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PARÍS.- En la avenida Presidente Wilson, en el barrio de Saint Denis -al norte París-, hay un campamento espontáneo desde hace dos semanas. Unas 400 personas, según los voluntarios de la zona, viven bajo el frío del invierno parisino. A lo largo de la avenida hay tiendas de campaña a ambos lados, sobre el poca césped y sobre el asfalto. Pocas están a cubierto de la lluvia. Por la noche encontramos a un grupo de afganos cocinando para el resto del campamento. "¿Quieres un té?", pregunta sonriente uno de los cocineros que no debe llegar a los 20 años. Lo hacen gracias a grupos de voluntarios que se acercan cada noche para llevar comida, ollas y fogones para que cocinen y ropa para pasar la noche.
Uno de estos grupos es Paris Refugees Ground Suport. Son una pareja inglesa que ha estado en otras partes de Europa haciendo lo mismo. Se coordinan con Calais, al norte de Francia donde hay un almacén, para las necesidades básicas: "Cada día hacemos cuatro repartos: primero prendas de ropa de la cintura para abajo, después de cintura para arriba y acabamos con mantas, tiendas y sacos de dormir. El último reparto no lo hacemos en el campo, sino a las personas que están dispersas por la calle y se basa sobre todo en mantas, comida y agua ", explica Heather Tenza.
"Yo quería venir a Francia y ahora estamos durmiendo en la calle. Venimos de Sudán donde hemos sufrido mucho y ahora estamos sufriendo aquí. Allí cada día matan a gente, no sólo pasa en Siria esto. Es por estos motivos que hemos venido ", explica Bakhit Abubbkar Mohamed. Él ha cruzado el Mediterráneo en barca hasta Italia huyendo de la violencia permanente existente en el país. Relata que pasó cuatro meses en Libia donde fue un infierno. Lleva tres meses en Francia y ahora está instalado en el campo de Saint Denis. "Hay que tener un sueño, como dijo Luther King, pero yo todavía no he encontrado ninguna", dice.
Los campos espontáneos en Paris no son nuevos, ya hace unos dos años que existen. A principios de noviembre se calculaba que unas 3.000 personas habitaban. Ahora es complicado de saber. De hecho, durante meses los campamentos estaban ubicados en el barrio de La Chapelle, básicamente en los alrededores de los metros Stalingrado y Jaurès. Estos, sin embargo, fueron desalojados a principios de noviembre, poco después del desmantelamiento de Calais, cuando muchos refugiados retornaron a Paris. Ahora estos espacios están precintados con vallas para evitar nuevas ocupaciones.
"La policía cada vez es más dura y los desalojos más frecuentes, los echan de la calle sin darles una alternativa"
De hecho, entre el voluntariado corre el rumor de que en breve el campo de Saint Denis será evacuado por la policía. Esta, según explican diferentes activistas, es una práctica habitual: sin avisar y de madrugada la policía acordona la zona y echa a todo el mundo, hay quien es trasladado a un centro de acogida (CAO), otras a Centros de Detención Administrativa (CRA), los CIE franceses. Ya ha pasado a otras partes de la ciudad, explica Gilles Stermann, miembro de la Bureau d'Accueil et d'Accompagnement des Migrants (BAAM), una entidad no oficial que ha renunciado a dinero del gobierno.
Campo oficial con poca capacidad
Däniken Jurisic, una activista de Paris explica que el campo de acogida oficial, conocido como "campo Hidalgo", por el nombre de la alcaldesa, es insuficiente. "La policía cada vez es más dura y los desalojos más frecuentes, los echan de la calle sin darles una alternativa. El campo oficial es una excusa para que el gobierno lo presente como una solución a la situación de estas personas pero sólo cubre una parte ", explica. Según La Cimade, una organización que trabaja por la defensa de los derechos de los migrantes en Francia y fiscaliza la acción del gobierno, no es la municipalidad quien debería poner soluciones, sino el Estado. Hidalgo, según Rafael Flichman, responsable de comunicación de la organización, "podrá resolver las emergencias sólo si el Estado resuelve el resto".
