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En los últimos días se observan unos activos movimientos por parte de Moscú para incrementar su presencia económica en Siria, un país condenado al ostracismo por unos Estados Unidos interesados en otras cuestiones de moralidad más que dudosa, y por una Unión Europea que persiste en mantener una política desastrosa para sus intereses en Oriente Próximo, extraviada por Ángela Merkel y Emmanuel Macron.
La semana pasada acudió a Damasco una amplia delegación encabezada por el titular de Exteriores Sergei Lavrov, quien no visitaba la capital siria desde 2012. Unas horas antes otra delegación que incluía al viceprimer ministro Yury Borisov, y al representante del presidente Vladimir Putin para Oriente Próximo Mikhail Bogdanov, llegó a Damasco. En estas dos visitas figuraban destacadas personalidades de la presidencia rusa, de la jefatura de gobierno, de los ministerios de Exteriores y Defensa y de los servicios de inteligencia.
En una rueda de prensa, Lavrov y su homólogo Walid al Muallem recalcaron la necesidad de celebrar las elecciones presidenciales en la fecha prevista de 2021, pero desvinculándolas del trabajo del comité constitucional que apadrina la ONU en Ginebra. "Es imposible fijar un calendario en relación con el trabajo del comité constitucional", recalcó Lavrov. "Nuestra visita en curso se consagra a discutir horizontes futuros para el desarrollo de las relaciones sirio-rusas".
Un análisis de la agencia turca Anadolu, que indudablemente responde a los intereses de Ankara, subrayaba este miércoles que Moscú busca reforzar su presencia en Siria con el fin de consolidar su posición estratégica en el este del Mediterráneo y compensar los cuantiosos desembolsos militares que ha realizado para apoyar al presidente Bashar al Asad durante los años de conflicto.
Según el mismo analista, que olvidaba la extrema dependencia de la Casa Blanca de Israel en absolutamente todo lo tocante a Oriente Próximo, Washington sigue teniendo la clave para desbloquear la situación pero no muestra ningún apetito por dar ningún paso, y menos cuando faltan menos de dos meses para las elecciones americanas, de manera que Moscú ha encontrado el momento de aprovechar la hibernación de Washington para dar el paso que consolidará su presencia en ese país durante muchos años.
Lavrov señaló que Siria ha ganado la guerra contra el terrorismo con el apoyo de Rusia y ahora la prioridad consiste en reconstruir el país. El presidente Asad indicó que las discusiones con la delegación huésped giraron en torno a negocios y acuerdos económicos con los que se pretende reducir y esquivar el impacto de las sanciones occidentales.
El viceprimer ministro Borisov reveló que en julio Moscú entregó a Damasco un plan para expandir la cooperación económica entre los dos países, un documento que incluye "más de cuarenta nuevos proyectos en el área de la reconstrucción de los sectores de la energía, la reparación de plantas hidroeléctricas y la extracción de petróleo del Mediterráneo", aunque el documento no solo está relacionado con el sector de la energía.
Algunos analistas consideran que estos acuerdos no serían posibles si no contaran con el visto bueno de la Casa Blanca, y en algún caso sugieren que a cambio de los acuerdos, Washington ha exigido progreso en el comité constitucional de Ginebra, una circunstancia que ya se habría dado en la última ronda de negociaciones, aunque estas negociaciones todavía parecen estar lejos de dar resultados tangibles y nada indica que vaya a haber un cambio de presidente en muchos años.
Volviendo a la visita de Lavrov, la presidencia siria insistió en que lo que ambas partes están negociando son acuerdos que tengan un beneficio mutuo, con "mecanismos que orillen el bloqueo económico y las presiones sobre el pueblo sirio" derivadas de las sanciones impuestas por Estados Unidos. Los acuerdos que se discuten podrían firmarse el próximo mes de diciembre, precisamente justo después de que se aclare lo que sucede en las elecciones americanas.
Lavrov insistió significativamente en que la "prioridad" de las dos partes es la "reconstrucción y la obtención de un respaldo internacional para conseguirla". En los últimos años, Moscú y Damasco han firmado acuerdos importantes en materias como la energía, la construcción, la agricultura y el petróleo, si bien los yacimientos de petróleo se encuentran en el noroeste, donde hay una presencia militar de Estados Unidos.
Otros acuerdos reseñables firmados en el verano de 2019 prevén que una compañía rusa invierta en el puerto de Tartús, que es el mayor de Siria, y que la misma compañía extraiga fosfatos de la minas de Tadmor durante cincuenta años.
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