MADRID. Ha vivido para contarlo. Tim Phifer, un operario de Alabama, Estados Unidos, decidió terminar el trabajo que no hicieron los explosivos. Con una excavadora, trató de echar abajo una chimenea de 48 metros de altura situada en un parque de la ciudad de Pell City.
De repente, la chimenea, del siglo XIX, empezó a caer de forma vertical, hasta que frenó en secó y comenzó a escorarse hyacia el lado en el que estaban Tim y su máquina. No tardó mucho en recibir una auténtica lluvia de ladrillos, cemento y polvo.
Los asistentes se temían lo peor cuando vieron la excavadora de Tim sepultada por los escombros, pero milagrosamente salio ileso y punto contarlo. Los vehículos de construcción están preparados para recibir impactos considerables en caso de vuelco.
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