BRUSELAS
Este domingo a medianoche se cumple el plazo máximo que ha dado el Parlamento Europeo para ratificar el potencial acuerdo del brexit antes de que acabe 2020. Aunque siempre se ha dicho que la política es el arte de lo posible y la Comisión Europea es experta en encontrar cualquier recoveco legal para dar respuesta a un problema complejo, a 11 días de cambiar de año no hay margen de maniobra, y por ello la Eurocámara ha impuesto este ultimátum.
Aunque se quiera seguir parafraseando a Groucho Marx con aquello de 'estas son mis fechas límite, pero si no le gustan, tengo otras', hay una fecha inamovible y esa es el 31 de diciembre. Día que Bruselas y Londres fijaron como fin del periodo transitorio en el Acuerdo de Retirada, y que Boris Johnson se negó a extender en julio de este año. Once meses para negociar los nuevos vínculos porque, a partir del 1 de enero de 2021, el derecho comunitario dejará de aplicarse en Reino Unido.
¿Qué escenarios hay encima de la mesa?
La casuística más optimista sería que el acuerdo se cerrase este domingo y se active a continuación el procedimiento para ratificarse en el Parlamento Europeo en un pleno extraordinario en los días 28 y 29 de diciembre. En estos momentos el acuerdo tiene más de 700 páginas, por lo que los eurodiputados y eurodiputadas necesitarán tiempo para estudiarlo, negociarlo y traducirlo en todas las lenguas oficiales del bloque para que la Cámara pueda dar su consentimiento con garantías.
Para evitar filtraciones o interferencias en las negociaciones, los equipos de Michel Barnier y David Frost han llevado los avances con la máxima discreción. Se habla abiertamente de secretismo y por ello los líderes de los grupos parlamentarios han pedido este viernes a la Comisión Europea tener acceso a un texto provisional en el que ir trabajando estos días. Una petición que no parece que vaya a tener mucho recorrido si el diplomático francés es consecuente con su forma de actuar en los últimos meses.
Fuentes europeas ven más factible un segundo escenario; que se llegue un acuerdo a lo largo de los últimos días del año, pero sin margen para ratificarlo en tiempo y forma. En este caso, entraría en vigor un acuerdo provisional y el Parlamento Europeo lo ratificaría en enero, posiblemente en la semana del pleno entre el 18-21.
Y la posibilidad menos halagüeña, aunque no improbable, es que Londres y Bruselas acaben el año sin haber superado los escollos de la negociación y haya que activar los planes de contingencia. Un escenario que podría ir ligado a caos en el transporte, escasez de algunos productos en Reino Unido e imposición de aranceles a todos los productos británicos que crucen la frontera.
¿Cuáles son las principales trabas para cerrar el acuerdo?
Este viernes se ha celebrado en el Parlamento Europeo un debate sobre el estado de las negociaciones del brexit, con Michel Barnier como invitado. Después se ha votado una resolución con las medidas de contingencia sobre transporte y pesca. El negociador jefe europeo ha aprovechado la ocasión para lanzar un mensaje a Reino Unido: "Es la hora de la verdad, nos queda muy poco tiempo, solo unas horas para trabajar en estas negociaciones si quieren que este acuerdo entre en vigor el 1 de enero".
A pesar de la presión del reloj, siguen existiendo diferencias importantes entre ambos bandos. Las cuotas de pesca es uno de los tres grandes obstáculos desde el inicio de las negociaciones. Londres estaría a favor de un periodo transición en el que la flota europea pueda faenar en aguas británicas. Sin embargo, al pasar este periodo habría que negociar anualmente las cuotas, lo que Europa considera que generaría mucha incertidumbre. La UE pelea por un acuerdo a largo plazo.
Barnier defiende este punto a capa y espada, consciente de la importancia capital para ocho Estados miembros. Esta lista la encabeza su país de origen, Francia, y le siguen Países Bajos, Irlanda, Dinamarca, Bélgica, Alemania, España y Suecia. "Son los 6.000 barcos que emplean a 12.000 personas, esta es la magnitud del problema", explicó la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya.
El negociador jefe europeo ha advertido a Reino Unido que no puede aspirar a que sus empresas tengan un acceso preferencial y permanente en el mercado interior europeo, mientras proponen negociar anualmente las cuotas pesqueras. Ha sido claro: si no hay acceso a aguas británicas, habrá un ajuste de las condiciones al mercado europeo del conjunto de productos británicos.
Los otros dos asuntos que han mantenido las negociaciones paradas estos meses han sido la gobernanza y las garantías sobre competencia leal. Sobre este último punto, conocido como level playing field, llegaron a un acuerdo a principios de semana. Este punto es importante y significa que si Londres quiere tener un acceso al mercado europeo debe de cumplir con los mismos estándares que el resto de sus homólogos europeos. Es decir, la Unión Europea no puede ni quiere permitir que al otro lado del Canal de la Mancha haya un paraíso fiscal o un país que no cumpla con los acuerdos medioambientales o con empresas con ayudas de Estado.
¿Qué pasará si no hay acuerdo?
Todavía es pronto para determinar la gravedad del no deal, aunque las consecuencias económicas serán graves porque prácticamente todos los sectores se verán afectados. En Downing Street son conscientes de la situación que podría crear una cola kilométrica de camiones en Dover. También de que, cuatro años y medio después de que Reino Unido celebrara el referéndum, la patronal británica ha pedido a la Unión Europea que no se impongan todavía controles aduaneros por falta de tiempo para prepararse.
Tanto en el escenario de un acuerdo, como de una salida abrupta, la Comisión Europea seguirá negociando a partir del 1 de enero. Serán muchos los flecos que queden por definir en un acuerdo de mínimos sobre la relación futura entre dos socios y vecinos, que están condenados a entenderse. Especialmente tras la victoria de Joe Biden en Estados Unidos, dejando huérfano al primer ministro Boris Johnson, que contaba con la protección de Donald Trump. La pregunta es, si aquellos diputados y diputadas que hicieron la vida imposible a Theresa May y pedían recuperar las riendas y el control, apoyarán el acuerdo.
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