Situado en la Puerta de La Chapelle, hay espacio para unas 400 personas y se puede estar entre cinco y diez días si son aceptadas sus solicitudes de asilo. Ante el centro cada día hay cola de aquellos que quieren probar suerte.
El Mujtaba ha acompañado a un grupo de afganos recién llegados, pero les dicen que no pueden entrar y que vuelvan al día siguiente. Cada día llegan entre 60 y 100 personas nuevas en Paris, según Utopía 56, una de las dos ONG oficiales que trabaja en el "campo Hidalgo" y que antes había estado en Calais. Mutjaba tiene 26 años, lleva desde abril en Paris y ahora está haciendo el proceso para obtener la protección internacional. Estuvo dos semanas durmiendo en Stalingrado. Explica que para la primera entrevista tuvo que esperar entre siete y ocho meses: "vivimos en guerra, inseguros, nuestra vida está en peligro en Afganistán", explica, "sólo quiero vivir en paz, en libertad". "Aquí han de contar su historia y entonces se decide dónde se trasladan, se les asesora", explica Ivan Leray de de Utopía 56, "Sabemos que no hay suficiente, pero es lo primero", remarca optimista.
El año pasado Francia tuvo 50.840 demandas de asilo de las cuales el 80% fueron rechazadas, según Eurostat. Este año se calcula que serán unas 80.000
La alcaldesa anunció a principios de diciembre la apertura de un segundo campo, en Ivry-sur-Seine (Valle del Marne). Será especialmente para familias, con capacidad para 400 personas y abrirá puertas en enero de 2017. Según la alcaldesa, hay 1.500 personas con perfil vulnerable en la ciudad. Jurisic no es nada optimista. Ella es bosnia refugiada en Croacia durante la guerra en el país en 1992. Explica que como el país vecino los acogió, "éramos tratados como un problema, como aquellos que nos queríamos aprovechar de los servicios sociales, como delincuentes. Esta discriminación rompió muchas vidas, mucha gente tuvo que volver a marchar y volvió a ser refugiada". Una vez terminada la guerra, el aumento del sentimiento nacionalista en Croacia hizo que ella y su familia se vieran obligadas a marchar porque eran tratados como clase de segunda. "Me reconozco a mí misma, a mis amigos y a mi familia, a mi pasado en esta situación. No puedo pasar sin hacer nada ", relata indignada.
Entramado burocrático
El año pasado Francia tuvo 50.840 demandas de asilo de las cuales el 80% fueron rechazadas, según Eurostat. Este año se calcula que serán unas 80.000 las que lleguen. Las principales nacionalidades son Sudán, Afganistán, Somalia o Eritrea. El proceso para pedir protección internacional es largo y confuso, corrobora La Cimade. "La sociedad civil y las pequeñas asociaciones son las que terminan haciendo el trabajo que debería hacer el Estado", explica Flichman de La Cimade, y añade: "el sistema ya tenía disfunciones antes de 2015".
La BAAM es una de las entidades que gestiona clases de francés, hace asesoramiento legal y trabaja para la inclusión de las personas refugiadas en la sociedad francesa. Comenzaron en la calle y ahora tienen ocho locales: tres cedidos y cinco en alquiler para hacer las clases, unos 150 alumnos pasan cada día y todo el mundo es voluntario.
En una clase rosa y llena de libros, Stermann, un arquitecto en paro que desde hace un año y medio colabora con la organización, imparte francés. Una quincena de alumnos siguen atentamente la lección, aún así, el profesor destaca: "No sólo enseñamos lengua, sino que también hacemos de psicólogos. Ellos están cansados porque aunque reciben dinero del estado, sólo esperan y esperan. Llevan meses, algunos años, esperando una respuesta sobre su situación ". Los procesos son lentos, según explica, todo puede tardar 18 meses: "son las grandes ONG, como France Terre d'Asile o Cruz Roja las que gestionan el asilo. Estas reciben el dinero del Estado, pero todo es como un mercado, el Estado se quiere ahorrar dinero y coge la propuesta más barata ".
