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El triunfo de Trump perfila un 'EEUU fortaleza' con menos derechos y negacionista con la crisis climática

El próximo inquilino de la Casa Blanca es contrario a la OTAN, anuncia más sanciones contra China y proclama la autosuficiencia industrial, energética y farmacéutica estadounidense.

Donald Trump
Donald Trump durante un mitin en Juneau (EEUU) el 14 de octubre. Jeff M. Brown / Europa Press

Donald Trump ocupará la Casa Blanca. Queda descartado, por tanto, el "baño de sangre" que pronosticó el líder republicano en caso de que saliera perdedor de las elecciones de Estados Unidos, que se han celebrado este 5 de noviembre y cuyos resultados se han conocido en España la mañana de este miércoles, 6 de noviembre. La política norteamericana experimentará un giro de 180 grados con repercusiones internacionales difíciles de calibrar. Por lo pronto, el programa electoral de Trump permite perfilar unos Estados Unidos mucho más aislados del resto del mundo, con menos derechos y con los ojos vendados ante el cambio climático.

Quizá el rasgo más distintivo del Trump que agarrará próximamente el bastón de mando es el aislacionismo que ha vendido y prometido a sus votantes. El líder republicano quiere convertir a Estados Unidos en una fortaleza literal y figuradamente.

Durante esta campaña presidencial no ha abandonado la idea de la construcción de un gran muro en México para impedir el paso de personas migrantes. Las políticas migratorias que abandera Trump son extraordinariamente restrictivas. En las últimas semanas, ha calificado a los migrantes de "criminales, traficantes de drogas y de violadores". Todo ello, además de acusarlos de "comer perros" o de "envenenar la sangre de los norteamericanos". Se trata de una posición que ha calado en la ciudadanía. Más del 30% de los estadounidenses comparte esa opinión, según el sondeo anual de Valores Norteamericanos. El mismo porcentaje valida la violencia para salvar Estados Unidos.

El líder republicano ha asegurado, con todo, que endurecerá las políticas de asilo y ha despertado el nerviosismo del colectivo de personas migrantes, que llevan días y días escuchando una de las promesas centrales del discurso del próximo presidente de Estados Unidos: deportaciones masivas de migrantes irregulares.

Trump quiere llevar muy lejos esa concepción de fortaleza. El de 2024 es un Trump aislacionista contrario a la OTAN, que ha prometido más sanciones contra China y que quiere asegurar la autosuficiencia industrial, energética y farmacéutica estadounidense. También ha repetido una y otra vez en campaña que no quiere guerras para Estados Unidos, pero que reforzará el país en términos armamentísticos.

Es una deriva aislacionista que tiene una repercusión directa en la Unión Europea, que, como ya explicó Público a través del análisis de Javier Carbonell, es muy posible que tenga que iniciar una carrera armamentística para rearmarse en un nuevo contexto internacional sin el apoyo militar norteamericano. ¿Y los conflictos de Ucrania y Oriente Medio? Trump ya ha demostrado en más de una ocasión su cercanía con Benjamín Netanyahu. En cuanto a Ucrania, sus planes son terminar con la guerra llevando a una mesa de negociación a Putin y Zelenski y obligar al ucraniano a ceder parte de su territorio.

Aborto, crisis climática, sanidad e impuestos

Otro tema caliente es la posición de Trump contra el aborto. Todavía habrá que ver en qué queda, pero, por el momento, parece que no va a prohibir desde Washington la interrupción del embarazo en todo Estados Unidos. Sí ha dicho, en cambio, que deja la decisión en manos de los distintos Estados. El magnate y próximo presidente ya hizo movimientos durante su primera presidencia nombrando a tres jueces conservadores para el Tribunal Supremo (Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett) que fueron claves para terminar en 2022 con el derecho universal al aborto.

Es una incógnita, por el momento, qué ocurrirá con el Obamacare, el programa que impulsó el demócrata Barack Obama para cubrir una parte de los costes sanitarios a las personas de extractos sociales más bajos. Trump ha insistido en sus efectos adversos y, sin concretar demasiado, ha apuntado a un modelo en el que prime la competencia entre seguros. El líder conservador también ha dejado claro que reducirá la presión fiscal sobre las clases altas.

También preocupa a los analistas su eventual gestión energética, que se prevé alejada del Green New Deal y fundamentada en la energía fósil. Es importante entender que el magnate no cree que exista una crisis climática. Por tanto, potenciará la extracción de petróleo y gas también como un elemento más de ese relato proteccionista.

Hay, por tanto, una serie de líneas maestras que con toda probabilidad conducirán las políticas de Trump en su segunda etapa en la Casa Blanca. Está por ver hasta dónde llega su ímpetu aislacionista y los recortes de derechos. También cómo es el clima político, habida cuenta de que el presidente en ciernes ha demostrado la profusión con la que genera bulos y la cercanía que mantiene con Elon Musk, dueño de la red social X, con quien protagoniza un tándem que ya se ha demostrado influyente y potencialmente peligroso para el debate público. Trump asalta el poder, esta vez, con las urnas.

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