que como presidente era “tan importante el empresario como el recolector de caucho en el Amazonas”.
En materia de política internacional aseguró que iba a “liberar al país” y a Itamaraty -ministerio de Exteriores brasileño- de las relaciones de “tipo ideológico”, lo que significaría una posible salida de cualquier política de integración regional, en favor de tratados bilaterales con su homólogo estadounidense, y en lo que respecta a China, uno de los principales socios económicos del país sudamericano, el futuro se antoja incierto.
“No tengan miedo”
El candidato del PT, Fernando Haddad -que entró en la campaña veinte días antes de la primera vuelta electoral para sustituir a Lula da Silva- no pudo hacer frente al antipetismo que se ha propagado en buena parte de la sociedad brasileña como una plaga. Los escándalos de corrupción que se dieron a conocer en los últimos tres años en la Operación Lava Jato -que investiga los desvíos millonarios de dinero de la estatal Petrobras a políticos de diversos partidos-, dejaron al Partido de los Trabajadores señalado con el estigma de la corrupción. La socióloga Esther Solano, que estudia desde hace un año el fenómeno Bolsonaro, aseguraba que el voto al ultraderechista no era “tanto a favor del candidato como en contra del PT”.
Haddad: "Por favor, no tengan miedo, estaremos juntos y voy a abrazar vuestra causa"
Pero en la noche del domingo Haddad dedicó su discurso a los 45 millones de brasileños que le dieron su confianza: “He sentido miedo y angustia en muchas personas. Por favor, no tengan miedo, estaremos juntos y voy a abrazar vuestra causa. Coraje”. El candidato derrotado no se dirigió directamente a Bolsonaro pero advirtió que exigiría “respeto” para una parte expresiva del electorado brasileño y dijo que ahora tocaba “garantizar las instituciones y los derechos” de la ciudadanía: “Tenemos una tarea enorme, es la hora de defender la democracia y no aceptar amenazas”.
Diversas ONGs como Greenpeace o Human Rights Watch (HRW) mostraron su alarma ante la victoria del ultraderechista y exigieron “vigilancia y respeto hacia los derechos humanos”, de los que tantas veces se ha burlado el futuro presidente. Sin ir más lejos el domingo pasado en uno de sus últimos discursos incendiarios: “No vais a tener más ONGs para saciar vuestra hambre. Será una limpieza nunca vista en la historia de Brasil”.
Está por verse si los discursos de intolerancia y de apología a la violencia a los que nos tenía acostumbrados el candidato brasileño, se escucharán también a partir de enero cuando se instale en el Palacio de Planalto. O si bien, el exmilitar del ejército, apostará por reconciliar a un país cada día más enfrentado.
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