'Crónica de una tragedia anunciada'. Este era el certero diagnóstico ayer del gobernador del estado de Río de Janeiro, Sérgio Cabral, sobre las al menos 500 muertes y 10.000 personas sin vivienda que han dejado las lluvias torrenciales y los corrimientos de tierra de los últimos días. El estado está en alerta, pues, según los meteorólogos, las lluvias podrían persistir hasta el fin de semana. Son tantos los desaparecidos que algunas estimaciones apuntan al millar de víctimas mortales.
El grueso de la tragedia se localiza en tres localidades de la sierra del estado: Teresópolis, Nova Frigo y Petrópolis. En Teresópolis, cien kilómetros al norte de la capital carioca, las lluvias se han cobrado ya más de 150 vidas y 2.000 familias han tenido que desalojar sus viviendas, mientras que en Nova Frigo, a 160 kilómetros de la capital, ha habido 165 víctimas mortales, entre ellas, tres bomberos fallecidos en las operaciones de rescate.
No le falta razón a Cabral cuando señala que la tragedia era previsible. Las fuertes tormentas que caracterizan el sureste brasileño durante el verano austral causaron más de 170 muertes en Río el pasado año, pero poco se hizo en prevención. Según publicó ayer el diario Folha de São Paulo, en 2010 el Gobierno federal gastó en dar respuesta a los desastres 14 veces más de lo que dedicó a prevenirlos: 2.300 millones de reales (1.000 millones de euros) para la reconstrucción frente a 167,5 millones para la prevención, según la ONG Cuentas Abiertas.
El gobernador de Río culpa a las ocupaciones irregulares de la tragedia. Esas construcciones ilegales a las que se refiere el gobernador corresponden, en su mayoría, a la franja más pobre de la población, que se ve abocada a levantar sus propias chabolas, a menudo en zonas de riesgo de deslizamientos de tierras. Y los corrimientos se producen rápidamente cuando, como el pasado miércoles, llueve en 24 horas lo que normalmente cae en un mes.
En el sureste, 70 ciudades están en alertaLas ONG y movimientos sociales llevan años denunciando la ausencia de políticas públicas en esta dirección.
Dilma Rousseff viajó ayer a la región serrana de Río. La nueva presidenta sobrevoló la zona en helicóptero y prometió 'acciones firmes' en las ciudades más afectadas. Allí se reunió con Sérgio Cabral (del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, PMDB, principal aliado del oficialista Partido de los Trabajadores en el Congreso), quien ha pedido la ayuda de las Fuerzas Armadas.
El Gobierno federal ya ha anunciado que dedicará una partida especial equivalente a 340 millones de euros para ayudar a los damnificados por las lluvias, que fuentes oficiales estiman en 180.000 personas. Miles de ciudadanos en Río de Janeiro se han quedado sin casa.
Río no es la única región afectada. En el estado de São Paulo, 44 días de tormentas sin tregua arrojan un balance de 72 fallecidos y unas 30.000 familias sin hogar. En Minas Gerais, también en el sureste, 70 ciudades están en alerta. En los dos estados ha habido cierres y cancelaciones en aeropuertos.
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