buenos aires
Actualizado:El misterio es el segundo teléfono de Fernando Sabag Montiel, el hombre que intentó matar a Cristina Fernández de Kirchner. Un informe de la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos (Dajudeco), que ya está en el expediente del atentado a la vicepresidenta, confirma que Sabag Montiel tenía un segundo teléfono que utilizó hasta las 19 del jueves 1 de septiembre. En ese momento se apagó y no se volvió a encender.
Un rato más tarde, a las 21.35, Sabag Montiel se acercó a Fernández de Kirchner y trató de asesinarla con la pistola Bersa que llevaba encima. En el bolsillo, Sabag Montiel tenía otro teléfono, el ya famoso Samsung, que en ese momento estaba apagado y casi sin carga. Es más, el nacido en Brasil llevaba en un segundo bolsillo un cargador.
Como se sabe, este Samsung que se encontró en la chaqueta de Sabag se reseteó en el proceso en que el juzgado y la Policía Federal trató de desbloquearlo sin tener la contraseña. Ahora se conoce parte de la información, obtenida a partir del chip y la tarjeta de memoria, pero nada se sabe del segundo teléfono, el que según parece tenía en uso en los días previos y hasta una hora y media antes del ataque.
Hechos
La Dajudeco –organismo que depende de la Corte Suprema y que lidera Tomás Rodríguez Ponte– estableció que Sabag tenía un segundo teléfono a su nombre, registrado en una de las operadoras de telefonía móvil. El día del ataque a la vicepresidenta argentina, Sabag y Brenda Uliarte estuvieron en Quilmes, volvieron por Constitución y cerca de las 19 –según estableció la Dajudeco–, en una antena que operaba por la zona del Abasto, se apagó y no volvió a encenderse.
La lógica indica que Uliarte se llevó ese teléfono, porque en el bolsillo de Sabag, cuando fue detenido, se encontró el Samsung que luego terminó reseteado, tras un mal manejo del software para acceder al contenido sin la contraseña. Hoy por hoy, no se sabe nada de ese segundo teléfono que, aparentemente, es el que de verdad usaba Sabag.
La línea
En el expediente que está a cargo de la jueza María Eugenia Capuchetti ya había testimonios que indicaban que Sabag no se manejaba con un único teléfono. Y eso fue coherente con lo encontrado en el segundo allanamiento al apartamento que compartían Sabag y Uliarte. Allí, en San Martín, había varias carcasas, lo que significa que por las manos de Sabag pasaron varios teléfonos. Quienes convivieron con Sabag en La Paternal y en San Martín testimoniaron que el individuo utilizaba teléfonos robados y que tenía varios al mismo tiempo.
A partir de que la Dajudeco detectó la existencia de la segunda línea, se pudo saber –por las antenas– que transitó hasta la zona del Abasto, lo apagó y no lo volvió a encender. El dato permitió saber las llamadas que hizo y también por dónde estuvo, pero la información más importante proviene, hoy en día, de los mensajes de texto y de audio. Eso no podrá recuperarse a menos que aparezca el aparato o, a través de servidores norteamericanos o sus filiales en Argentina, que aporten lo que está en la nube.
El chip
Hace dos semanas, el diario Perycia publicó una nota de Facundo Lo Duca sobre lo que quedó de las pertenencias de Sabag en el domicilio de San Martín. Lo asombroso es que hubo dos allanamientos en el monoambiente y aún así, el periodista de Perycia afirma que se encontró un chip tirado. En estos 14 días hubo una serie de idas y vueltas, pero el chip sigue sin estar en el juzgado, que más bien desconfía del hallazgo. Los periodistas no aceptaron entregarlo a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y, según señalaron en Perycia, lo más probable es que en los próximos días se entregue a través de los abogados que representan a Fernández de Kirchner, los doctores Marcos Aldazabal y José Manuel Ubeira.