Para solicitar asilo se debe pasar por la Prefecture que es quien gestiona los demandantes y determina si pueden o no pedir asilo en Francia, después se otorga una entrevista con la Oficina de Protección para Refugiados y Apátridas (OFTRA) por la que pueden pasar meses. Si se recibe una respuesta negativa se puede recorrer con la ayuda de un abogado. "Pedí la entrevista a OFPRA hace siete meses pero todavía estoy esperando", explica Khudaidad Abdulrahimzai, alumno de la BAAM.
"Ahora recibo 330 euros al mes y tengo que alquilar una habitación con otros compañeros, antes pasé semanas viviendo en la calle bajo la lluvia y el frío", dice enseñando el parque Le Jardin D'Éole donde durmió 15 días. Addul tiene 33 años y toda la familia, la mujer y tres hijos, se han quedado en Afganistán. Está licenciado en económicas y allí trabajaba en un banco. Durante la guerra de Afganistán sirvió como traductor para las fuerzas de la coalición, a raíz de esto ahora su vida está amenazada por los talibanes y Daesh. Ha cruzado desde su país pasando por Turquía y Bulgaria. Se ha gastado entre 6 y 7.000 euros y ahora quiere hacer un máster. "Yo tenía un buen sueldo y un buen trabajo", lamenta.
La aplicación de la Convención de Dublín, un problema
Una de las preocupaciones recientes entre las organizaciones y según el último informe de The Asylum Information Database (AIDA) sobre Francia, sin embargo, es la aplicación de la Convención de Dublín por el que ya se han denunciado casos como el de cuatro sudaneses a finales de noviembre. Este sistema dice que cualquier persona que entre en Europa debe pedir asilo en el primer lugar por el que pasa y, por tanto, el resto de estados tienen la potestad de devolver a cualquier persona que tenga registradas las huellas dactilares en ese país.
Últimamente los países han hecho la vista gorda, pero parece que en Francia la política está cambiando: "el gobierno les envía una carta en francés conforme les aplica Dublin y entonces tienen dos días para responder. La aplicación comienza cuando el país receptor acepta el retorno y entonces Francia tiene seis meses para devolverlos, si se pasa este tiempo quedan en situación irregular ", explica Gilles Stermann, y remarca: “quizás esto es así porque vienen elecciones y hay que demostrar que las cosas se están haciendo bien ".
Francia tiene comicios previstos para abril de 2017 y parece ser que las propuestas no son muy optimistas: "Las opciones de la derecha para las elecciones no dan una buena perspectiva, pienso que vamos a ir a peor", reflexiona Gilles, preocupación que comparte Däniken Jurisic y añade: "con el aumento de la derecha, el nacionalismo y el nuevo fascismo en Europa, estoy preocupada porque la humanidad a fallado en reconocimiento de los problemas de los refugiados".
Ahora se está retornando principalmente en Italia pero el pasado 8 de diciembre, la Comisión Europea anunció que Grecia volvía a ser un país adecuado para devolver a la gente después de que en 2011 una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE dictara que el sistema griego no cumplía con los estándares europeos. "Los solicitantes de asilo deben saber que no pueden reubicarse ellos mismos y que si lo hacen, serán devueltos [a Grecia]", justificó el comisario europeo de inmigración, Dimitris Avramopoulos. Así pues a partir del 15 de marzo de 2017 se puede devolver a las personas a Grecia.
"Dublin es una catástrofe y no funciona. Francia envía a exiliados en Italia pero no acoge los que le corresponde de las cuotas de la relocalización", explica Flichman. El año pasado los estados europeos se comprometieron a acoger 160.000 personas. A estas alturas Francia ha recibido 231 personas de Italia según el último informe de ACNUR, un 3% de las comprometidas. Una dinámica extendida en otros países, como el español donde se han recibido 50 un 2%. La falta de compromiso de los Estados y el uso de herramientas legales, como el sistema de Dublín o el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, evidencian que lejos de abordar la gestión de la migración de manera coordinada, los Estados se traspasan el problema de la acogida entre ellos y hacia terceros países.
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