Madrid
Soraida Hussein, fundadora de la organización feminista palestina Women's Affairs Technical Committee (WATC), se esfuerza por narrar el sufrimiento de su pueblo. Su implicación como víctima directa de los ataques israelíes consolida la necesidad de denunciar la constante e indiscriminada violencia, con más de 42.000 personas asesinadas en Gaza desde el 7 de octubre de 2023. Las historias que cuenta, experiencias compartidas en toda Palestina, son desoladoras.
Hussein, residente en Ramala, ha participado en la elaboración de un informe de la organización Alianza por la Solidaridad Action-Aid sobre el impacto del conflicto en mujeres y niñas. La investigación reivindica su papel y las presenta no solo como víctimas, sino como líderes que se han visto obligadas a asumir un papel de resistencia y resiliencia.
El estudio llega a una conclusión: la violencia se traduce de forma diferente en función del género. Sin embargo, Soraida Hussein tiene algunos matices: "La violencia machista no está separada del contexto. Paulo Freire, que es un filósofo brasileño, nos enseñó que hay dos lados de la violencia. Quien tiene más fuerza la ejerce, el otro se defiende. Uno de los lados es la violencia israelí, las bombas y la destrucción, y el lado débil es la sociedad, una sociedad patriarcal. A mí me gustaría analizar la violencia de género en un contexto más grande", señala la activista durante una entrevista con Público.
"Las que quedan vivas, porque ya no hablamos de sobrevivientes de violencia de género, hablamos de sobrevivientes en lo que quiere decir la palabra completa, están en las carpas. Muchas de ellas se ayudan entre sí, las unas a las otras, y están encontrando protección dentro de la familia", describe la activista con un hilo de voz profundo al enfatizar cómo las mujeres en condiciones especialmente vulnerables logran subsistir. "Las organizaciones que prestan ayuda en Gaza están trabajando para ofrecer lugares seguros, pero no pueden dar asesoramiento psicológico a las mujeres que vienen a pedirla. Es como si fueran primeros auxilios. Es, de hecho, la primera y única sesión que se hace, porque para la segunda y la tercera la organización ha tenido que cambiar de localización para huir de los bombardeos", añade.
"Muchas de las mujeres con las que hablamos no tienen agua, no tienen un lugar en el que bañarse"
Sin embargo, la escasez de los recursos no acaba ahí. Hay una lista de varios productos que casi nunca entran en las ciudades, y cuando lo hacen no logran llegar a todos los que lo necesitan. "Es lo que pasa con las toallas sanitarias, los sujetadores, las bragas... Las mujeres no se están cambiando porque no tienen ropa y, si hay en el mercado, está muy cara. Muchas de las mujeres con las que hablamos no tienen agua, no tienen un lugar en el que bañarse", apunta la activista.
La llegada de ayuda es imprescindible para hacer frente a la dura realidad que se vive en los territorios palestinos: "En una casa con dos habitaciones, un baño, un salón y una cocina, llegaron a vivir juntas 63 personas antes de que tuvieran que escaparse", expone Hussein e incide: "Necesitamos urgentemente ayudas humanitarias, que el cordón humanitario permanezca abierto".
La investigación de la que ha formado parte Hussein recoge textualmente que "las mujeres que habitan los campos de desplazados de Gaza han asumido trabajos muy exigentes: llevar un hogar a una zona de guerra". Efectivamente, son ellas las que, como principales dispensadoras de cuidados, se aseguran de que sus familias puedan alimentarse. A veces incluso priorizándoles sobre ellas mismas y sus propios derechos.
Preguntada sobre cómo consiguen que las mujeres palestinas compartan sus experiencias a pesar de todo lo que les rodea, Hussein lo tiene claro: "No hay estigma cuando toda la sociedad está sufriendo por el mismo perpetuador", aclara, y agrega: "Hay, por ejemplo, una mujer que se puso a escribir poemas. Cuando escapa y sale por los bombardeos, dice que sus objetos más preciados son su cuaderno y su lápiz, porque ella ya ni siquiera sabe dónde está, su pelo ya es gris y tiene los ojos desechos de llorar, pero puede escribir poemas de lo que pasa y de ella misma".
¿Cómo se puede no perder la esperanza, cómo es posible avanzar y continuar hacia adelante conservando las ganas de vivir? "Sus sueños son los sueños de sus hijos. Volver a su casa, construirla de nuevo. Los sueños de esas personas son simples, son derechos humanos que tienen que aplicarse", enfatiza Hussein.
"Las millones de personas que salieron a la calle este año gritando Free Palestine son los que mantienen y conservan la humanidad de todos nosotros", defiende la activista. "El pueblo palestino está pagando unas consecuencias que proceden de un imperialismo, un colonialismo, —palabras que la gente usa tanto que parece que están vacías– y aprender lo que está ocurriendo y sacar la voz es un deber para la humanidad", reclama.
"Lo que está ocurriendo en Gaza es una tercera guerra mundial"
Esto tiene que ver con el papel que ella cree que desempañarán las mujeres en la futura reconstrucción de la sociedad palestina. "Las instituciones sí que tendrán que dar muchísimo apoyo y serán muy importantes. En la solución política en sí... Ahí no hay mucha voz para las mujeres, porque lo que está ocurriendo en Gaza es una tercera guerra mundial. Por eso va a tratarse de una solución grande, de fuera de Palestina y para hablar de esto nuestro pueblo debe tener el derecho completo a la autodeterminación de su destino", asegura.
"Se debe apagar el fuego inmediatamente en Gaza. Se debe terminar el genocidio en contra del pueblo palestino", concluye Hussein, no sin antes agregar: "Los derechos humanos tienen una fama muy mala, aquí ya casi nadie cree que exista algo que se llame derechos humanos, porque los están pisoteando y eso es culpa de los gobiernos y las superpotencias".
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