En cualquier caso, todo parece ser parte de la misma historia: Sabag se manejaba con distintos aparatos y chips. No se sabe si por habilidad delictiva o para usar teléfonos sin pagar nada. Algo parecido a lo que hacía en los locales de comidas rápidas: levantaba tickets recientes del suelo y se presentaba en la caja diciendo que no le habían entregado la hamburguesa o las patatas fritas.
Nada
Una hora y media después de apagar el teléfono que no se encuentra, ya en Juncal y Uruguay, Sabag intentó matar a la vicepresidenta. En su chaqueta había otro teléfono, el Samsung, registrado en otra empresa operadores. Detenido Sabag, el aparato fue enviado al juzgado. El teléfono estaba apagado y, según parece, casi sin batería. En la chaqueta había un cargador.
Como se sabe, la jueza Capuchetti decidió no perder tiempo y esa misma noche del 1 de septiembre técnicos de la Federal intentaron acceder al contenido del teléfono. Se le aplicó el software israelí conocido como Ufed y no se sabe si en esa operación o al día siguiente, cuando se envió en un sobre abierto a la PSA, el Samsung apareció reseteado de fábrica, o sea que se perdió el contenido. Todo fue anticipado en forma exclusiva por Página 12.
Después de vaciado el Samsung de Sabag, todo lo que pudo hacer la PSA fue recuperar parte de lo que había en el chip, en la tarjeta de memoria y mensajes de Telegram guardados en la nube. No se accedió a los chats de WhatsApp, que son los más usados. Lo que se encontró, esencialmente, es pornografía con menores de edad.
Pero, además, en lo recuperado parece no haber nada relacionado con la tentativa de homicidio de la vicepresidenta. De manera que es posible que mensajes relacionados con el ataque o con el arma o con la planificación estén en la parte no recuperada del Samsung o que estén en ese otro teléfono que no aparece.
Preguntas
La investigación sobre el segundo teléfono de Sabag plantea una serie de preguntas:
En primer lugar, ¿qué sucedió con el aparato después de las 19? La lógica es que haya quedado en manos de Uliarte, que es la que estuvo con Sabag en la escena del ataque.
Como se sabe, Uliarte llevaba una bolsa blanca. Está la hipótesis de que ella, que fue el "cerebro" del intento de homicidio, haya llevado el arma hasta la esquina de Juncal y Uruguay, y allí o cerca de allí le entregó a Sabag la Bersa y se llevó el teléfono que ahora se busca. ¿Por qué habrían hecho esa maniobra?
Si tuvieron tanto cuidado con el teléfono de Sabag, ¿cómo se explica que no hayan tenido el mismo cuidado con el teléfono de Uliarte? Cuando la joven fue detenida, tres días después del ataque, llevaba encima un aparato a partir del cual se pudo reconstruir parte de la historia. Es cierto que hay bastante borrado, pero cualquiera sabe que los técnicos pueden recuperar hasta lo borrado. Y, por lo tanto, en el teléfono de ella se encontraron las fotos en que Uliarte se exhibió con la Bersa o con otra arma no identificada. También surgió del aparato cuándo se compró el arma, su relación con Revolución Federal, con el ultraderechista Eduardo Prestofelippo y con su amiga Agustina Díaz.
Según Ubeira, la querella está siguiendo la hipótesis de que alguien del mundo político influyó al grupo que atacó a Cristina Fernández de Kirchner. Los consideró útiles porque iban contra la Casa Rosada, contra el Instituto Patria, realizaban escraches, provocaban inestabilidad. Tal vez esos individuos relacionados con la política no participaron del plan de matar a Fernández de Kirchner –o tal vez sí–, pero habrían alimentado al grupo ideológica y financieramente. En ese marco, parece clave acceder al segundo teléfono, el que parece que Sabag utilizaba en aquel momento. Pero lo cierto es que a día de hoy –según le explicaron los investigadores a este diario– ese aparato no aparece.
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