bruselas
Actualizado:"Nuestros soldados han viajado por el mundo para aprender de otros Ejércitos. En semanas han aprendido a manejar tanques, vehículos de combate de infantería y sistemas de defensa anti-aérea. ¿Para qué? Ya lo veréis. Spring is coming". Con este vídeo, publicado por el Ministerio de Defensa ucraniano el domingo, Kiev da por sentado que la contraofensiva que anticipa desde hace meses se va a llevar a cabo. La incógnita no es tanto si va a realizarse sino cuándo y cómo. Todo se ello produce en medio del huracán que ha provocado la filtración de documentos secretos en EEUU, que certifican la complicada situación en el campo de batalla: hay desabastecimiento de balas, muchas bajas tras la feroz batalla por Barjmut y un terreno adverso fruto del fango y el barro.
En Bruselas, Kiev y Washington saben que la evolución del conflicto en las próximas semanas y meses estará muy condicionada por la entrega de armas de Occidente a Ucrania, que es uno de los elementos centrales que mantienen a flote a los de Volodirmir Zelenski. Pero sobre todo va a depender de la entrega de munición. Desde hace meses, la guerra en Ucrania es una batalla por la artillería, en la que Rusia está mucho mejor posicionada. Según los datos que maneja Estonia, los soldados rusos disparan cada día entre 20.000 y 60.000 balas, mientras que los ucranianos utilizan entre 2.000 y 7.000.
La UE continúa buscando la tecla para poner en marcha la compra conjunta de munición
Todo esto ocurre mientras los 27 países europeos continúan buscando la tecla para poner en marcha la compra conjunta de munición. Hace tres semanas, la Unión Europea anunció un plan para invertir mil millones de euros y financiar de forma mancomunada la adquisición de artillería y su entrega de un millón de balas al Ejército ucraniano durante los próximos 12 meses. Pero el diablo está en los detalles. Y en este caso en los detalles legales. Los 27 embajadores no llegaron a un acuerdo la semana pasada para cerrar el marco jurídico necesario para poner en marcha este plan.
El gran escollo es quién se lleva la parte del pastel. Es decir, qué compañías y qué países son elegibles y óptimas para optar a esta financiación. Hay quienes como Francia quieren dejar por escrito, muy claro y cerrado que el dinero solo debe ir a parar a la industria europea. Grecia y Chipre tienen recelos en que parte de este fondo pueda acabar en Turquía, según recoge la agencia Reuters.
En el acuerdo político alcanzado en el último Consejo de Asuntos Exteriores, el bloque comunitario aludía a que la financiación iría destinada a Europa y Noruega. Pero algunos como Polonia o Países Bajos estiman que habría que dejarlo todo más abierto para no descartar que en el futuro pudiese aplicarse a otros países terceros, como Estados Unidos o Corea del Sur, si la capacidad de producción de la industria europea no da abasto y es insuficiente para cumplir con las necesidades ucranianas.
Contraofensiva, ¿inminente?
En enero, el Ejército ruso comenzó su ofensiva de invierno. Tres meses después, la estampa que deja sobre el campo de batalla es la de escasos avances sobre el terreno y un gran número de bajas. Este fin de semana, medios estadounidenses se han hecho eco de unos documentos filtrados de máxima confidencialidad, fechados en febrero y marzo, que da cuenta de forma minuciosa sobre cómo está la situación en el frente bélico.
Ambos bandos han evitado durante los ya casi 14 meses de enfrentamientos poner números a las bajas sufridas. Según los escritos, muchos de ellos acuñados con el sello de top secret, las fuerzas rusas habrían sufrido entre 189.500 y 223.000 bajas desde el inicio de la guerra. Y Ucrania entre 124.500 y 131.000. En otro de ellos, fechado el 25 de febrero, se afirma que el Ejército ucraniano estaba totalmente rodeado por soldados rusos en Barjmut. Algunos medios recogieron por entonces que la Casa Blanca estaría molesta con la decisión de Kiev de continuar plantando cara en ese frente a pesar del gran coste humano y de material que le estaba reportando.
Así, parte de este sobreesfuerzo habría alterado los planes en torno a la ofensiva ucraniana, que no termina de llegar. Muchos de los recursos que se estaban acumulando para esta fase fueron redirigidos a Barjmut. Para pasar de una actitud defensiva a otra ofensiva, y que esta tenga margen de fructificar, los analistas militares calculan que el bando que la inicia debe contar con una superioridad tres veces superior a su enemigo. Y parece que ninguna de las partes se encuentra en esta posición actualmente.
Occidente teme un agotamiento de los sistemas ucranianos de defensa antiaérea, misiles y munición
Una de las grandes revelaciones que hacen estos documentos secretos va en la dirección de lo que Occidente teme desde hace tiempo: un agotamiento, "en cuestión de semanas", de los sistemas ucranianos de defensa antiaérea, de misiles y de munición. En paralelo, la nieve invernal ha dado paso a la época de lluvias, que está generando fango y barro, unos obstáculos para la movilidad de los armados. Con esta radiografía de fondo, fuentes de la OTAN desconfiaban hace unos días de que Ucrania estuviese en la capacidad de llevar a cabo una contraofensiva de forma inminente.
La fotografía que hacen mandos militares de la Alianza Atlántica es que hay una ralentización de las operaciones y se vive un momento de impasse en el que ambos lados están reconsiderando opciones y haciendo acopio militar y humano para pasar a la delantera. El consenso en Bruselas es que los próximos meses dependerán en buena medida de la entrega de armas de Occidente a Ucrania.
Kiev ya ha recibido los primeros aviones de combate, de origen soviético, por parte de Polonia y de Eslovaquia. Aunque el Gobierno de Zelenski se ha quejado públicamente de que no son lo suficientemente modernos. No obstante, el resto de los países sigue resistiéndose y negándose a entregar los potentes F-16. La forma y la dimensión que tome la próxima batalla podrían alterar de nuevo las prioridades armamentísticas de los aliados de Ucrania. Zelenski trasladó a los europeos hace unos meses que su intención era poner fin a la guerra este 2023, pero poco hace anticipar que el conflicto, cada vez más atascado en torno a una guerra de desgaste y de guerrillas, vaya a concluir pronto.
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